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domingo, 21 de abril de 2013

83 - EL INCONSCIENTE EN LA COMUNIDAD TERAPÉUTICA



EL INCONSCIENTE EN LA COMUNIDAD TERAPÉUTICA
“Conceptualización y reflexión frente a la negación”

Por:

CARLOS ENRIQUE CORREA LAGOS[1]

Domingo 21 de Abril del 2013

 
Para comenzar este escrito es lícito nombrar alrededor de qué temas va a tratar y su finalidad. Cuando la experiencia arroja una serie de interrogantes, lo más justo de parte del que la vive es formar o al menos intentar hacer algo para tramitarlos. Es lo que sucede cuando se trata con sujetos que expresan un conjunto de manifestaciones sintomáticas que se confunden con su gran carga gozante. A continuación se van a esbozar una serie de pensamientos fruto del trabajo con Toxicómanos y particularmente con el sujeto adicto, para llegar finalmente a exponer pensamientos resultantes de esta labor.

En la sociedad se presentan diferentes fenómenos que la afectan directamente o que a su vez la benefician en la dinámica del mercado y de los productos, ósea de los objetos. A pocos se les escapa de la percepción el hecho de que la juventud adolescente gira en torno a la consecución de objetos que los colmen, que los satisfagan, que los llenen o que los mantengan “ocupados”, es por eso que en la contemporaneidad no es raro ver al joven alienado a su black berry, a su Ipod, a su computador y a su Facebook entre otras muchas novedades tecnológicas que los robotizan y los mecanizan, hasta que al parecer, el contacto social es cada vez más opaco. Y en cambio aparece como preferencia el contacto virtual, el lazo imaginario, débil y engañoso. Con todo esto viene del mismo modo aparejado al sufrimiento que es tan humano, esta metamorfosis actual que se expone no lo eliminó, sino que lo puso más manifiesto, lo exacerbó, ya el sujeto no puede negar esa dimensión del padecer.
Hablar de objetos remite a un campo muy amplio que generaliza el movimiento de las sociedades donde está incluido el sujeto, es así como hay que delimitar el espectro para referirse únicamente al objeto droga, al tóxico, con el que alimentan el alma muchos, y que al mismo tiempo genera un cambio en el orden e las cosas tanto a nivel individual como social.
Se evidencia el malestar social, político, familiar e individual que este objeto trae consigo, familias angustiadas porque tienen uno o varios miembros adictos a una o varias sustancias psicoactivas, tóxicas, y que se ven frente a la “espada y la pared” o sea encerradas sin muchas alternativas. La sociedad aquí también tiene su protagonismo, ya que no saben qué hacer con este “enfermo”, “loco” o “delincuente”, que es capaz de realizar lo impensable para conseguir su producto, es por eso que se gastan cantidades de dinero erradicando cultivos, judicializando a adictos, pero siempre están en el juego de atacar la manifestación.  
Con esta introducción de la temática se comenzará por hablar de lo que realmente es el ambiente donde se encuentran los toxicómanos, en su mayoría, que son las Comunidades Terapéuticas, porque como lo haría un sujeto perverso el goce no les deja cabida para la angustia, como el perverso usa el fetiche, el toxicómano usa la droga que lo mantiene, y no lo deja caer en muchos casos. Este pensamiento se expone para iniciar.
Es importante nombrar que en este trabajo hablará de conceptos psicoanalíticos, como también utilizará el elemento ético del Uno por Uno, la particularidad, ya que no es el objetivo del mismo generalizar, aunque algunos fenómenos se repitan en sujetos, en este espacio no se pretende hablar del “todos” ya que se sabe que un adicto a la marihuana tiene un rasgo que lo diferencia de otro aunque consuma la misma sustancia, es decir, la trama subjetiva no se repite, y ese es su sello.
Siguiendo con el tema de las Comunidades Terapéuticas el desarrollo conceptual en esta parte se hará tomando como base el libro de Elena Goti titulado La Comunidad Terapéutica[2] que en su primera parte lanza la pregunta inicial ¿QUÉ ES UNA COMUNIDAD TERAPÉUTICA? Y llega a EL DROGADICTO, describiendo en su primer momento como se presenta, dice:
“Viene huyendo, sucio, desaliñado, culpabilizado, golpeado, cansado. Ya ha pasado por varios tratamientos, clínicas, hospitales de día. En todos ellos fracasó. Su familia está cansada, desalentada, frustrada. El único lugar donde era aceptado sin condiciones era entre los “locos”.” Goti, E. (2009) P. 30
Esta descripción es muy consecuente, ya que pareciera que al drogadicto no le importara su imagen, hiciera el esfuerzo por borrarla, por degradarla o por matarla, sin embargo Goti nos dice que huye, ya no encuentra lugar, está afuera o de la realidad en el viaje, siempre parcialmente (exceptuando una patología previa que se apoye en el tóxico, por ejemplo una pre-psicósis), o está afuera de la sociedad porque se siente u objetivamente es expulsado, bien sea por la policía, por otras personas o por él mismo. Lo fijo es que ya no tiene lugar sino en el espacio de “locos” para utilizar el concepto de la autora; en las ollas donde no existe otra opción sino adentrarse en el “infierno”, concepto utilizado por algunos sujetos adictos.
Prosiguiendo con la idea escribe la autora que hay tres maneras de reaccionar al peligro haciendo, la analogía de un incendio, dice en el primer ejemplo que cuando un sujeto percibe el peligro (fuego) siente miedo y su acción es huir y alejarse. En el segundo caso, el sujeto percibe el fuego, sabe que es un peligro, siente rabia, bronca y su acción es atacar las llamas, acabar con la fuente de displacer, y el tercer caso que es donde se ubica el adicto o toxicómano, que es que percibe el fuego (peligro, situación de tensión, problemas, displacer), no siente nada, se bloquea y no reacciona porque está “Encapsulado”, se sale de la realidad para no sentirla por medio del objeto tóxico. Se pregunta entonces Goti por “¿Cuál es la diferencia con el neurótico?” Ibid. P. 35. Y responde:
“Este También a veces está paralizado, aislado, inmovilizado y su relación con la realidad también es deficitaria. Básicamente, que el neurótico siente. No tolera sus sentimientos, pero siente. Y al sentir busca ayuda.” Ibid. P. 36.
El adicto no, en su capsula no siente sino un goce que lo mantiene siempre parcialmente ensimismado en sus sensaciones que lo empujan a buscar la satisfacción que siempre se escapa, en esta parte lo único que encuentra si acude o es llevado por un familiar, adecuado y diferente es la Comunidad Terapéutica que lo acompaña y donde se encuentra constantemente con espejos.
Hasta acá se pone de manifiesto que hay una diferencia algunas veces evidente en la manera como se presenta cada sujeto, el uno sufre y busca, el otro goza y evita encontrarse con el sufrimiento pero también aparentemente “busca ayuda".
En ese camino de escapar del sufrimiento o evitarlo hay sujetos que se encuentran, chocan o se tropiezan en las Comunidades Terapéuticas, y se percibe que su estadía tiene un solo sentido y es el "huir" estando en C.T, y como es de esperarse utilizan varios mecanismos de defensa para hacer de su malestar algo "manejable", así es como entre estos se encuentran la racionalización, la represión, la formación reactiva, la fantasía, la intelectualización y la negación entre muchos más, pero en este espacio dentro de los mecanismos de defensa se trabajará la negación.
Según la definición del diccionario de psicoanálisis de Jean Laplanche[3] la negación es:
Procedimiento en virtud del cual el sujeto a pesar de formular uno de sus deseos, pensamientos o sentimientos hasta entonces reprimidos, sigue defendiéndose negando que le pertenezca.
La definición dice que el sujeto se niega a aceptar o a responsabilizarse de su propio deseo, es decir que al salir su representación, el sujeto se defiende con fuerzas para no apropiarse de eso. Se pensaría en el discurso de algunos sujetos adictos a un toxico o a varios (policonsumo) que dentro de una C.T se encuentran, cuando manifiestan libremente que quieren consumir y se retractan, que es el caso de la negación, pero se percata en el momento que de la negación de la que habla Freud va mas allá de un simple "no".
En 1925 Freud publica un artículo titulado La Negación donde trabaja este mecanismo de defensa hacia lo inconsciente bajo transferencia, o sea en el dispositivo analítico y cita hablando de un paciente:
En este caso habla que lo negado dentro del dispositivo es realmente lo afirmado bajo el sello del "no" pero "si", en el texto nombra un alzamiento "se alza" la represión, Freud lo dice así "Vemos como la función intelectual se separa en este punto del proceso afectivo" Ibid. Y sigue:
"Con la ayuda de la negación se anula una de las consecuencias del proceso represivo: la de que su contenido de representación no logre acceso a la consciencia. De lo cual resulta una especie de aceptación intelectual de lo reprimido, en tanto que subsiste aun lo esencial de la represión". Ibid.
Hasta este punto en lo que se percibe que consiste la negación no es en un decir "no", sino en una separación afectiva e intelectual, lo que se diferencia notablemente y remite al inconsciente, porque es el afecto lo que realmente no miente. Hay una imagen que fue publicada en redes sociales hace algún tiempo en un grupo de psicoanálisis que se llama Intrapsi[5] que hace parte de un chiste que ambienta esto que se está diciendo.
 
En el ambiente de la Comunidad Terapéutica este es un mecanismo que se evidencia en la convivencia, está el sujeto que de varios años de consumo al tercer día de estar en una C.T dice "ya me siento bien" cuando lo que da cuenta es de un enérgico proceso de negación que hace lo propio con su afecto y su pensamiento.
Es por eso que se decía que no es un "no" dicho desde el pensamiento consciente o la voluntad que tanto se lee en el discurso del adicto, sino un "si" que luego se niega, lo importante, porque lleva implícito un deseo real.

Esa separación o escisión entre el afecto y el pensamiento tiene implicaciones importantes para el sujeto toxicómano ya que si bien usa la capsula de la que habla Goti o la negación como lo dice Freud no se renuncia tan fácilmente a ese goce, entendido en este espacio siguiendo a Chemama en su diccionario de psicoanálisis[6] como las diferentes maneras o modos que el sujeto tiene para relacionarse con la satisfacción. Y se siente en transferencia que se establece con el sujeto adicto en la clínica que eso no se separa de su discurso, un goce nombrado, ya no mudo como en el flash, en la “traba” o en el viaje que busca sostenerse.
En el texto de la negación Freud habla de un:

"Yo primitivo, regido por el principio del placer, -que-, quiere introyectarse todo lo bueno y expulsar de si todo lo malo. Lo malo, lo ajeno al yo y lo exterior son para el en un principio, idénticos"[7]
Aquí en este punto Freud dice que lo exterior para el Yo es lo malo, con todas las implicaciones que tiene este concepto y pensándolo en el desarrollo psíquico del niño querría decir que lo que no es parte de la satisfacción para él es amenazante. Lo que no está muy alejado del sentido de la “traba” en el adicto, quiere huir del displacer y por medio de una inyección, una "guelida" término usado por ellos, o un “plón” escapar de la realidad que lo confronta constantemente al dolor de la vida.
Es así como tomando de referencia a Freud se puede tener como un paralelo del Yo-niño al Yo-adicto cuando dice que el toxicómano tiene un conflicto con la realidad.
El juicio es la evolución adecuada del proceso primitivo por el cual el Yo incorporaba cosas en su interior o las expulsaba fuera de sí, de acuerdo al principio del placer. Ibid.
El juicio que en el sujeto adicto falta o no llega y que lo hace tan vulnerable ante la decisión de consumir o no consumir es lo que predomina ya que está entregado al placer primitivo y a obtener la satisfacción urgente, el “Ya” de la apuesta capitalista con su producción de objetos cada vez más renovados, que en el caso de las sustancias no es diferente.
Su polarización -la del Yo- parece corresponder a la antítesis de los dos grupos de instintos -pulsiones- por nosotros supuestos. La afirmación -como sustitutivo de la unión- pertenece al Eros; la negación -consecuencia de la expulsión- pertenece al instinto -pulsión- de destrucción. Ibid.
Al poner de manifiesto las pulsiones que rigen la vida anímica polarizada en la negación y al agregar la afirmación-vida y la negación-muerte se divisa o se sospecha hacia dónde va dirigido el deseo del toxicómano, y es un camino que se traza entre Satisfacción-Negación-Muerte todo comandado por el primitivo principio de placer, empero como el toxicómano percibe que el toxico no le define su empuje a la muerte, lo intenta de nuevo hasta que se dé el cumplimiento de la pulsión que es el apaciguamiento del cuerpo humano, su detención.
En entonces la negación parte del Yo para defenderse de la angustia de un deseo inconsciente y de no existir, el sujeto quedaría trazado por la lógica del principio del placer. 
La finalidad para terminar de este texto fue la de conceptualizar el fenómeno de la negación como mecanismo psíquico dentro de la Comunidad Terapéutica y la existencia de lo inconsciente en todo este panorama.

[1] Psicólogo titulado de la Universidad Autónoma de Bucaramanga Extensión Armenia, Quindío, actualmente trabaja en la Fundación Hernán Mejía Mejía, con los programas: Comunidad Terapéutica Familiar Escuela de Amor,  El paraíso de los niños, y el hogar de paso. También trabaja en clínica particular.
[2] Las comunidades Terapéuticas, Goti, E. (2009)
[3] Nota 10 Diccionario de Psicoanálisis, Jean Laplanche, Jean Bertrand Pontalis bajo la dirección de Daniel Lagache (versión virtual)
[6] Roland Chemama (1995) Diccionario de psicoanálisis, P.192. Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina.
 
BIBLIOGRAFÍA
- Goti, E. (2009), La Comunidad Terapéutica, Editorial: Fundación Hogares Claret, Medellín, Colombia.
- Diccionario de Psicoanálisis, Jean Laplanche, Jean Bertrand Pontalis bajo la dirección de Daniel Lagache (versión virtual)
- Roland Chemama (1995) Diccionario de psicoanálisis, P.192. Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina.