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martes, 27 de noviembre de 2012

80 - “La infidelidad” algo sentido y desconocido

 
“La infidelidad” algo sentido y desconocido
Por
Carlos Enrique Correa Lagos[1]

Este tema ya se ha trabajado en otros sitios, partiendo en primer momento de la siguiente pregunta ¿Qué causas tiene la infidelidad en las parejas (matrimonios) actuales?, siguiendo por el recorrido de temáticas que se derivaron del mismo, qué ha dicho la ciencia alrededor de esto, también qué dice la iglesia católica desde la fe, pasando por el sentido inconsciente del ladrón como parte de la dinámica, hasta llegar a los celos y los elementos que lleva consigo este fenómeno.
Para este trabajo se mirarán desde la psicología las definiciones que han surgido para analizar finalmente este fenómeno desde la psiquis.

DEFINICIONES DE LA INFIDELIDAD
Es necesario retomar la definición que se trabajo en otro lado[2] la cual dice que dice la infidelidad es:
Infidelidad.(Del lat. infidelĭtas, -ātis).
1. f. Falta de fidelidad.
2. f. Carencia de la fe católica.
3. f. desus. Conjunto de los infieles que no conocen o no aceptan la fe considerada como verdadera[3].

Como se hizo en ese momento me veo obligado a definir el término de fidelidad que está incluido allí:

Fidelidad. (Del lat. fidelĭtas, -ātis).1. f. Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona. 2. f. Puntualidad, exactitud en la ejecución de algo.
“… en el contexto de la vida de pareja, la fidelidad se refiere a una promesa, explícita, de entregarse a la pareja de una forma acordada entre los dos (si los dos están de acuerdo, pueden estar con otras personas manteniendo la fidelidad ya que no se rompe ninguna promesa). La fidelidad, por tanto, es una actitud creativa, no se reduce al mero aguante, al hecho de soportar algo de forma inconsciente e irracional[4].”

Se observa entonces en primer lugar que hay más protagonismo del término fidelidad que tiene principalmente el término de lealtad que se hace también necesario tratarlo acá en este espacio, y significa:
lealtad. (De leal).1. f. Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien. 2. f. Amor o gratitud que muestran al hombre algunos animales, como el perro y el caballo. 3. f. p. us. Legalidad, verdad, realidad.

Leyes que se suponen a la hombría de bien, sin embargo si se van a los datos estadísticos se encontrarán que “Aproximadamente 70% de los varones casados –la cursiva es mía- y el 50% de las mujeres tienen aventuras amorosas y casi 60% de los soleros, tanto varones como mujeres, ha tenido alguna relación íntima con una persona casada”.[5] El objetivo de este trabajo no es ver datos estadísticos tan poco precisos a la hora de tratar un tema tan complejo como lo humano.
Las relaciones entre los sujetos implican una gran cantidad de subjetividad puesta de todos los protagonistas, son tan delicadas que decir alguna generalización o afirmación demasiado tajante, puede dar lugar a una vulgarización de la experiencia humana, ya sea desde el goce y la satisfacción, hasta las crisis y toda la angustia, frustración y demás sentimientos en ella mezclados.
Algunos teóricos se ven tentados por dichas generalizaciones que los engaña con la ilusión de tener la verdad en las manos y en las mentes, sin saber siquiera que la verdad es propia e individual.
Después de esto citaré algunas definiciones de “Infidelidad”, trabajados por dos teóricos que se han ocupado de este tema, ellos son Ma. de los Ángeles Baizán Balmuri psicóloga y de Frank Pittman psiquiatra, ellos se encargan en sus obras de dar términos para procurar entender este fenómeno.
Baizán en el primer capítulo de su libro el pozo profundo de la infidelidad, una ruta sin salida se hace la pregunta, ¿QUÉ ES LA INFIDELIDAD?, y seguidamente dice:
La infidelidad no está en lo que alguien “hace” sino en lo que significa para su pareja aquello que esa persona “hizo o hace”. En ocasiones, un beso es indicio suficiente de deslealtad –la negrita es mía-, según a quién y cómo se bese.
Acá se nos aparece lo contrario a la lealtad que es el cumplimiento de fidelidad a las leyes, se entendería entonces que esas leyes son explícitas, dichas, nombradas, como la consigna de sacerdote que casa a una pareja y dicen:
Yo ________ te acepto a ti _________como mi esposo, y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida.[6]
Acá se comprometen las personas dentro del matrimonio a conceptos muy amplios y que se necesitan acordar, ya sea después en la vida de pareja o previamente. Dejar todo a supuestos es lo que da la entrada a la falta de lealtad o al incumplimiento de las reglas instituidas.
La misma autora citada dice:
Para hablar de infidelidad es necesario considerar también el rompimiento de los votos de compromiso y lealtad hacia la pareja original, los cuales se tambalean en el inicio y se colapsan durante la evolución de la nueva relación amorosa. El engaño instrumento desde el inicio de la aventura es el combustible que consuma la traición y la adhesión a una persona nueva y diferente. Baizán (2005) P.2
Se entiende en este punto entonces que la infidelidad es un rompimiento a un pacto de fidelidad y que ese pacto se hace en el acto del matrimonio la mayoría de las veces, ya que si nos percatamos, el matrimonio ya no es condición para que una pareja se una, además también viene lo civil y lo legal, más actual. 
En la misma obra tratada hasta el momento de Baizán hay una cosa muy llamativa que es justo mencionar, ella dice que saliéndose de los contextos de la religión y de la legalidad, entendida ésta a todo el conjunto de leyes jurídicas, la:
Infidelidad se vive como una falta de lealtad, como una traición. En este contexto, –en el psicológico- la infidelidad tiene una connotación ética y requiere de un análisis más amplio que el legal o el religioso. No se puede hablar de infidelidad sin meterse en el terreno de los valores ya que su opuesto, la fidelidad, es un valor. Baizán (2005) P.2
Se agrega entonces otro sentido a la infidelidad, como un antivalor, algo que va en contra del respeto, la tolerancia y demás valores.
La autora que trabajada también se hace otra pregunta muy importante para este contexto, ¿A quién le es infiel el infiel? Y responde “se cree que el primer engañado es el infiel mismo y después la pareja”.
Entonces siguiendo con lo planteado, la infidelidad como un antivalor, se piensa pues que el infiel es un auto engañado, un desleal a sus principios, un confundido diría yo, metido en la fantasía que le ofrece el amante que se sostiene por lo sexual o la falta que supone suplir con su amante.
Por último se trabaja en este libro también la infidelidad en comparación con la adicción, donde que se cree encontrar el objeto con el que se satisface y luego cuando se percibe que eso no es así, se cae en una realidad angustiosa e insatisfactoria, y dice Baizán (2005) “el infiel y el amante son dos personas que coinciden en sus propias crisis existenciales o matrimoniales” y también “La infidelidad no es una historia de amor entre dos que se eligen, sino entre dos que se tropiezan” (las negritas son mías).
Pasando al otro autor que es Frank Pittman en su libro Mentiras privadas, La infidelidad y la traición de la intimidad, él en el primer capítulo también comienza con la misma pregunta ¿Qué es la infidelidad?, pero en cambio responde diciendo “La infidelidad es una defraudación, la traición en una relación, la violación de un convenio.” Pittman (2003) P.18. Pittman mirada este fenómeno de una manera más limitada, dice:
…Aquí nos referimos a la sexual en el matrimonio monógamo o en una relación equivalente. La mayoría de las parejas acuerdan guardar una estricta exclusividad sexual dentro del matrimonio; permiten la masturbación y cualquier fantasía que uno a otro cónyuge quiera tener, pero insisten en mantener los genitales lejos de las manos (o lo que fuere) de personas extrañas. Pittman (2003) P.18.
La exclusividad y el acuerdo van asociados y deben ir necesariamente en una pareja ya que como se dijo antes los supuestos hacen mucho daño y más a la hora de percatarse de una traición o deslealtad.
Con violación de la intimidad también este autor se refiere al rompimiento de los acuerdos, ahora sí explicitados, que haya hecho una pareja, él dice que las traiciones desde que estén acordadas no son infidelidad.
Para terminar esta exposición de términos alrededor del concepto de infidelidad citaré de Pittman (2003) algo que apareció en The Alexandria Quartet, escrito por Lawrence Durrell, al mismo tiempo éste último citando a Freud dice, “Me estoy acostumbrando a la idea de considerar todo acto sexual como un proceso en el que intervienen cuatro personas”, esta cita es muy apropiada para exponer finalmente lo que es la infidelidad desde este trabajo, fíjense que Freud no dice de tres personas, sino de cuatro.

DESDE LA PSIQUIS
La infidelidad entendiéndola como se sabe en las relaciones, es algo que tiene que ver con lo social, desde el acuerdo en el matrimonio o fuera de él, hasta la traición que se ejecuta, de la que hay una víctima y otra persona implicada. Pero desde la psiquis, ¿habrá infidelidad?, mi respuesta a esa pregunta es que no hay infidelidad porque un sujeto no puede crear un acuerdo desde su inconsciente, allá no hay con quién acordar, el deseo no es exclusivo de alguien, lo que no significa que el sujeto que tiene una fantasía con otra persona la vaya a pasar a lo real, el deseo no es ni infiel ni fiel, no es social solamente, el deseo es, hace parte del ser.
La infidelidad si existe, lo hace en lo social, en la relación con el otro y de acuerdo a varias condiciones, en lo que concierne al sujeto es inexistente, a no ser que dentro de los valores que hacen parte de lo consciente esté alguna deslealtad para con la persona misma.
Por último Baizán da un ejemplo de alguien que planea una venganza y cita:
Hemos oído opiniones tan radicales como: “si me ponen los cuernos, te aseguro que primero que nada, se la corto”. Como si esa parte de la estructura anatómica fuera lo más importante en una infidelidad y un objeto de pertenencia para la ofendida. Con suerte, a la hora de la verdad nadie lo hace. Baizán (2005) introducción.
No hay que estar tan seguros como la autora de que no ha pasado, ya que en la realidad si han existido casos donde la mujer castra en lo real al esposo.
Ya con la introducción o el nombramiento de este elemento que no hay que desconocerlo en la relación de pareja, la pertenencia también toca los límites de lo genital y después de lo fantasmático e imaginario, entendido como la construcción de la falta, eso no lo ampliaré en este espacio.
Retomando lo que dice Freud citado al terminar el subtitulo anterior “Me estoy acostumbrando a la idea de considerar todo acto sexual como un proceso en el que intervienen cuatro personas”, como hipótesis diré que las otras dos personas que son incluidas en las relación sexual de la pareja, son las construcciones fantasmática del objeto arcaicamente deseado, ya sea femenino o masculino de cada sujeto. Así se termina finalmente este tema.

[1] Psicólogo egresado de la Universidad Autónoma de Bucaramanga extensión Armenia - Cue, en la que realizó desde el año 2009 hasta el 2012 el Psicocinema que es una actividad de proyecciones cinematográficas con el objetivo de fomentar una actitud crítica entorno a los contenidos del cine, el psicoanálisis, la psicología y demás ramas que estudian lo humano. Ha tenido el proceso en la universidad de estar en la línea de Psicoanálisis como profundización, la práctica clínica de noveno la realizó en el colegio Cristóbal Colón sede Corbones y Paraíso, la práctica de décimo semestre la realizó en el colegio La Normal Superior del Quindío y su trabajo de grado se titula LA INFLUENCIA DE LOS LAZOS FAMILIARES EN EL SUJETO TOXICÓMANO DE LA “FUNDACIÓN FAMILIAR” EL FARO UBICADA EN EL MUNICIPIO DE LA TEBAIDA, QUINDÍO.
[2] Adulterio una mirada a la “infidelidad” desde la religión por Carlos Enrique Correa Lagos – trabajo del cartel psicoanalítico. 12 de abril del 2011
[3] http://lema.rae.es/drae/ Diccionario de la real academia española
[4] http://lema.rae.es/drae/ Diccionario de la real academia española
[5]Liquist L. Amantes Secretos. Barcelona: Paidós:13 extraido de Baizán, B. El Pozo Profundo de la Infidelidad, una ruta sin salida.
[6] Extraido de http://www.laverdadcatolica.org/F17.htm

