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sábado, 14 de febrero de 2015

110 - UNA EXPERIENCIA CON LAS TOXICOMANÍAS - "UN SUJETO QUE NO HA DICHO"



UNA EXPERIENCIA CON LAS TOXICOMANÍAS[1]

“UN SUJETO QUE NO HA DICHO”

Para iniciar la exposición de un tema harto disperso y difícil, es licito saber que son los humanos los que están implicados, llamados y convocados a la reflexión, tratamiento o al menos nombramiento de algo que se presenta manifiesto en el discurso y en la realidad simbólica. Aparecen en este campo muchas figuras que se han descrito como entidades clasificatorias propias de disciplinas como la medicina, lo jurídico y lo social, entre otras. Pero el resultado de este recorrido a veces se confunde con un intento de explicación propia de la ciencia, que quiere atrapar su objeto de investigación y de estudio con todas las fuerzas, conocer sus manifestaciones, sus errores, sus desbordes y sus, si se permite llamarlo así “locuras”. Porque pasa algo muy propio y es que se adentra en todo el mundo contemporáneo para acaparar lo máximo posible y se percibe que ese intento queda escurrido, desvanecido y el resultado, son sus residuos.

     Esto es pertinente para abrir la discusión que sigue en este seminario titulado El Sujeto y las Toxicomanías, la introducción de la ciencia, representada en la medicina, que actualmente concierne a la salud mental y su rama la psiquiatría. La última ha marcado un trazo en la historia representativo, ha dicho, ha anunciado y ha encasillado todas los fenómenos que se presentan en su interior, o sea en su clínica, de manera bastante esquemática y parcialmente ha logrado una tranquilidad con ella misma a nombre de la ciencia, porque “es imposible separarse de lo objetivo”, o al menos el intento aterra a algunos y a los otros los llena de temor.

     Entonces en el panorama se ve la ciencia manifestada por medio de la medicina y en su interior, la psiquiatría y los conceptos que ha producido referente al tema que acá se convoca, son los de toxicomanía y fármaco-dependencia.

En Francia, a partir de la década de los 1950, fue la noción de “encuentro” la que inspiró a los autores: para dar lugar a “la eclosión de una neurosis toxicomaniaca – dice C. Duran -, es necesario y suficiente que se produzca un encuentro de ciertas organizaciones neuróticas de la personalidad con una sustancia que engendre la toxicomanía”. Le Poulichet (2012) P. 20-21.[2]

     En este punto es adecuado manifestar que para este escrito la toxicomanía no es una estructura que edifique o cimiente la personalidad, de acuerdo a la experiencia tenida no se trata aquí de encasillar un conjunto de manifestaciones confusas, no es el adicto exclusivo de la neurosis, la perversión o la psicosis. El toxicómano puede tener rasgos de las tres en momentos diferentes de acuerdo a si consume o no, porque esto también es distinto. Es el momento en el cual la psiquiatría, la medicina, y la ciencia en principio, hacen una unificación, una fusión, colocando al mismo nivel lo psíquico y lo físico excluyendo así al sujeto de su acto y deshistorizándolo.

“Los científicos dicen que estamos hechos de átomos,

Pero a mí un pajarito me conto que

Estamos hechos de historias”[3]

Si por tratamiento psíquico entendemos el empeño por provocar en el enfermo los estados y condiciones anímicos más favorables para su curación… las palabras son, sin duda, los principales mediadores del influjo que un hombre pretende ejercer sobre los otros[4] De hecho, si aceptamos que todos los estado anímicos, aun los que solemos considerar -procesos de pensamiento-, son en cierta medida –afectivos- y que no están ausentes de las exteriorizaciones corporales y la capacidad de alterar procesos físicos[5], el prestar una escucha atenta a las palabras en las que el paciente objetiva su sufrimiento es una herramienta eficaz y esclarecedora sobre la fármaco dependencia, su predisposición, tratamiento y cura.”[6]

     Las toxicomanías entonces y al interior de este concepto, la adicción y los adictos se presentan, hablando del sujeto humano, de manera diferente y particular, pareciera que son dos discursos y teorías separadas que se comunican y se contagian, entonces hacen urgencia preguntas, la primera es: ¿hay adicciones para adictos? o ¿hay adictos para adicciones? o, ¿el problema es el adicto el adicto grita el problema, de verdad es un problema el problema?.

     Las preguntas producen el movimiento justo para pensar y para comenzar a despejar estas cuestiones, es necesario entonces adentrarse y mirar la discusión que ha atravesado a la ciencia y al sujeto con la aparición a mediados de la década de los 60’ del concepto de fármaco-dependencia:

[…] progresivamente, fue la noción de “fármaco-dependencia” la que se afirmó para explicar toda toxicomanía. Esta noción introduce la idea de una “interacción” entre un organismo y un medicamento[7] –o fármaco. Y su advenimiento es correlativo de la irrupción de un nuevo saber sobre las relaciones entre lo “fisiológico” y lo “psicológico”. [8]

     Aquí se percibe un cambio que se dirige a lo objetivo y lo científico con el termino de interacción en lo exterior, en ningún momento se pregunta la definición por lo que causó, lo que hizo que existiera tal interacción, que va más allá de la simple percepción de un fenómeno externo.

Entonces es preciso hacer conocer el concepto completo y es el que sigue:

La denominación de farmacodependencia ha sido adoptada por la OMS con el fin de reemplazar la de toxicomanía, adicción y habituación. Según el comité de expertos, la farmacodependencia podría definirse de manera descriptiva como un estado psíquico y a veces físico resultante de la interacción entre un organismo y un fármaco. Se caracteriza por modificaciones del comportamiento y otras reacciones que comprenden siempre un impulso irreprimible a tomar el fármaco en forma continua o periódica a fin de experimentar sus efectos psíquicos o para evitar el malestar producido por su privación.” OMS (Extraído de Vélez, Borrero, Restrepo, Rojas. 1995 P. 432–433)

Ya explícito el término de fármaco-dependencia, se hace necesario ir al que lo antecede que es la toxicomanía, no tan ajena a la ciencia, o al menos más viejo y que muestra cambios y un intento de acercamiento a lo que se trata de elaborar en este lugar:

Toxicomanía: Estado de intoxicación periódica o crónica generado por el consumo reiterado de droga (natural o sintética).

Sus principales características son:

1) Un deseo invencible o necesidad de seguir consumiendo droga y de procurársela por todos los medios.

2) La tendencia a aumentar la dosis.

3) Una dependencia de orden psíquico y generalmente físico en cuanto a los efectos de la droga

4) Efectos nocivos para el individuo y la sociedad. (Porot, 1952. Extraído de Vera, 1988. P.30)

     Toxico-manía y fármaco-dependencia llevan implícito un cambio drástico, aunque los dos pertenecen al campo científico se nota la tarea de objetivar, de llevar al campo de lo explicable algo confuso. Empero volvemos a la pregunta por la causa:

La definición de toxicomanía y la de farmacodependencia hablan de un individuo que ya consumió un producto, o dicho de otro modo, que ya tiene el producto en su organismo. Las referencias al estado psíquico o físico resultan de ese consumo del producto. […] Ninguna de las dos definiciones toma en cuenta la situación del sujeto antes de la utilización del producto. Vera, O (1988) P. 31

     La pregunta por la causa como algo de lo que surge todo actuar humano queda excluida, asomada en la toxicomanía con la inclusión de individuo y sociedad, pero desaparecida en farmacodependencia y toda posibilidad de ver a un sujeto como sujeto que es dividido.

    ¿Y allí en ese fenómeno donde queda el sujeto que padece por la interacción mortífera o necesaria de algo que cree que lo explica?


UN NO-SUFRIENTE, IMAGEN DEL TOXICÓMANO EN LA CLÍNICA.

Hay que tener claro que la clínica de la que se trata tiene la ética del psicoanálisis, es decir, considera a cada sujeto en su particularidad, no generaliza y está atravesada por el Bien-Decir, ósea que lo que importa en su interior es la palabra y todas las manifestaciones del inconsciente, para que por medio de esto surja algo diferente a todos los mecanismos de los que ha sido objeto el adicto, la medicina, la familia, los entes jurídicos y hasta la misma comunidad terapéutica, allí va a encontrar un espacio para que diga lo que se le ocurra, especialmente lo que no ha dicho o lo que está por decir y no lo escuchan, como lo refiere Juan Alberto Yaría en su texto LA DROGADICCIÓN Y EL ABORDAJE A TRAVÉS DE LAS COMUNIDADES TERAPÉUTICAS PROFESIONALES:

