UNA EXPERIENCIA CON LAS TOXICOMANÍAS[1]
“UN SUJETO QUE NO HA DICHO”
Para iniciar la exposición de un tema harto
disperso y difícil, es licito saber que son los humanos los que están
implicados, llamados y convocados a la reflexión, tratamiento o al menos nombramiento
de algo que se presenta manifiesto en el discurso y en la realidad simbólica.
Aparecen en este campo muchas figuras que se han descrito como entidades
clasificatorias propias de disciplinas como la medicina, lo jurídico y lo
social, entre otras. Pero el resultado de este recorrido a veces se confunde
con un intento de explicación propia de la ciencia, que quiere atrapar su
objeto de investigación y de estudio con todas las fuerzas, conocer sus
manifestaciones, sus errores, sus desbordes y sus, si se permite llamarlo así
“locuras”. Porque pasa algo muy propio y es que se adentra en todo el mundo
contemporáneo para acaparar lo máximo posible y se percibe que ese intento
queda escurrido, desvanecido y el resultado, son sus residuos.
Esto
es pertinente para abrir la discusión que sigue en este seminario titulado El Sujeto y las Toxicomanías, la
introducción de la ciencia, representada en la medicina, que actualmente
concierne a la salud mental y su rama la psiquiatría. La última ha marcado un
trazo en la historia representativo, ha dicho, ha anunciado y ha encasillado
todas los fenómenos que se presentan en su interior, o sea en su clínica, de
manera bastante esquemática y parcialmente ha logrado una tranquilidad con ella
misma a nombre de la ciencia, porque “es imposible separarse de lo objetivo”, o
al menos el intento aterra a algunos y a los otros los llena de temor.
Entonces
en el panorama se ve la ciencia manifestada por medio de la medicina y en su
interior, la psiquiatría y los conceptos que ha producido referente al tema que
acá se convoca, son los de toxicomanía y fármaco-dependencia.
En Francia, a partir de la década
de los 1950, fue la noción de “encuentro” la que inspiró a los autores: para
dar lugar a “la eclosión de una neurosis toxicomaniaca – dice C. Duran -, es
necesario y suficiente que se produzca un encuentro de ciertas organizaciones
neuróticas de la personalidad con una sustancia que engendre la toxicomanía”.
Le Poulichet (2012) P. 20-21.[2]
En
este punto es adecuado manifestar que para este escrito la toxicomanía no es
una estructura que edifique o cimiente la personalidad, de acuerdo a la
experiencia tenida no se trata aquí de encasillar un conjunto de
manifestaciones confusas, no es el adicto exclusivo de la neurosis, la
perversión o la psicosis. El toxicómano puede tener rasgos de las tres en
momentos diferentes de acuerdo a si consume o no, porque esto también es
distinto. Es el momento en el cual la psiquiatría, la medicina, y la ciencia en
principio, hacen una unificación, una fusión, colocando al mismo nivel lo
psíquico y lo físico excluyendo así al sujeto de su acto y deshistorizándolo.
“Los científicos dicen que estamos hechos de
átomos,
Pero a mí un pajarito me conto que
Estamos hechos de historias”[3]
Si
por tratamiento psíquico entendemos el empeño por provocar en el enfermo los
estados y condiciones anímicos más favorables para su curación… las palabras
son, sin duda, los principales mediadores del influjo que un hombre pretende
ejercer sobre los otros[4]
De hecho, si aceptamos que todos los estado anímicos, aun los que solemos
considerar -procesos de pensamiento-, son en cierta medida –afectivos- y que no
están ausentes de las exteriorizaciones corporales y la capacidad de alterar
procesos físicos[5], el prestar una escucha
atenta a las palabras en las que el paciente objetiva su sufrimiento es una
herramienta eficaz y esclarecedora sobre la fármaco dependencia, su
predisposición, tratamiento y cura.”[6]
Las toxicomanías entonces y al interior de
este concepto, la adicción y los adictos se presentan, hablando del sujeto
humano, de manera diferente y particular, pareciera que son dos discursos y
teorías separadas que se comunican y se contagian, entonces hacen urgencia preguntas,
la primera es: ¿hay adicciones para adictos?
o ¿hay adictos para adicciones? o, ¿el problema es el adicto el adicto grita el
problema, de verdad es un problema el problema?.
Las
preguntas producen el movimiento justo para pensar y para comenzar a despejar
estas cuestiones, es necesario entonces adentrarse y mirar la discusión que ha
atravesado a la ciencia y al sujeto con la aparición a mediados de la década de
los 60’ del concepto de fármaco-dependencia:
[…] progresivamente, fue la noción de “fármaco-dependencia” la
que se afirmó para explicar toda toxicomanía. Esta noción introduce la idea de
una “interacción” entre un organismo y un medicamento[7]
–o fármaco. Y su advenimiento es correlativo de la irrupción de un nuevo saber
sobre las relaciones entre lo “fisiológico” y lo “psicológico”. [8]
Aquí
se percibe un cambio que se dirige a lo objetivo y lo científico con el termino
de interacción en lo exterior, en ningún momento se pregunta la definición por
lo que causó, lo que hizo que existiera tal interacción, que va más allá de la
simple percepción de un fenómeno externo.
Entonces es preciso hacer conocer el concepto
completo y es el que sigue:
La denominación de
farmacodependencia ha sido adoptada por la OMS con el fin de reemplazar la de
toxicomanía, adicción y habituación. Según el comité de expertos, la
farmacodependencia podría definirse de manera descriptiva como un estado psíquico y a veces físico resultante
de la interacción entre un organismo y un fármaco. Se caracteriza por
modificaciones del comportamiento y otras reacciones que comprenden siempre un
impulso irreprimible a tomar el fármaco en forma continua o periódica a fin de
experimentar sus efectos psíquicos o para evitar el malestar producido por su
privación.” OMS (Extraído de Vélez, Borrero,
Restrepo, Rojas. 1995 P. 432–433)
Ya explícito el término de fármaco-dependencia, se hace
necesario ir al que lo antecede que es la toxicomanía, no tan ajena a la
ciencia, o al menos más viejo y que muestra cambios y un intento de
acercamiento a lo que se trata de elaborar en este lugar:
Toxicomanía: Estado
de intoxicación periódica o crónica generado por el consumo reiterado de droga
(natural o sintética).
Sus principales
características son:
1) Un deseo
invencible o necesidad de seguir consumiendo droga y de procurársela por todos
los medios.
2) La tendencia a
aumentar la dosis.
3) Una dependencia de orden psíquico y generalmente
físico en cuanto a los efectos de la droga
4) Efectos nocivos para el individuo
y la sociedad. (Porot, 1952.
Extraído de Vera, 1988. P.30)
Toxico-manía
y fármaco-dependencia llevan implícito un cambio drástico, aunque los dos
pertenecen al campo científico se nota la tarea de objetivar, de llevar al
campo de lo explicable algo confuso. Empero volvemos a la pregunta por la causa:
La definición de toxicomanía y la
de farmacodependencia hablan de un individuo que ya consumió un producto, o
dicho de otro modo, que ya tiene el producto en su organismo. Las referencias
al estado psíquico o físico resultan de ese consumo del producto. […] Ninguna
de las dos definiciones toma en cuenta la situación del sujeto antes de la
utilización del producto. Vera, O (1988) P. 31
La
pregunta por la causa como algo de lo que surge todo actuar humano queda
excluida, asomada en la toxicomanía con la inclusión de individuo y sociedad,
pero desaparecida en farmacodependencia y toda posibilidad de ver a un sujeto
como sujeto que es dividido.
¿Y allí en ese fenómeno donde queda el
sujeto que padece por la interacción mortífera o necesaria de
algo que cree que lo explica?
UN NO-SUFRIENTE, IMAGEN DEL
TOXICÓMANO EN LA CLÍNICA.
Hay
que tener claro que la clínica de la que se trata tiene la ética del
psicoanálisis, es decir, considera a cada sujeto en su particularidad, no
generaliza y está atravesada por el Bien-Decir, ósea que lo que importa en su
interior es la palabra y todas las manifestaciones del inconsciente, para que
por medio de esto surja algo diferente a todos los mecanismos de los que ha
sido objeto el adicto, la medicina, la familia, los entes jurídicos y hasta la
misma comunidad terapéutica, allí va a encontrar un espacio para que diga lo
que se le ocurra, especialmente lo que no ha dicho o lo que está por decir y no
lo escuchan, como lo refiere Juan Alberto Yaría en
su texto LA DROGADICCIÓN Y EL
ABORDAJE A TRAVÉS DE LAS COMUNIDADES TERAPÉUTICAS PROFESIONALES:
No debemos olvidar que el adicto viene de adictum: lo no dicho, lo que
está por decirse. Es una patología del diálogo familiar, del diálogo
generacional. Yaria, J (virtual)
Con
las esferas individual y familiar se hace manifiesto el objetivo de este
trabajo, para el adicto y para el no adicto, la familia atraviesa y sobre todo
funda su mundo subjetivo, una serie de tramas, una novela familiar como lo
diría Freud en su texto de 1908 titulado La
Novela Familiar Del neurótico, allí habla de lo que le sucede al niño en la
relación con los padres, la existencia de sentimientos ambivalentes, amor y
odio, la irrupción del complejo de Edipo, la autoridad y lo ideal como un
deseo.
Así
que como se viene planteando en este texto, el sujeto adicto no necesariamente
se ubica desde la neurosis, pero desde su existencia como sujeto está inmerso
en el lenguaje y en la relación con el Otro casi siempre materno. Es decir está
en una Familia.
Al
citar a Yaría se encuentra que describe las características de los grupos
familiares del adicto y dice que:
Observamos los siguientes ítems en la consideración de los grupos
familiares de adictos que se puedan presentar conjuntamente o, en algunas
familias pueden prevalecer algunos:
La adicción estabiliza la familia.
La adicción es una protesta paradójica y por ende sin salida en la
medida que fracasen los mecanismos de simbolización de la realidad contra un
problema familiar disfuncional.
En las familias de adictos se observan fronteras generacionales no
definidas: alianzas monogeneraciones débiles, heterogeneracionales fuertes (por
ej. madrehijo; que encubren dificultades en la relación de pareja). Por ende el
paciente identificado se halló desde muy temprano sujeto a la posibilidad de
incesto, promiscuidad y de todo aquello que delata una insuficiencia de la Ley
Paterna por fracasos de sus representantes.
Es común en la familia de adictos las diversas adicciones de los padres:
al alcohol y al trabajo. En los padres adictos al alcohol encontramos que éstos
funcionan como niños mal estructurados y que más que padres son hermanos niños
rivales.
En los adictos al trabajo encontramos la falta de diálogos, desencuentro
con lo simbólico (ya que esto para el que escribe es lo central de la vida
familiar). Esta carencia en lo simbólico genera mucha inermidad y abandono. Podríamos
pensar que más importante que lo traumático del vivir es tener con quien hablar
para suturar las heridas que todo convivir conlleva. (Negrita mía)
Yaría (virtual)
Lo anterior es importante entenderlo ya
que pienso que el adicto no se estructura sin un contacto con el Otro. /// HASTA AQUÍ UNA PARTE DEL SIMPOSIO PREPARADO PARA EXPONER EN LA UNIVERSIDAD ALEXANDER VON HUMBOLDT ARMENIA, QUINDÍO, COLOMBIA.
[1] [1] Psicólogo titulado de la Universidad Autónoma
de Bucaramanga Extensión Alexander Von Humboldt, Armenia, Quindío, actualmente trabaja en la Fundación Hernán
Mejía Mejía, con el programa: Centro de Atención en Drogadicción (CT) Terapéutica
Familiar Escuela de Amor, y es estudiante de la Maestría en Cultura y Droga de
la Universidad De Caldas, Manizales, Colombia, También trabaja en Clínica Particular.
[2]
C. Duran, “La névrose toxicomanique”,
EMC, 3.7380, A.70, 1955. Extraido por Le Poulichet (2012) Toxicomanías y
psicoanálisis, las narcosis del deseo.
[3]
Eduardo Galeano - el libro de los abrazos
[4] Sigmund Freud, tratamiento psíquico. Tomo I
pág. 123
[6] Mauricio Jiménez Aristizabal - Psicólogo
Universidad de San Buenaventura Medellín - Magister en Psicoanálisis
Universidad de Buenos Aires – Correspondencia con el autor.
[7] “Esta
definición fue presentada en 1969, con ocasión del décimosexto informe del
comité de la Organización Mundial de la Salud. Véase J.M Oughourlian, La
personne du toxicomane, París: Privat, 1978, pág. 137.” Extraído de Le
Poulichet (2012) toxicomanías y psicoanálisis. Ed: Amorrortu Editores, Buenos
Aires, Argentina. P. 21.
[8] Extraído de
Le Poulichet (2012) toxicomanías y psicoanálisis. Ed: Amorrortu Editores,
Buenos Aires, Argentina. P. 21.
Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo
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