EDIPO Y EL PADRE*
Ya habiendo tocado lo referente al padre para comenzar, desde lo social
y lo individual, se sabe que en la estructura familiar un padre sin familia es
apenas un hombre, al padre lo construye y le da tal estatuto es la familia, y
dentro de la familia, la madre y el o los hijos.
En este punto es fundamental dirigir la mirada y explayarla hacia la
estructura primaria de la sociedad, para luego detenerse en lo que el
psicoanálisis, el padre y los demás tienen como función en ella.
Con Edipo y el Padre, Freud construye a partir de lo simbólico la trama
familiar y habla de la tragedia griega escrita por Sófocles para mostrar la
relación con la verdad no sabida y velada por el inconsciente. El mito de Edipo
Rey tomado por Freud habla de una tragedia consumada a partir de la ignorancia, es apresurado simplificar este evento diciendo “el
hijo se enamora de la madre y quiere matar al padre” o al contrario en la niña
“la niña se enamora del padre y odia a la madre”, esto es más profundo y
complejo porque justamente es inconsciente, se verá la razón a continuación
citando el mito de Sófocles.
Para
iniciar el primer relato del libro cuenta:
Delante del palacio de
Edipo, en Tebas. Un grupo de ancianos y de jóvenes están sentados en las gradas
del altar, en actitud suplicante, portando ramas de olivo. El sacerdote de Zeus
se adelanta solo hacia el palacio. Edipo sale seguido de dos ayudantes y
contempla al grupo en silencio. Después les dirige la palabra” (Sofocles (SA)
P. 3)
Aquí
se percibe el suspenso propio de una tragedia, y es que Edipo describe además
de un complejo, una tragedia que afecta a todo el reino, es por eso que acuden
a él ancianos y jóvenes, para suplicarle que hiciera algo por ellos. La palabra
que les dirige es una pregunta: ¿Cuál es
la causa de que estéis así ante mí?, ¿el temor, o el ruego? Piensa que yo
querría ayudarlos en todo. Sería insensible, si no me compadeciera ante
semejante actitud. (Ibid)
Con
esto se puede notar lo inconsciente, lo que habita detrás de los velos y que
marcó en Edipo su tragedia, él no sabía y en posición de rey debía resolver la
maldición que había caído ante su reino. Desde allí entonces comienza el relato
de Sófocles a exponer la trama.
Es
importante leer el texto completo, además que es corto, para entender toda la
tragedia, sin embargo aquí se extraerá lo fundamental con el fin de dar una
introducción propia a lo que significa el Complejo de Edipo desde el mito
original para luego entrar en la conceptualización desde el psicoanálisis.
Todo
esto es atravesado por el oráculo, un grupo de sacerdotisas que adivinaban el
futuro y presagiaban los hechos venideros, y así fue que Layo y Yocasta futuros
padres de Edipo mandaron a consultar el oráculo y la comunicación fue que no
podían tener hijos porque un hijo varón iba a matar a Layo. Pasó el tiempo y
Layo embriagado tuvo sexo con Yocasta que quedó embarazada consciente de que
los dos tendrían que matar a ese hijo; nació él, y no lo mataron por sus
propias manos, sino que enviaron a un sirviente a que lo hiciera, él no pudo
por piedad y a cambio de eso lo arrojó por un lugar desolado y fue recogido por
un hombre y llevado a otro palacio donde creció y se volvió caballero.
Hasta
aquí lo que sucedió con ese hijo, fue expulsado de la realidad hacia la muerte,
pero dejado en manos del destino.
Lo
que sigue al pasar el tiempo fue la tragedia:
[habla el Rey Edipo recordando lo que
sucedió, viéndose confrontado por el sacerdote de Zeus y Tiresias el adivino]
En mi caminar llego a ese lugar en donde tú afirmas que murió el rey (Layo). Y
a ti, mujer, te revelaré la verdad. Cuando en mi viaje estaba cerca de ese
triple camino [aquí se interpreta la triada madre, padre e hijo del Edipo
freudiano], un heraldo y un hombre, cual tu describes, montado sobre un carro
tirado por potros, me salieron al encuentro. El conductor y el mismo anciano me
arrojaron violentamente fuera del camino. Yo, al que me había apartado, al
conductor del carro, le golpeé movido por la cólera. Cuando el anciano ve desde
el carro que me aproximo, apuntándome en medio de la cabeza, me golpea con la
pica de doble punta. Y él no pagó por igual, sino que, inmediatamente, fue
golpeado con el bastón por esta mano y, al punto, cae redondo de espaldas desde
el carro. Maté a todos. (Ibid, P36-37)
Edipo
mata a Layo sin saber que es su Padre, ocupa el trono de este y se apodera de
la que era su esposa, ocupa el reinado de Tebas. Así fue como se organizó la
verdad no sabida y fue hasta sus últimas consecuencias, tuvo cuatro hijos con
ella, dos hombres y dos mujeres.
Cuando
esta verdad es revelada, y todos los hechos asociados y encadenados viene la
verdadera angustia del Edipo Rey, esta angustia fue también acompañada por Yocasta
en igual dimensión, Yocasta se precipita al palacio y se ahorca:
Cuando él la ve, el infeliz, lanzando
un espantoso alarido, afloja el nudo corredizo que la sostenía. Una vez que
estuvo tendida, la infortunada, en tierra, fue terrible de ver lo que siguió:
arrancó los dorados broches de su vestido con los que se adornaba y,
alzándolos, se golpeó con ellos las cuencas de los ojos, al tiempo que decía
cosas como estas: que no le verían a él, ni los males que había padecido, ni
los horrores que había cometido, sino que estaría en oscuridad el resto del
tiempo para no ver a los que no debía y no conocer a los que deseaba. (Ibid,
P.57)
Toda
esta exposición del mito tiene como objetivo pesquisar el punto de donde Freud
extrae de este mito lo inconsciente, la muerte del padre y el suicidio de la
esposa-madre. Se repite entonces que todo este acto es un acto inconsciente,
sin darse cuenta, nadie sabía hasta que sucedió.
Seguidamente
a esto entonces se dará la exposición del complejo de Edipo en Freud y cómo
este es retomado por Lacan, todo esto atravesado por el lugar que ocupa el
padre en el mismo.
Freud
adopta esta tragedia para explicar lo que pasa en el alma humana y en la
organización subjetiva de la familia, plantea lo que antes se nombraba como la
triada Madre – Padre – Hijo en un triángulo donde opera el complejo de Edipo.
“El hijo, ya de pequeño, empieza a
desarrollar una particular ternura por la madre, a quien considera como su bien
propio y a sentir al padre como un rival que le disputa esa posesión exclusiva;
y de igual modo, la hija pequeña ve en la madre a una persona que le estorba su
vínculo de ternura con el padre y ocupa un lugar que ella muy bien podría
llenar” (Freud, 1910).
Extraído de: Vega, V (2015) P. 3.
Esta
es la exposición del Edipo freudiano, lo importante que hay que mirar aquí es
el sentir, el registro del sentimiento que se presenta en el complejo de Edipo,
de esto ni siquiera el niño es capaz de hablar, él vive en un continuo
intercambio de pasiones, no resiste en los primeros años que un desconocido se
acerque a la madre o al padre en el caso de la niña.
Esta
es la parte positiva del complejo donde hay celos, iras y angustias, sin
embargo la autora habla de una parte negativa del complejo y dice que:
[…] consiste en deseos amorosos hacia
el progenitor del mismo sexo y; celos y hostilidad hacia el del sexo opuesto.
La descripción del Complejo de Edipo en su forma completa le sirve a Freud para
dar cuenta de la ambivalencia que el niño siente hacia sus padres; así como el
desarrollo de los componentes hetero y homosexuales; cuestión que luego es
retomada como trabajo propio de la adolescencia y que consiste en transitar el
camino hacia el encuentro con el sexo y el desasimiento de la autoridad
parental. El Complejo de Edipo y el de castración son reeditados en la
adolescencia y marcan la tarea de la diferenciación de las posiciones femeninas
y masculinas. (Ibid)
La
parte negativa estaría determinada entonces por la elección de objeto invertido,
determinando la vida del sujeto para sus futuras relaciones con la sexualidad y
el amor. Como Vega lo cita, todo esto le sirve a Freud para darle argumentos a
sus observaciones clínicas y su propia experiencia con el nuevo descubrimiento,
el psicoanálisis. No su autoanálisis, pues él no pudo tratarse solo, sino que
lo hizo por medio de la letra y la correspondencia con su amigo Fliess.
La
elección del camino sexual estaba para Freud puesta en evidencia desde la
relación que cada sujeto hubiera tenido en el complejo de Edipo, hoy en día no
es diferente, todas esas marcas inconscientes que no cesan de operar en el
exterior y en el interior de cada uno, las relaciones sociales y sentimentales
que se establecen, son altamente influenciadas por aquella vivencia.
Aquí
en esto, también aparece la autoridad y la tarea de cada sujeto de la sociedad
por separase de aquella relación edipica
con los padres y ser un hombre o una mujer con su propio deseo, ya no con un
deseo prestado donde se puede quedar atrapado.
Pero
hasta aquí sólo se ha hablado del complejo de Edipo en el niño, como
regularmente Freud lo hizo, por su cultura, una cultura del Hombre con H
mayúscula donde primaba la primacía del hombre sobre la mujer, pero con todo y
esto, las mujeres siempre han existido, bien sea en su lugar relegado frente al
hombre, haciéndole un contrapeso a aquel o simplemente yendo en contra con
furia, como fue el caso de las feministas.
¿Qué
hay de la experiencia edipica en la mujer o en la niña?. Marina Recalde escribe
un texto llamado Del Edipo a la Sexuación donde describe históricamente el paso
de Freud por la teorización.
El
primer tiempo (1905-1923) donde expone la premisa fálica de niños y niñas,
todos por igual, ”Sin embargo, el –El
tabú de la virginidad – distingue una fase masculina en la mujer, durante la
cual le envidia al varón su pene” (Recalde, M (1995)).
El
segundo tiempo (1924-1930):
Freud se pregunta por la disolución
del complejo de Edipo –que pone fin a la premisa fálica- su teoría empieza a tambalear.
En –El sepultamiento del complejo de Edipo- establece entonces una disimetría.
Para el varón el complejo de Edipo se va a pique por la amenaza de castración.
Para la niña…” (Ibid)
En
este punto la autora evidencia una limitación de la investigación freudiana
frente al complejo de Edipo, ¿qué pasa con la niña?, Recalde expresa que en
Freud hay una oscuridad al respecto y un silencio durante años.
Lo único claro es que no se produce de
igual forma que en el varón. La niña acepta la castración como algo consumado.
Freud mismo se encarga de aclarar que tanto el deseo de poseer un pene como el
de recibir un hijo permanecen en el inconsciente y contribuyen a preparar al
ser femenino para su posterior papel sexual. (ibid)
El
asunto se complejiza para Freud y para todos, entender en la clínica y luego en
lo social, el papel de la pérdida que hay que simbolizar e inscribir. La
operación pene – hijo, perdida o bien preciado que se realiza necesariamente en
el alma de cada uno, cayendo luego al campo de los recuerdos o al sin voz del
olvido.
La
autora expone tres salidas en la niña que Freud plantea:
[Son] el complejo de masculinidad, la
inhibición de la sexualidad y la salida –femenina- -vía la ecuación simbólica pene-hijo. Este deseo de tener un hijo
del padre posteriormente tendrá un antecedente: en primer término fue un
reclamo dirigido a la madre. Se redimensiona entonces la relación con la madre,
que ahora resulta ser lo primario. El Edipo es secundario. (Ibid)
Se
nota pues que el Edipo freudiano cambia si es en un niño o en una niña,
establece diferentes maneras de como cada uno o una se relaciona con esa
experiencia fundante, tal vez es por ello que las mujeres establecen una
relación con la madre desde el resentimiento y la envidia, no siendo muy diferente
en el hombre.
Hasta
aquí la teorización del complejo de Edipo en ambos sexos desde la teoría
freudiana, en síntesis se puede decir que cumple diversas funciones como:
a) El
hallazgo de un objeto de amor que deriva de las investiduras de objeto primarias.
b) La
consolidación de identificaciones secundarias que resultan del Complejo de
Edipo tras haber resignado a los padres como objetos incestuosos.
c) el
acceso a una genitalidad posterior ya que en la etapa fálica se trataba de la
instauración de la primacía del falo y no de la genitalidad.
d) la constitución de las diferentes instancias,
especialmente la del superyó (como introyección de la autoridad paterna) que
marca las prohibiciones de incesto y parricidio, así como también la
constitución del ideal del yo (Ibid)
Para
finalizar se dice entonces que el resultado del complejo de Edipo es la
identificación y la inscripción en la cultura por la resignación de un viejo
deseo incestuoso, trámite que se realiza para no caer en la ignorancia y cumplir
el designio de Edipo, que asesinó a su padre sin saberlo. Cabe decir también
que esta operación la impulsa la cultura, ya que en la sociedad, al menos
occidental, está inscrita psíquicamente esta ley.
Mirando
a Lacan, se puede pensar que las cosas funcionan más profundamente ya que deja
de lado el mito y piensa las cosas desde lo estructura:
Se trata de una estructura en tanto es
una organización con funciones y donde cada personaje se define en relación al
otro y al lugar que ocupa. El Edipo es entonces entendido como estructura y el
falo es el significante que articula y circula. Este falo que circula como
falta en la estructura es el falo simbólico; mientras que aquel que atiende a
la subjetividad del niño del primer tiempo del Edipo (ya veremos) es el falo
imaginario. Por ello, cabe recordar que un elemento no es imaginario o
simbólico en sí mismo sino en relación a su articulación con otros elementos.
(Freud, 1910). Extraído de: Vega, V (2015) P. 5-6.
Lacan
establece otro orden, y es el orden del lenguaje, pensando el inconsciente como
estructurado como un lenguaje, y no es que desconozca o haga de lado el mito,
pues el mito es una creación del lenguaje y hace parte de lo simbólico, sino
que descubre por ese mismo orden que hay un pre-edipo, en donde ya se encuentra
el niño construyendo su fase psíquica inconsciente.
Alrededor
de aquella experiencia humana fundante, como ya se dijo, Lacan pone el acento
en el falo y en la metáfora paterna. “Es decir que el elemento organizador de
la sexualidad humana no es el órgano genital masculino sino la representación
construida sobre esta parte anatómica del cuerpo del hombre” (Nasio, J (1996)
P. 46).
Aquí
Nasio acompañado por Lacan hace la distinción de los tres falos, imaginario,
simbólico y real y dice que el tercero pasa a ser el menos importante en la
dinámica psíquica. “La forma imaginaria del pene, o falo imaginario, es la
representación psíquica inconsciente que resulta de tres factores. Anatómico,
libidinal y fantasmático” (Ibid)
En
el complejo de Edipo entonces lo que está en juego es este significante, que
como todo significante se intercambia, se desliza y se escurre en la lógica del
lenguaje y en el deseo.
Los
tres factores antes nombrados son supremamente importantes para conformar en el
niño y la niña su experiencia edipica. La parte anatómica es “lo que resulta
del carácter físicamente predominante de este apéndice del cuerpo y que
confiere al pene una fuerte pregnancia, a un tiempo táctil y visual” (Ibid)
El
Falo anatómico y por lo tanto real es “[…] la “buena forma” peniana […] que se
impone a la percepción del niño bajo la alternativa de una parte presente o
ausente del cuerpo” (Ibid)
La
parte libidinal del falo es la que suscita “los frecuentes tocamientos
autoeróticos del niño, y la parte fantasmática es la que está ligada “a la
angustia provocada por el fantasma de que dicho órgano podría ser alguna vez
mutilado” (Ibid. P.47)
A partir de todo esto se hace
fácilmente comprensible el hecho de que el término “pene” –vocablo anatómico-
resulte impropio para designar esta entidad imaginaria creada por la buena
forma de un órgano pregnante, el intenso amor narcisista que el niño le
confiere y la inquietud extrema de verlo desaparecer. (Ibid)
Siguiendo
con Lacan en este punto se expondrá entonces lo que trasciende a Freud en la
teorización psicoanalítica y es que para Lacan como se dijo antes existe un
momento pre-edipico y habla de tres tiempos para explicarlo:
El
primer tiempo:
Corresponde a la fase del espejo,
momento de la construcción de un cuerpo en un espacio imaginario. El niño se
encuentra en una relación completa con su madre e intenta identificarse no con
la persona, sino con lo que supone es el objeto de deseo de la madre, esta es
una identificación imaginaria. El niño quiere ser el objeto de deseo de la
madre y entonces su deseo queda así alienado al deseo del Otro. Al objeto de
deseo de la madre. (Vega, V (2015) P.6)
Este tiempo es donde el niño está en íntima
relación con la madre, se siente cautivado con su mirada y cree que en esa
relación él le puede dar algo o puede ser algo para ella, se identifica con ese
objeto que él supone le falta en las tres dimensiones, anatómica, libidinal y
fantasmática.
La madre castrada, se siente completa
a través del hijo y por eso lo ubica en el lugar del falo. Se arma entonces un
círculo completo, donde la falta no existe. El niño es el falo de la madre y la
madre dicta la ley que es la del deseo del hijo. En este tiempo desde el niño,
no existe aún una ley simbólica, sino la ley arbitraria de la madre; pero la
madre sí está atravesada por la metáfora paterna, ley simbólica del padre. (Ibid)
Ley
y deseo se fusionan para tener a ese objeto-hijo encadenado al deseo de la
madre que está en su reino. En este tiempo el padre no opera y está a la espera,
al acecho. La madre sabe que ella no puede ser toda Madre, que ese momento de
éxtasis se acabará, y que tiene que volver a ser mujer además de madre, ya que
ella si conoce la ley y la metáfora paterna, la castración.
Ha
sido discutido lo que crea este primer tiempo del Edipo en un sujeto, el estar
encadenado al deseo de la madre como lo estuvo Zeus en el monte olimpo por su
esposa Hera porque había sido infiel, esta es una posición que en lo psíquico
no permite desarrollar al niño completamente y si pasa el tiempo seguramente
esta operación dará como resultado una psicosis.
En
el segundo tiempo:
El padre ingresa como agente que priva
y desprende al niño de la relación imaginaria con la madre. La función del
padre es la privación, priva a la madre de su ilusión fálica (la madre ya no
tiene el falo a través del hijo) y priva al niño de la identificación
imaginaria al falo (el niño ya no es el falo de la madre). El padre asume él
mismo un lugar de fortaleza y omnipotencia. Con la acción de privación se
inicia la castración simbólica, y tanto el niño como su madre pierden su valor
fálico. Para que la privación sea efectiva es necesario que la madre se dirija
al padre y que el padre no quede dependiente del deseo de la madre (Ibid. P.7)
De
lo que se trata entonces aquí es de la privación, de acabar con la esperanza de
madre e hijo sobre su completud, el padre hace caer la ilusión y entra a operar
la castración simbólica, lo que parafraseando a Freud es “búscate a otra mujer,
tu madre es mía”, esa castración crea también una angustia en el niño.
El padre se manifiesta en el discurso
de la madre y es soporte de la ley, fundando una legalidad. Según Lacan, éste
es el fundamento y el punto nodal del Complejo de Edipo. La madre no tiene
ahora una ley arbitraria que le es propia, sino que queda remitida a la ley de
Otro, que posee el objeto de su deseo. Esto lleva al niño a rivalizar con él
por el deseo de la madre. La disputa es en relación a ser o no ser el falo de
la madre. El padre se constituye como agente real de la castración. Dice Lacan:
“Sólo el juego jugado con el padre, el juego de gana el que pierde, por así
decirlo, le permite al niño conquistar la vía por la que se registra en él la
primera inscripción de la ley”. (Lacan, 1957, p. 184). (Ibid)
Lo
que sucede en este en segundo tiempo, compete más a la madre que al hijo, pues
es ella la que se ve exigida por el padre a renunciar a ese deseo, el de tener
el falo, y tener el objeto en el hijo, el padre lo que realiza aquí es un
corte, a ese lazo deseante entre la madre y el hijo por medio del significante
del Nombre-del-padre, que no es otra que darle orden a lo simbólico, y anudar
en el nudo borromeo los registros, simbólico, imaginario y real para, no
cometer el incesto como lo hizo Edipo e introducir el orden en la familia,
porque de lo que se trata esto es de introducir un orden inconsciente y
afectivo en la familia, no dejar que nada se salga de los rieles y mostrar lo
que habita más allá del otro, se diría, una ley, Otra, cultural y social.
De
todo esto surgen muchos afectos como son la angustia, los celos, la ira, el
amor, la ternura, entre otros.
En
el tercer tiempo se establece un orden producto de la castración anterior:
De él depende la salida del Complejo
de Edipo aunque para Lacan no se trata de un sepultamiento, a la manera de
Freud, sino de definir una posición como sujeto deseante. La castración
simbólica del segundo tiempo, culmina con el reconocimiento de la falta en la
madre. Ahora el padre es portador del falo, lo tiene pero no lo es y a su vez,
depende de una ley exterior. El falo se encuentra por fuera del padre, en la
cultura. Lacan considera, al igual que Freud, que la salida del Edipo se
produce favorablemente si el niño se identifica con el padre (de quien deriva
el ideal del yo) y el niño pasa de ser (del falo de la madre) a tener. Este
paso del registro del ser al del tener es lo que da cuenta de la instauración
de la metáfora paterna y de la presencia de la represión originaria. La
instauración de la metáfora del Nombre del Padre posibilita al niño el acceso
al lenguaje, al orden simbólico. (Ibid. P.8)
De
esta manera un sujeto pasa por la experiencia edipica, cruzando ese río
deseante que puede desembocar en cualquier parte, secarse o seguir el rumbo
establecido. Todo esto termina en este tercer tiempo que es el tiempo donde
nadie es exclusivo del falo por su dimensión imaginaria y la relación con la
falta, de allí como lo dice la cita anterior, nace un sujeto barrado, deseante,
atravesado por el lenguaje y el deseo del Otro.
Con
la anterior exposición del Complejo de Edipo partiendo del mito mismo y pasando
por la teorización psicoanalítica se da cuenta de lo que significa para cada
uno este momento inconsciente.
En
todo este recorrido del Complejo de Edipo, se nota que cada sujeto tiene su
función, que cada miembro de la familia aporta su cuerpo y su alma al pasar por
él, sin embargo aquí lo que concierne es la función del padre en el Edipo, así
se tituló este capítulo, entonces ¿qué hay del padre? ¿La metáfora paterna? ¿Del
padre Hoy?
EL PAPEL ESENCIAL DEL
PADRE
“No todo se ha
perdido”
Ya
se habló de Edipo y su padre Layo, se habló de que el padre es el que priva, el
que prohíbe y el que corta el deseo de la madre hacia el hijo y viceversa, que
el hijo se debe identificar con él, pero la función del padre es más importante
en el Edipo, “Freud privilegió hasta tal
extremo la relación del varón con su padre que no vacilaremos en hacer del
padre –y no de la madre- el personaje principal del Edipo masculino” (Nasio,
J (1999) P. 79)
Para
Freud, citado por Nasio, lo importante incluso para el deseo no es la madre
objeto de deseo, sino el padre sujeto de deseo, que le permite a partir de la
identificación con él, al niño, y futuro hombre, desear hacia el horizonte, más
allá de las barreras edipicas. El padre es rivalizado, pero también es amado
por medio de la admiración y la identificación.
El varón hace de su padre un ideal en
el que él mismo quiere convertirse. Mientras que el vínculo con la madre -objeto sexual- se alimenta del impulso del
deseo, el vínculo con el padre –objeto ideal- descansa en un sentimiento de
amor nacido de la identificación con un ideal. Estos dos sentimientos, deseo
por la madre y amor por el padre, nos dice Freud, se acercan el uno al otro,
“[…] terminan por encontrarse, y de esta confluencia nace el Edipo normal”
(Ibid, P. 80)
Si
el papel del padre es importante en el niño para su futura existencia, a manera
de hipótesis se puede pensar que en el Edipo femenino es la madre el objeto de
identificación y el padre el objeto de deseo, que la niña por medio de la
rivalidad, admiración y amor hacia la madre puede construir su feminidad, puede
ser mujer y no luchar con la idea de serlo.
Lo
que trasciende las barreras edipicas es el amor y la identificación con el
sujeto sea madre o padre, para que por medio de él o ella, se pueda encontrar
un lugar en el mundo, y en la realidad borronea.
Lo esencial del Edipo masculino son
las vicisitudes de la relación del varón respecto de su padre, y no –como
generalmente se cree-, respecto de su madre, pues la causa más frecuente de la
neurosis del hombre adulto reside en el vínculo perturbado con el padre. (Ibid.
P. 81)
Si
se piensa el paralelo del Edipo del hombre se puede hacer también con el de la
mujer, pues la mujer tiene una relación muy estrecha y ambivalente con su
madre.
Pensar
que en el siglo XXI esto es diferente en cuanto al padre sería tener una
percepción de las cosas bastante oscura, el Nombre-del Padre sigue existiendo
en cada uno y a nivel cultural, la admiración, amor e identificación a él o a
la madre, también sobrevive, pues esto es lo que da el orden en el mundo, y no
se está viviendo en un desorden, o caos total, sino que las sociedades se
establecen siguiendo una ley y una norma, o al menos hasta hoy eso sostiene que
no se desate una tercera guerra mundial, que el fanatismo religioso no acabe
con inmolar los cuerpos de la raza humana, a pesar de que hay asesinatos y
masacres todo no se ha salido de control.
Al
término de este recorrido, podemos entonces concluir que la noción del declive
del padre en psicología es en gran parte un fantasma. Por falta de reconocer y
de aceptar los avances sociales y políticos que constituyen la reducción del
poder efectivo del patriarca en nuestras sociedades aun recientemente
patriarcales, estos discursos se exponen a la nostalgia reaccionaria y excesivamente
conservadora del pasado. (Piret, B (2006) P. 26)
El Padre ha cambiado
su forma de operar, pero sigue marcando y estableciendo su función reguladora,
de manera distinta y ya no como a finales del siglo XIX o principios del XX,
que el orden era un orden hostil y sin piedad, y aun así no todas las
generaciones fueron psicóticas, ya las sociedades se han organizado de otro
modo, las redes de comunicación son sociales, lo privado se hace público y lo
secreto, noticia. Ya se ha desplazado la idea de Dios para que surjan nuevas
relaciones con lo espiritual, ya Dios no es el que castiga el pecado, nacen
otras creencias, los extraterrestres, la reencarnación, y la compasión crean
otras maneras de ver el mundo y de relacionarse con él subjetivamente, además
que cambian hasta las enfermedades.
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REFERENCIAS
- Vega, V (2015). http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/obligatorias/055_adolescencia1/material/archivo/complejo_edipo.pdf consultado el 8 de junio del 2016
- Recalde, M (1995) Del
Edipo a la Sexuación Extraido de: https://es.scribd.com/doc/296449825/AAVV-Del-Edipo-a-la-sexuacion-pdf
el 12 de junio del 2016
- Nasio, J (1999) EL PLACER DE LEER A FREUD. Ed: Gedisa, Barcelona,
España.
- Piret, B (2006)
DEL MITO DE EDIPO
AL MITO DEL DECLIVE DEL PADRE:
UNA CONTROVERSIA ACTUAL EN
PSICOANÁLISIS Publicado originalmente en Palabra sin Frontera el 17 de octubre
de 2006, recuperado el 14 de junio de 2016 desde
http://www.psf-esp.com/spip.php?article28
- Nasio, J
(1996) ENSEÑANZA DE 7 CONCEPTOS CRUCIALES DEL PSICOANÁLISIS. Ed: Gedisa,
Barcelona, España.
*Autor: Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo Clínico psicoanalista candidato a Magister en Culturas y Droga