No debemos olvidar que el adicto viene de adictum: lo no dicho, lo que está por decirse. Es una patología del diálogo familiar, del diálogo generacional.  Yaria, J (virtual)

     Con las esferas individual y familiar se hace manifiesto el objetivo de este trabajo, para el adicto y para el no adicto, la familia atraviesa y sobre todo funda su mundo subjetivo, una serie de tramas, una novela familiar como lo diría Freud en su texto de 1908 titulado La Novela Familiar Del neurótico, allí habla de lo que le sucede al niño en la relación con los padres, la existencia de sentimientos ambivalentes, amor y odio, la irrupción del complejo de Edipo, la autoridad y lo ideal como un deseo.

     Así que como se viene planteando en este texto, el sujeto adicto no necesariamente se ubica desde la neurosis, pero desde su existencia como sujeto está inmerso en el lenguaje y en la relación con el Otro casi siempre materno. Es decir está en una Familia.

     Al citar a Yaría se encuentra que describe las características de los grupos familiares del adicto y dice que:

Observamos los siguientes ítems en la consideración de los grupos familiares de adictos que se puedan presentar conjuntamente o, en algunas familias pueden prevalecer algunos:

La adicción estabiliza la familia.

La adicción es una protesta paradójica y por ende sin salida en la medida que fracasen los mecanismos de simbolización de la realidad contra un problema familiar disfuncional.

En las familias de adictos se observan fronteras generacionales no definidas: alianzas monogeneraciones débiles, heterogeneracionales fuertes (por ej. madrehijo; que encubren dificultades en la relación de pareja). Por ende el paciente identificado se halló desde muy temprano sujeto a la posibilidad de incesto, promiscuidad y de todo aquello que delata una insuficiencia de la Ley Paterna por fracasos de sus representantes.

Es común en la familia de adictos las diversas adicciones de los padres: al alcohol y al trabajo. En los padres adictos al alcohol encontramos que éstos funcionan como niños mal estructurados y que más que padres son hermanos niños rivales.

En los adictos al trabajo encontramos la falta de diálogos, desencuentro con lo simbólico (ya que esto para el que escribe es lo central de la vida familiar). Esta carencia en lo simbólico genera mucha inermidad y abandono. Podríamos pensar que más importante que lo traumático del vivir es tener con quien hablar para suturar las heridas que todo convivir conlleva. (Negrita mía) Yaría (virtual)

     Lo anterior es importante entenderlo ya que pienso que el adicto no se estructura sin un contacto con el Otro. /// HASTA AQUÍ UNA PARTE DEL SIMPOSIO PREPARADO PARA EXPONER EN LA UNIVERSIDAD ALEXANDER VON HUMBOLDT ARMENIA, QUINDÍO, COLOMBIA.



[1] [1] Psicólogo titulado de la Universidad Autónoma de Bucaramanga Extensión Alexander Von Humboldt, Armenia, Quindío, actualmente trabaja en la Fundación Hernán Mejía Mejía, con el programa: Centro de Atención en Drogadicción (CT) Terapéutica Familiar Escuela de Amor, y es estudiante de la Maestría en Cultura y Droga de la Universidad De Caldas, Manizales, Colombia, También trabaja en Clínica Particular.
[2] C. Duran, “La névrose toxicomanique”, EMC, 3.7380, A.70, 1955. Extraido por Le Poulichet (2012) Toxicomanías y psicoanálisis, las narcosis del deseo.
[3]  Eduardo Galeano - el libro de los abrazos
[4]  Sigmund Freud, tratamiento psíquico. Tomo I pág. 123
[5]  Sigmund Freud, tratamiento psíquico. Tomo I pág. 119
[6]  Mauricio Jiménez Aristizabal - Psicólogo Universidad de San Buenaventura Medellín - Magister en Psicoanálisis Universidad de Buenos Aires – Correspondencia con el autor.
[7] “Esta definición fue presentada en 1969, con ocasión del décimosexto informe del comité de la Organización Mundial de la Salud. Véase J.M Oughourlian, La personne du toxicomane, París: Privat, 1978, pág. 137.” Extraído de Le Poulichet (2012) toxicomanías y psicoanálisis. Ed: Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina. P. 21.
[8] Extraído de Le Poulichet (2012) toxicomanías y psicoanálisis. Ed: Amorrortu Editores, Buenos Aires, Argentina. P. 21.
 Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo

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