 
BIBLIOGRAFÍA
 
-Baizán, B. (2005) EL POZO PROFUNDO DE LA INFIDELIDAD, una ruta sin salida. Editorial: Editores de textos mexicanos, S.A de C.V. México D.F.
-Pittman, (2003) F. MENTIRAS PRIVADAS la infidelidad y la traición de la intimidad. Editorial: Amorrortu editores. Buenos Aires – Madrid.
Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo

martes, 20 de noviembre de 2012

79 - Historia de la homofobia a propósito de la actualidad.


Es bien conocido, sospechado y algunas veces negado por otros, que a la humanidad la marca una historia, escrita con sangre o con olvido, pero al final, historia. A continuación se transcribirá un pedazo de ella de acuerdo a la tan hipócrita sociedad actual:


-Como tengo dos mentes,
Mi buen ángel es un hombre,
De una gran belleza
Y mi ángel malo
Es una mujer morena-
 
WILLIAM SHAKESPEARE


“-El estatuto de homosexual en el curso de la historia, se ha visto sometido a fuertes fluctuacione-, según anota la Encyclopedia Universalis. Esto es un eufemismo. Veintitrés siglos separan al espléndido Alcibíades, homosexual venerado por los griegos  y seductor omnidimensional, de Oscar Wilde, arrastrado a la cárcel por el padre de su amante, quien además le había estafado. Su desgraciada aventura nos ha dejado algunas obras maestras, pero los caminos del progreso son a menudo impenetrables. Esas grandes fluctuaciones son históricas, mejor aún, sociales. Homos o héteros, los débiles suelen ser los que más sufren la represión. El famoso estatuto de la homosexualidad, en este mundo hipócrita, es ante todo un problema de clases. Los poderosos tienen indudablemente menos problemas y se aman como les parece bien, o casi. Ricardo Corazón de León, que prefería a los hombres nunca fue molestado, y el arzobispo de Orleans cuyos gustos no eran un secreto para nadie, recibía el ridículo apodo de Flora. Pero en la misma época, un tal Enrique III vació, con toda impunidad, las arcas del reino por sus favoritos. Pero Léonard Moreuil, cirujano homosexual, fue colgado y estrangulado, mientras que una mujer que acostumbraba a vestirse como un hombre  y Nicolás Ferry, oscuro comerciante borgoñés, fueron quemados vivos. Salvo algunas excepciones: Eduardo II de Inglaterra muere empalado –tortura donde un palo es introducido por el ano y sale por la boca de la víctima (la negrita es mía)- denunciado por Isabel la cruel, que tiene violenta sed de poder. Y durante el reinado de Luis XIV, cuyo hermano -Monsieur- es un homosexual particularmente entusiasta, el tribunal de la cámara ardiente ve desfilar por sus banquillos de toda índole: nobles y plebeyos, burgueses y chusma. La moral quedaba salvaguardada y la injusticia y la intolerancia se distribuían uniformemente.

