- LA REDUCCIÓN MÁGICA -
“Relación entre la realidad, la
fenomenología y la experiencia visionaria”
Por: Carlos Enrique Correa Lagos –
Psicólogo - Candidato a Magister en Culturas y Drogas.
Las sociedades y las culturas han construido
su propio entendimiento de los fenómenos que pasan dentro y fuera de ellas, en
la interacción interpersonal que cada cual tiene con el otro; desde allí se ha
realizado como acto natural una clasificación propia de la ciencia, la religión
o cualquier disciplina que se dedique a explicar, describir y predecir lo que
sucede con los seres humanos.
El
siguiente ensayo se realiza para justamente cuestionar esas explicaciones
totalitarias y su validez, pasando por la pregunta de qué es la realidad
sustentada en la epojé o reducción fenomenológica, integrando al mismo tiempo
la experiencia visionaria con las sustancias psiquedelicas de la propia experiencia
del que escribe, para concluir con la respuesta a una hipótesis que fue
presentada en la clase de Culturas y Drogas dictada por el profesor Duván Rivera Arcila de Fenomenología de las
Drogas.
Es
lícito comenzar entonces con el concepto fundamental de Realidad que es:
1. f. Existencia real y efectiva de algo.
Con la anterior
definición se abre un abanico de confusión, aparece la pregunta ¿y qué es lo
real?, ¿qué es lo verdadero?, ¿lo fantástico o ilusorio no es real? ¿Existen
realidades más reales que otras?
Lo real, la realidad sería un acuerdo entre varias personas
que tiene una experiencia en común, es un hecho presentado en la vida cotidiana
y por medio del cual se establece una sociedad y los humanos pueden vivir en
grupo.
Existen pues la realidad exterior que se
llamaría objetiva y otra, que es la interior, subjetiva. Las dos subsisten en
la interacción del ser humano con la sociedad y con él mismo. Para procesar
esto y adentrarnos en los temas de este texto antes nombrados. Aldoux Huxley en
su texto Las Puertas de la Percepción da el siguiente ejemplo:
El esquizofrénico
es un alma, no solamente no regenerada, sino además desesperadamente enferma.
Su enfermedad consiste en su incapacidad para escapar de la realidad interior y
exterior y, refugiarse –como lo hace habitualmente la persona sana- en el
universo de fabricación casera del sentido común, en el mundo estrictamente
humano de las nociones útiles, los símbolos compartidos y las convenciones
socialmente aceptables. El esquizofrénico es como un hombre que está permanente
bajo la influencia de la mezcalina y que, por tanto, no puede rechazar la
experiencia de una realidad con la que no puede convivir […] Huxley, A. (1954)
P. 22
Incapacidad
de escapar de la realidad interior, con la que no puede convivir, sin dejar de
ser su realidad, en el esquizofrénico hay una experiencia subjetiva que lo
desborda y lo descontrola, sin embargo él, muy pocas veces, tiene una
intencionalidad para hacer algo con eso que lo invade.
Habiendo
expresado las diferentes acepciones de la realidad, se ha dicho que no es sólo
una, sino que el ser humano convive con muchas realidades, con una general que
se establece como auténtica, pero con múltiples subjetivas como manifestaciones
personales.
La
fenomenología para entrar en este elemento, es entonces:
[…] la
ciencia descriptiva de las esencias de los fenómenos puros. “Ciencia descriptiva”
significa, primordialmente, ciencia que procede guiándose meramente por la intuición,
por la evidencia, ciencia, pues, que se impone el principio “de todos los principios”
(véase bajo evidencia). Pero quiere decir también, y por lo mismo, ciencia que no
construye teorías explicativas, que no procede formulando hipótesis ni ninguna clase de
argumentaciones deductivas. (Zirión, A (1990) P. 44)
La fenomenología entra en contacto con la
realidad por medio de la intuición y de allí toma su evidencia, su experiencia,
despojada de cualquier juicio a priori o preconcepto fundado. Además de ese encuentro que establece con la
realidad desde lo fenomenológico, esto se da por fuera de la cotidianidad, es
una actitud intelectual en palabras de E. Husserl.
En la cotidianidad existe algo que él
llama Actitud Espiritual Natural que es:
Es
la actitud espiritual (“mental”, intelectual) en que nos hallamos todos antes de toda filosofía o filosofar,
es decir, antes de convertir en cosa digna de ser cuestionada la función u
operación “natural” de nuestras aptitudes o facultades, y muy en particular, de
nuestra facultad de conocimiento. En efecto, la cuestión de la posibilidad del conocimiento
es, por decirlo así, el detonante que conduce a la adopción de una actitud distinta,
ya no natural, sino filosófica. (Ibid. P. 18)
En este
orden de ideas y conceptos de la fenomenología para hablar de la realidad, la Actitud
Espiritual Natural es la otra cara de lo que se hace con la fenomenología y el
concepto que viene a continuación que es la Epojé. Pues la primera se encuentra
en la cotidianidad y se realiza de manera automática, hace parte de la rutina,
el ser humano pocas veces se detiene en ella para filosofar.
Con la Epojé se establece que:
[…] es un término favorito
de Husserl para designar la operación de la reducción fenomenológica o reducción trascendental. Su significado etimológico es el de “suspensión” y es muy conocido el
papel que juega dentro de la doctrina estoica con el sentido de “suspensión del juicio”. En el contexto de la
fenomenología de Husserl debe considerarse
simplemente sinónimo de reducción
fenomenológica. (Ibid. P. 35)
Con los conceptos de Fenomenología,
Actitud Espiritual Natural y Epojé se introduce el discurso y la praxis de la
fenomenología que se puede concretar diciendo que:
[…]
Lo que [la fenomenología] posee en exclusiva es el proceder intuitivo
e ideador dentro de la más estricta reducción fenomenológica; éste es el método
específicamente filosófico, en tanto que tal método pertenece esencialmente al sentido
de la crítica del conocimiento y, por consiguiente, al de toda crítica de la razón
en general.” (Ibid. P. 44)
Es entonces un encuentro despojado
inclusive del pensamiento como poseedor de la razón y de la crítica, en esta
reducción lo que aparece es el ser en su esencia concreta. Por ello se decía
que no es una actitud natural la que rige este encuentro, este momento, esta
actitud filosófica, sino lo más básico que es la reducción fenomenológica.
Así es como aplicando estos conceptos se
procurará escribir algo de la experiencia tenida en tres tomas de yagé, todas
separadas por al menos un año de distancia.
Había sido mi cumpleaños el
día antes de la toma me embriague con ivanof (vodka con jugo de naranja) no lo
sabía y recibí una llamada esa mañana del 31 de marzo, era la esposa de quien
me había invitado, después de muchos tropiezos y problemas llegué con mi
sleeping a aquella finca. Habíamos aproximadamente casi 30 personas, el taita
nos citó porque ya se acercaba la hora, todos dijimos el nombre y cómo habíamos
llegado ahí. Se apagaron las luces y comenzaron a sonar los tambores, hicimos
una fila donde yo era el tercero (no comprendía mi afán de tomar) cuando el
taita me estira la tutuma todos dicen al mismo tiempo, ¡fuerza, fuerza!... yo
tomé esa chicha simple y penetrante. Entré a la habitación donde me tome un par
de fotos, salí y todavía no había terminado la fila, me acosté en el patio a
mirar la luna y se convirtió en dos, yo asustado me dije –ya comenzó!- pero
raramente me entró un miedo que me hizo arrepentir y dije –me quiero devolver-
y fui arrastrado por el espíritu del yagé que sentía que me tenía agarrado del
cabello vomitando y restregándome la cabeza contra el paso que respiraba y se
tomaba el yagé. Experiencia visionaria propia.
Así comenzó la experiencia con un deseo
que me impulsaba desde el interior porque debía cumplir una cita.
Yo
estaba ya en el mundo espiritual, veía mi cuerpo tirado como un muñeco y desde
lo que yo sentí en ese momento que era el mundo espiritual, miraba, estaba
volando donde habitan los espíritus. Pero estaba desesperado y el taita lo notó,
se acercó y me dio otra tutumada que recibí por una voz del que me había
invitado que tenía experiencia. Después de eso comencé a bajar y a vivir “la
pinta”, que es como lo que le regala el yagé a uno para que explore el mundo
interior. No existió tiempo, fue un momento que yo lo puedo contar como si
hubiera pasado media hora, una hora, si mucho, pero en lo cronológico calculo
que pasaron más de ocho horas. Después estuve literalmente en el infierno,
sentía miedo, escuchaba demonios rugir, había personas muertas a mi lado, las
llamas del escenario se convirtieron en llamas del infierno, todo era
desesperante y yo no podía hacer otra cosa que quedarme ahí. Fue entonces que
comprendí que el yagé me estaba cobrando el daño que le estaba haciendo a mi
cuerpo. (Ibid)
No fueron solamente sensaciones
corporales, un vómito que yo lo llamo paranormal, escalado y muy desgarrador,
sino sensaciones subjetivas que hablaban del momento de vida por el que estaba
pasando y fue como ponerme en suspenso y ser yo:
Me devolví a mi adolescencia
donde me encontré con Madrid un amigo, eran tiempos de rebeldía y después
aparecieron unas imágenes, dos señoras de negro con una sombrilla pasaban y me
miraban con lástima y asombro. También hubo un señor calvo en cuclillas que
alzaba la mirada movía su cabeza negando y volvía a agacharse, Pasaron varias
veces. Me sentía solo en esa noche, ya todos se habían ido, yo sentía que para
el cielo, y me habían dejado en ese ambiente tenue. Hubo un silencio muy largo,
después como pude me fui a la casa de la finca, me acosté en el sleeping y todavía
vomitaba. Al otro día todos los asistentes, desconocidos para mí, decían “qué
pesar de ese muchacho como sufrió”. (Ibid)
Allí esta resumida la experiencia con el
yagé, la primera, en el año 2010, la segunda fue de sanación corporal y la
tercera me dejó la enseñanza de que hay que ser como el fuego de la naturaleza
que no le da pena existir, que se mueve sin pensar que dirá el otro, que es, él
mismo.
Antonio Escohotado en su libro aprendiendo
de las drogas describe tres esferas para ordenar las sustancias en su
psicoactividad:
La
primera se relaciona con alivio del dolor, el sufrimiento y el desasosiego,
llamando dolor a la respuesta inmediata ante alguna lesión (un martillazo en el
dedo, por ejemplo), sufrimiento a la respuesta ante una pérdida actual o posible
(una amputación o una enfermedad crónica, por ejemplo), y desasosiego a lo que
impide dormir, concentrarse o simplemente existir sin angustia. La segunda
esfera se relaciona con esa ajenidad que el poeta llamaba “no desear los deseos”,
entre cuyas manifestaciones se encuentran pereza, impotencia y aburrimiento. La
tercera esfera se relaciona con la curiosidad intelectual y el corazón
aventurero, mal adaptados a una vida inmersa en rutinas y anticipada por otros,
cuya aspiración es abrirse horizontes propios. Escohotado, A (2005) P. 14.
Se realiza
la anterior cita dentro de este contexto porque el autor define y delimita muy
bien lo que es la relación desde el sufrimiento, el no desear y la tercera que
es la más importante para la experiencia, y es el abrir horizontes, salir de la
rutina psíquica, vivir otras realidades, tener o vivir una experiencia
visionaria y una reducción fenomenológica, no esperando ni pasado, ni futuro. Y
con una intencionalidad clara que es el conocimiento del Ser.
Lo anterior
Huxley lo describe como:
Media hora después de tomada
la droga advertí una lenta danza de luces doradas […] Estaba contemplando lo
que Adán había contemplado a la mañana de su creación: el milagro, momento por
momento de la existencia desnuda. Huxley, A (1954) P. 5.
La realidad simplemente en Huxley es el
campo de la experiencia, la experiencia misma. Se diría entonces con Escohotado
que es abrir horizontes, nuevos campos de la psique, del ser, en la reducción
fenomenológica que acaba siendo exactamente lo que se vive bajo el efecto con
las sustancias enteógenas.
Finalmente entonces se escribirá la tesis del
profesor Duván Rivera Arcila para concretar lo desarrollado:
“La experiencia visionaria, inducida por
medio de los agentes químicos – del tipo de la mezcalina, la LSD, la
psilocibina y la dimetiltriptamina, entre otros – es equivalente a la
experiencia fenomenológica del mundo, en el ejercicio del método
fenomenológico, en sus líneas generales propuesto por Edmund Husserl”
La experiencia visionaria es una de las
maneras como más se puede acercar el ser a la experiencia fenomenológica, es
decir la mayor manifestación de la reducción fenomenológica, de la epojé se
puede sentir y vivir en la experiencia visionaria. Donde no existe el espacio
temporal, donde hay una finalidad que es conocer la realidad tal y como es, y
al ser en su manifestación más natural y donde el que la experimenta está
despojado de prejuicios o conceptos racionales que no le permitan darse a ella.
Es así cómo se responden parcialmente las
preguntas hechas al inicio del texto. ¿y
qué es lo real?, ¿qué es lo verdadero?, ¿lo fantástico o ilusorio no es real? ¿Existen
realidades más reales que otras?
Lo real es una construcción a la cada uno
acude para construir el mundo subjetivo u objetivo, lo verdadero concierne a la
propia experiencia, lo fantástico o ilusorio en algún momento puede ser real
para un sujeto, y sí existen realidades más reales y menos determinadas que
otras, como pueden ser las experimentadas en las experiencias visionarias.
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REFERENCIAS
- Huxley,
A (1954) LAS PUERTAS DE LA PERCEPCIÓN. PDF en: www.katarsis.rottenass.com
- Zirión,
A (1990) BREVE DICCIONARIO ANALÍTICO DE CONCEPTOS HUSSERLIANOS. Ed: Facultad de
Filosofía y Letras Universidad Nacional Autónoma de México, versión virtual.
- Escohotado, A (2005) APRENDIENDO
DE LAS DROGAS – Usos, Abusos, Prejuicios y Desafíos. Ed: Anagrama. Mexico DF.