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martes, 15 de abril de 2014

103 - Repugnancia al desayuno (comentarios de la clínica)

 
El discurso analítico no pretende ser la panacea, por cierto Freud con la llegada del mismo a estados unidos lo llamo "la peste", así que lejos de ser un motivo para mofarse o pasar por encima de otros discursos, Freud y el mismo Lacan siempre tuvieron una actitud humilde, del decir y del escuchar, porque ahí radica el sentido de lo que el primero descubrió y el segundo trascendió, sin más, El inconsciente dentro de un dispositivo particular y de una experiencia irrepetible.
 
De la misma manera existieron y existen en la historia algunos que se han ido por otro lado del tentáculo, sin decir con esto que el pulpo es diferente. Aquí aparecen Jung, Adler, Ferenczi y otra multitud que han aportado a la cuestión. De este último hace parte lo que se va a llamar en este escrito La revolución, porque la comodidad en algo, trae consecuentemente una quietud y un congelamiento que no permiten avanzar. Este no es y no fue el caso de Sandor Ferenczi cuando habla diferente, es un experimentador del dispositivo, cambiando formas de hacer y de saber. Con el comentario anterior se le dará paso a una transcripción clínica psicoanalítica.
 
     "Muchos niños padecen de una invencible repugnancia al desayuno, prefieren irse a la escuela con el estómago vacío y si los obligan a comer, vomitan. No sé si los especialistas de niños pueden proporcionar una explicación fisiológica de este este síntoma. Yo he descubierto una interpretación psicológica que me reveló precisamente el psicoanálisis.
     En el caso del paciente a que me refiero esta idiosincrasia persistió en la edad adulta, y debió ser interpretada como el desplazamiento de una repugnancia inspirada por las manos de la madre. Ya desde niño se enteró de las relaciones sexuales entre sus padres; ocultó ese descubrimiento porque lo consideró irreconciliable con sus sentimientos de ternura y respeto. Pero cuando la madre salía del dormitorio por la mañana y preparaba el desayuno con las mismas manos que pudieron haber intervenido en las repudiables actividades nocturnas, e incluso quizá hacía que el niño las besara, su refrenado sentimiento reapareció en forma de repugnancia por el desayuno sin que el niño pudiera darse cuenta del origen de esa disposición.
     Correspondería a los especialistas de niños averiguar si esta interpretación puede ser valida para otros o, quizá, para todos los casos semejantes. De esta manera quedaría abierto el camino para la terapia a aplicarse.
     En otra ocasión señalé que la peculiar asociación de la sensación de repugnancia con los movimientos expresivos de salivar y vomitar indica que existe en el inconsciente una tendencia coprofílica a tragar lo que es "repugnante", y que salivar y vomitar han de tomarse, por lo tanto, como reacciones contra la coprofagia. Esta concepción, por supuesto, vale también para la "repugnancia al desayuno"".   
 
Es un caso y una observación muy valiosa para el entendimiento y el trabajo en la clínica ya que ello para algunas concepciones psicológicas, medicas y sociales es incomprensible y rechazado, es algo que va por el lado de lo "aberrante" de lo "prohibido" sin embargo es necesario escucharlo en un encuentro intimo psicológico y allí se queda para trabajar algo que no se ha acomodado en el paciente.
 
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Referencia: *Ferenczi, S (1967) TEORÍA Y TÉCNICA DEL PSICOANÁLISIS. Ed: Paidós, Buenos Aires, Argentina. P.267,268.

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