El pene y la demoralización de Ocidente, Investigaciones etnográficas sobre la saliva y los escupitajos, Bajo el signo del sauzgatillo en flor, Guerrero tuerto y druida ciego. Aunque no salte a la vista, estos títulos herméticos y folclóricos son obras que tratan del mismo tema: homosexuales y homosexualidad. Una enciclopedia no sería suficiente  para contar todas esas historias, mil veces desmesuradas, analizadas, comparadas, a veces bajo aspectos tan marginales que su importancia corre el peligro de pasar desapercibida para el profano. Pero la historia de la homosexualidad no es tan botánica como sugieren esos títulos. La homosexualidad ha sido denominada sucesivamente el mal francés, el vicio italiano, el buen vicio, el vicio árabe, el pequeño defecto, etc., y no es ni un mal ni, evidentemente, una propiedad nacional. En el curso de la historia los homosexuales han sido vistos como héroes, como criminales, como perversos y, por fin, como enfermos. Después de un breve pero inolvidable estado de gracia en el mundo precristiano, la homosexualidad fue condenada a muerte por todo el Occidente cristiano desde el primer milenio. A partir del siglo XIII, a los homosexuales se les pone regularmente en el saco de los herejes y la homofilia es bautizada, con toda simplicidad, -crimen de lesa majestad divina-. En el siglo XIX, con la separación de la Iglesia y el Estado, la herejía se transforma en enfermedad pero, como obliga el puritanismo, la homosexualidad seguirá siendo durante bastante tiempo sinónimo de todos los vicios, como testimonia el emblemático proceso de Oscar Wilde y el silencio casi unánime de los progresistas de su época. Los homosexuales seguirán siendo vistos como enfermos antes de que la verdadera enfermedad se apodere de ellos. En 1973, apenas diez años antes de la llegada del sida, los homosexuales americanos logran que los médicos borren la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. La palabra gay que se pone de moda en California y en muchos otros sitios es la marca de esta victoria.

La historia de la homosexualidad es ante todo la historia de la homofobia. De esta andanza, hecha de persecución y secreto, surgen algunos episodios sorprendentes: el lugar tan especial de la pederastia ateniense, el cambio radical de la cristiandad, el increíble acoso a los homosexuales del Nuevo Mundo. La relativa libertad del Renacimiento y de los artistas y la conmoción del siglo XIX. Todos ellos episodios que, con un fondo de represión, son el origen de la concepción moderna de la homosexualidad.

¿Por qué tanto odio? ¿Y por qué durante tanto tiempo? Los hombres de la prehistoria, que no habían inventado aún la culpabilidad sexual, se representaban de dos en dos, indistintamente hombres o mujeres. La primera pareja homosexual podría ser incluso bíblica: el rey David y su amante Jonathan vivían en el siglo XIV antes de nuestra era, aunque es muy improbable que su pasión fuera consumada. En la china antigua se fomentaba la homosexualidad femenina la cual era también muy apreciada entre los aristócratas de algunas tribus del Océano Indico. Sin embargo, muy pronto aparecieron las primeras tendencias represivas.

Mucho antes de la Grecia antigua, que hizo de ella una institución, la homosexualidad fue castigada por los sumerios, en Egipto y por los asirios. Podemos deducir por ello que la homofilia tiene la edad del Viejo Mundo. Y puesto que el simple nombre de Sodoma ha pasado a la historia como la vergüenza bíblica, es señal de que hubo en esta época, homosexuales menos felices que los griegos.

Es cierto que los griegos no inventaron la homosexualidad, pero nos han legado palabras como -erotismo-, -zoofilia- y -pederastia- que se pueden leer en Homero. Curiosamente, ni homosexualidad ni heterosexualidad son términos que procedan de la herencia griega. Estas dos palabras no aparecen hasta el siglo XIX, bajo la pluma de un psiquiatra alemán. Es la época en que los homosexuales, después de haber sido considerados como héroes, seres sumamente refinados, gente normal, criminales, herejes, búlgaros, perversos, pasan a ser considerados como enfermos mentales. La línea de pensamiento queda marcada: primero se castiga, raramente se intenta comprender y cuando el grado de civilización prohíbe –oficialmente- castigar, se intenta curar.”

Finalmente es una verdadera lástima que las sociedades con los sujetos que la conforman en el siglo actual sigan adentrandose por su tan disfrazado puritanismo en un cegamiento tan profundo y una ignorancia tan grosera. acá también la noticia que salió en el periódico el tiempo hoy 20 de noviembre del 2012:

http://www.eltiempo.com/politica/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12391764.html

Fuente: Bantman, B. BREVE HISTORIA DEL SEXO, Editorial: Paidós, Barcelona, España.

Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo