Este blog se escribe desde la subjetividad más que desde una posición objetiva, acá podrá encontrar artículos de diversa índole hechos a partir de la cotidianidad, del trabajo de un psicólogo clínico y psicoanalista, en carteles psicoanalíticos, lecturas realizadas, de contenidos de la Maestría en Culturas y Drogas de la Universidad de Caldas (Manizales, Colombia), de Docencia Universitaria para avanzar en la crítica del mundo contemporáneo.
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sábado, 11 de mayo de 2013
86 - Elogio de la masturbación* parte 2
"MUERTE A LOS ADEPTOS DE LA MASTURBACIÓN
Pero la masturbación y los placeres solitarios, tanto como los placeres del sexo en general, no escaparán al destino común. Fueron simples y felices en los tiempos de los clásicos y a principios de nuestra era se transformarán en faltas. Se convertirán en esos insoportables pecados que nos acosarán durante mucho tiemp en los secretos del confesionario. Los científicos, sin duda, febriles por una masturbación intelectual intensiva, se dedicarán a demostrar sus considerables peligros. La iglesia no parará hasta relegarla, las teologías hebreas la ven como un crimen merecedor de la pena de muerte. Con el tiempo las cosas empeorarán y la caza se intensificará. El despilfarro de semen está muy mal visto y el placer no entra dentro del programa salvo, en caso extremo, como epifenómeno de la procreación.
Inexplicablemente, la masturbación que, durante los siglos futuros ocupará tanto a los teólogos, conoce en el advenimiento del cristianismo algunas generaciones de tregua. No se habla de ella ni se alardea, pero nadie la prohíbe. A este respecto, los penitenciales, manuales utilizados por los confesores para vigilar y castigar a sus fieles, permiten seguir -casi al detalle- el rastro de la evolución de la masturbación en el curso de los siglos. Que se nos perdone, por tanto, nuestra obstinación por la Iglesia católica en el comentario de estos documentos que son reflejo de los estados mentales de una sociedad que no se decidirá a separar la Iglesia del estado hasta el siglo XIX.
Un indicio de la indiferencia por los placeres solitarios de los primeros penitenciales, que datan de la alta Edad Media, es la penitencia de sólo siete a cincuenta días por la confesión de la masturbación. El coitus interruptus, que se llama aún onanismo, está prácticamente ausente de los manuales de confesión. Por el contrario, las penas para los adeptos al sexo son muy altas: de dos a diez años de penitencia. Hacia el siglo XI empezamos a notar que la masturbación se ha buscado competidores: "El vicio contranatura, como un cáncer, ha conteminado a los hombres de iglesia... masturbación solitaria o colectiva, sodomía femoral o sodomía completa... Algunos lo han practicado con ocho o diez personas o más", indica un informe episcopal destinado al papa.
Los manuales de confesión, ávidos de detalles sexuales, prevén incluso la masturbación de un obispo en una iglesia, al que sólo castigan con cincuenta días de ayuno. Pero pronto la polición manual, como la llaman los confesores, se convierte en un pecado igual al de la fornicación, es decir el peor de todos, aunque algunos juzguen preferible a ese pecado que nadie puede consentir: las relaciones sexuales entre novios. Esta es también la época en la que confesores y eclesiásticos se entregan sin fin a esta apasionante casuística: ¿es mejor que los solteros tengan relaciones sexuales entre novios, más natural, o que practiquen la masturbación solitaria, que no implica a otro en la falta? Este debate fue rápidamente resuelto: durante siglos, los novios no tendrán derecho ni a la masturbación, ni a las caricias prenupciales, ni a nada.
En estos penitenciales encontramos también el indicio de la habitual confusión entre masturbación y coitus interruptus. Como éste último, la masturbación no se considera como una falta muy grave. Podría ser incluso una forma de evitar, según algunos, el infanticidio, triste corolario de la gran escasez de la época.
Pero con el tiempo, el fin de la escasez y la obsesión por la despoblación, la gravedad de la falta se acentúa. La contracepción se convertirá y seguirá siendo durante mucho tiempo "el" pecado entre todos los pecados, y por la confusión en el lenguaje, lafalta no podía más que repercutir sobre la masturbación. Los placeres solitarios son tan culpables que ciertos curas niegan la absolución a los "habituales". Hacia el siglo XV aparece la indolencia, que evocará durante mucho tiempo a la masturbación, "el pecado más grave contra la naturaleza puesto que impide la generación", dice un penitenciario".
Transcripción de: Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo
Fuente: Fuente: Bantman, B. BREVE HISTORIA DEL SEXO, Editorial: Paidós, Barcelona, España. P.84-86
miércoles, 8 de mayo de 2013
85 - Elogio de la masturbación* parte 1
"A la claridad del acto de la masturbación se opone la complejidad de las palabras para expresarlo"
Jaques Duché
"Hay palabras que no aspiran a la poesía. Ese gesto que tan refinadamente se ha llamado "placer solitario", esa actividad a la que tan delicadamente nos referimos como "pelársela" o "hacerse una paja", ha pasado a la posteridad con el feo nombre de masturbación. ¿Por qué entre tantas expresiones tan gráficas, extravagantes y pícaras, ha atravezado los siglos con ese vocablo tan poco poético? ¿Hay que ver en ello la advertencia de que con eso no se bromea? ¿Hay que adivinar, en esta poco elegante apelación, la señal del desprecio en el que se encerró durante largos siglos a la pobre masturbación?
La palabra tiene, sin embargo, la ventaja de ser clara, aunque sobre su etimología se enfrentan tres escuelas irreductibles. Para algunos el término viene del latín manus, que significa mano, y de stupare (ensuciar). Para otros, vendría más bien del latín mas (órgano genital masculino) y de turbatio (excitación). Los que apoyan el realismo afirman que significa simplemente "agitar con la mano" (de manus y turbere). Sea como fuere, el verbo aparece por primera vez en 1580 bajo la pluma de Montaigne, y la excelente Enciclopedia de de Diderot dedica, dos siglos más tarde, un extenso artículo, más bien liberal, a eso que denomina, esta vez, la manustupración.
La historia de la masturbación "esa horrible plaga que causa estragos", según expresión de monseñor Dupanloup, comienza con un herror del lenguaje: equivocadamente los intelectuales utilizan el término onanismo para designar elegantemente la masturbación. Onán no es, como hemos visto, el inventor de la masturbación sino del coitus interruptus que es, como sabemos, una de las formas más antiguas de contracepción (vease el arte del coito). En cuanto a la auténtica masturbación, podemos suponer legítimamente que su rastro se pierde, como se suele decir, en la noche de los tiempos. La mitología presupone que Hermes le dió la receta a Pan, enamorado sin esperanza de su inaccesible eco. Y Pan manifiestamente convencido por el sustituto, la enseñó a los pastores. Se dice también que Diógenes de quien nos preguntamos por qué buscaba desesperadamente a un hombre, se marturbaba en público y a pleno día. Las narraciones de la época constatan, apenas contrarias, que practicaba la masturbación riéndose, "cantando con su mano el himno nupcial", y alababa incansablemente ese gesto, que utilizado a tiempo, afirmaba, hubiera evitado la guerra de Troya "puesto que sólo depende de nosotros y no necesitamos a nadie para rascarnos la entrepierna". Este razonamiento no es muy delicado para la bella Helena, pero es más digno que ese cínico que respondió tranquilamente, cuando fue sorprendido en flagrante delito de masturbación: "Ruego al cielo que pudiera, frotándome el vientre, satisfacer mi hambre tan fácilmente".
La masturbación es, aparentemente, como todas las prácticas sexuales, tan antigua como la humanidad, y es también, de entre todas las actividades humanas, una de las más despreciadas, aunque también una de las más inofensivas. Esta mala reputación es el leitmovit de la historia del sexo en la era judeocristiana e incluso antes. Es cierto que encontramos, en algunos libros eróticos, alusiones e incluso introducciones precisas para una masturbación eficaz, pero las florituras no se mencionan nunca con la minuciosidad con que lo hacen los que se refieren al beso, las caricias y otras fantasías amorosas. Peor aún, la masturbación ha desatado a menudo las iras del cuerpo médicoy, es más, las de los eclesiásticos, a excepción de la masturbación mutua, que prefieren con razón llamar "caricias y preliminares" y que son lo mejor de la literatura erótica.
Cuando en 1951 Kinsey cifra en "un 92 por ciento al menos" el porcentaje de hombres americanos que han llegado al orgasmo por este medio, la masturbación se convierte, en el mejor de los casos, en un tema divertido y, en el peor, vergonzoso. Los juegos de manos son, según Kinsey, la más común de las prácticas (siendo un acto solitario, no utilizaremos la palabra relación) y se consideran aún como una costumbre vergonzosa que vuelve tonto y/o sordo al que la practica. Las estadísticas del doctor Kinsey; seguidas de otros trabajos, permitieron a la muy universal Enciclopedia Británica anotar que "las críticascontra la masturbación van en descenso, y muchos investigadores en ciencias del comportamiento sexual admiran sus cualidades, su naturaleza agradable, sedativa e hipotensa".
Este cambio de tendencia no engaña a Wilhelm Reich, incansable intérprete trotskista del sexo, que encuentra sospechosas las alabanzas que llueven súbitamente sobre la masturbación: ¿no será que la masturbación tiene como principal virtud la de evitar, para satisfacción de los padres, las relaciones amorosas de los jóvenes? De ahí a hacer de ella el guardián amoroso de la moral burguesa, cultivador de la virginidad, no hay más que un paso. "La masturbación es mejor que la continencia -decía Reich en 1930-. Pero a la larga es insatisfactoria y desagradable, porque la ausencia del objeto del amor se convierte rápidamente en algo doloroso".
Pero esto no importa. Cuando Kinsey y sus discípulos empiezan a hablar simplemente de ello, nos libramos de una buena. En la larga historia de la masturbación se encuentran a duras penas unos pocos defensores, un manto de silencio incómodo, un puñado de indiferentes y una lista interminable de censuradores dirigidos por la iglesia y la ciencia, luchando en nombre de la moral y la salud.
Sin embargo las cosas empezaron bien. En el antiguo Egipto se celebraba la masturbación que permitió al dios Sol concebir a la pareja original. Y si admitimos que Onán no era un masturbador sino un contraceptor, el Antiguo Testamento no hace, por su parte, ninguna alusión a la masturbación, que no forma parte de los pecados de Israel. Lo que no impedirá, más tarde, a los judios religiosos perseguir con sus represalias esta "improductiva eyaculación".
Los griegos, si bien no manifestaban el entusiasmo de Diógenes, la veían, con su famoso sentido de la moderación como una especie de válvula de seguridad, tanto para los hombres como para las mujeres. La palabra "olisbos", que designaba al predecesor del vibrador, era innegablemente de origen griego. Se asegura que el objeto fue inventado por los lesbios y sobre todo por las lesbianas que vivían en la isla de Lesbos. Las atenienses , desatendidas por sus esposos que se ocupaban de hetarias y prostitutas, se pasaban las señas de los fabricantes de reproducciones, de madera más o menos noble, de óganos masculinos. Un poco más tarde, los frescos eróticos de Pompeya muestran a los romanos perfectamente curtidos en el arte de la masturbación solitaria (un poco) y recíproca (sobre todo) y sin ningún miedo a las acrobacias. El manual de erotología clásica de Forberg nos enseña que la masturbación se hace, para los romanos como para todos, con la propia mano (preferiblemente la izquierda) o con la mano de otro o de otra. Nos recuerda que Príamo eyaculó de esa manera y cita algunos versos del semidiós:
Eso que veis húmedo en este órgano
Por el cual certifico ser Priamo
No creáis que sea llovizna o rocío
Es de él mismo que se alivia
Con el recuerdo de una complaciente doncella.
Esta indulgencia divina es menos extraña de que parece. El imperio romano en su apogeo se admira por el falo en erección. Por cierto, no se le llama falo sino fascinus término con connotación admirativa que designa al órgano en erección y se opone al flácido y patético mentula. El fascinus se convierte incluso en el amuleto y estandarte de Roma. "Mi pene es más preciado que mi vida", profiere un lema romano. Un generalse fue a la guerra con un gigantesco falo de oro esculpido en su carro. Príapo, cuyo fascinus es gigantesco, es un dios muy popular. ¿Por qué entonces, en un contexto tan condescendiente, sería indigno tocar un órgano tan noble?
"Créeme, este órgano no se dirige como se dirigiría un dedo", instruye el poeta Marcial a un amigo que como todo buen romano, se carcome por el terror a la impotencia. Pero el mismo poeta piensa que no se está nunca mejor servido que por uno mismo y reprocha a su mujer no ser bastante habilidosa:
No eres digna de ayudarme en la tarea ni con una palabra ni con tus dedos
Parece que estés preparando incienso y vino.
Para los antiguos, la masturbación a dos es uno de los mejores momentos del amor. "Nadaes mejor que la caricia de una mujer experta en el arte de tocar suavemente los testículos y acariciar delicadamente el trasero" dice un poema latino."
Transcripción de: Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo
Fuente: Fuente: Bantman, B. BREVE HISTORIA DEL SEXO, Editorial: Paidós, Barcelona, España. P. 79-84.
viernes, 3 de mayo de 2013
84 - ALGUNOS COMENTARIOS A PROPÓSITO DEL SUEÑO DE LA PROPIA DESNUDEZ
ALGUNOS COMENTARIOS A
PROPÓSITO DEL SUEÑO DE LA PROPIA DESNUDEZ
SUEÑO
"Mi papá,
mi mamá y yo íbamos para donde un brujo, no sé a qué, yo resulté en la calle desnudo,
solamente tenía una camiseta con la que no me podía tapar, mi papá se devolvió a
traerme una sudadera, después mi mamá y yo nos quedamos en una especie de parque
donde me tapaba también había mucha gente que me miraba, me daba pena, una prima
apareció a ayudarme a tapar, yo le dije que me tuviera en una punta para que yo
pudiera organizarme la camiseta y no entendió y me cogió la otra punta y dejó caer
la camiseta, viéndome los genitales, después nos sacaron, toda la gente me miraba"
Noche del 27 de septiembre
del 2008
En las profundidades
y también en la superficialidad del alma humana se hallan misterios que no están
al alcance del hombre, difíciles de resolver y que comandan su vida anímica. Este
es el caso de todas las manifestaciones del inconsciente como lo son, los chistes,
los lapsus, los actos fallidos y los sueños.
En este espacio
se hablará de los últimos y más específicamente del "sueño de avergonzamiento
ante la propia desnudez"[2]. Sigmund Freud en esta obra da una indicación o una recomendación técnica
al hablar sobre los sueños típicos cuando dice:
Para interpretar un sueño ajeno es
condición indispensable -y ello limita considerablemente la aplicación práctica
de nuestro método- que el sujeto acceda a comunicarnos las ideas inconscientes que
se esconden detrás del contenido manifiesto del mismo. P.263
Hay necesariamente
que dirigirse a la obra para tomar en cuenta aquel estudio serio y profundo que
hace Freud de los sueños, es un estudio científico con el que en 1900 da a conocer
el psicoanálisis y genera una revolución del pensamiento al momento de evidenciar
que todo no se encuentra en las manos del ser humano, que hay algo que se escapa
de control y en este espacio caben perfectamente los sueños, un fenómeno incomprensible,
banalizado, negado y completamente oscuro que deja como resultado una sensación
ignorante en la vigilia del sujeto.
Al comenzar
Freud el parágrafo que trata del tema en cuestión dice:
El sueño de hallarnos desnudos o mal vestidos ante personas extrañas suele
surgir también sin que durante él experimentemos sentimiento alguno de vergüenza
o embarazo. Pero cuando nos interesa es cuando trae consigo tales sentimientos y
queremos huir o escondernos, siendo entonces atacados por aquella singular parálisis
que nos impide realizar movimiento alguno, dejándonos impotentes para poner término
a la penosa situación en que nos hallamos. P. 264
No cualquier
sueño es un sueño típico, debe llevar sentimientos penosos, angustiosos e impotentes
ante la propia desnudez, dice que es lo esencial,
de ser lo contrario tendría el mismo elementos que se interpretarían
individualmente bajo otras representaciones.
Este sueño de
la propia desnudez se presenta como típico y abriga en su núcleo un deseo, como
todos los sueños por decirlo así, pero un deseo remotamente arcaico. Al seguir Freud
hablando y describiendo en qué consiste este tipo de sueños dice:
Las personas ante las que nos avergonzamos suelen ser desconocidas, cuya
fisionomía permanece indeterminada. Otro carácter del sueño típico de este género
es que jamás nos hace nadie reproche alguno, ni siquiera repara en nosotros, con
motivo de aquello que tanto nos avergüenza. P. 265
Aquí se despejan
más las cosas cuando dice que a las personas del sueño además de ser desconocidas
nos ven con absoluta "indiferencia", resultado ello de una labor ardua
de condensación y desplazamiento, los dos mecanismos de defensa que actúan en la
vida onírica y permiten que el guardián del reposo siga.
Así pues:
A la sensación del sujeto correspondería, lógicamente, que los demás personajes
le contemplasen con asombro, se burlaran de él o se indignasen a su vista. Esta
desagradable actitud de los espectadores ha quedado, a mi juicio, suprimida por
la realización de deseos. P. 265
Realización
de deseos que perdura como objetivo final de la labor del sueño, a toda costa, el
sueño salva al sujeto de la angustia que se experimentaría si no se colocara los
disfraces con los que se viste.
Ahora es pertinente
asociar lo que significa este sueño propio, arriba expuesto con todas las limitaciones
inconscientes que tal intento implica, pero de acuerdo a lo dicho en la parte que
precede es lícito hacer algo, aunque sea poco.
El primer recuerdo
que se viene a mi mente al releer este sueño en este momento es a una plazoleta
que me llevaba mi madre a montar bicicleta, seguramente tendría yo dos o tres años
de edad, viene también otra asociación y es que la plazoleta que aparece en mi sueño
es la que en la realidad frecuenté en aquello tiempos. Otro recuerdo asocio pero
aquí me encuentro con la limitación de no poder confesarlo en este espacio y que
hace parte de mi vida íntima. Aquí detengo las asociaciones para decir que esto
es una labor compleja en estos tiempos ya que sólo Freud podría interpretar un sueño
propio más profundamente, aunque se encuentra con limitaciones que manifiesta no
poder proseguir ya que se mete en esferas delicadas, no son sus letras, aquí es
mi interpretación de la manera como lo dice.
A propósito
de estos sueños prosigue más profundamente Freud a explicarnos tal sentido y dice:
[...] se hallan basados en un recuerdo de nuestra más temprana infancia.
Sólo en esta edad hubo una época en la que fuimos vistos desnudos, tanto por nuestros
familiares como por personas extrañas -visitantes, criadas, etc.-, sin que eso nos
causara vergüenza ninguna. P. 266
Así pues estos
sueños regresionan al sujeto a su infancia exhibicionista, cuando el niño se desnuda
y muestra sus atributos orgulloso, hasta que se ve impedido por el cuidador que
instaurará algo a nivel subjetivo y marcará su entrada a la ley y a lo socialmente
estipulado, es decir que desde allí se hace a un niño social y es donde es mirado
por el Otro. y seguido Freud dice:
Asimismo, puede observarse que la propia desnudez actúa sobre muchos niños,
aun en periodos ya algo avanzados de la infancia, como excitante (la negrita es mía). En lugar de avergonzarse, ríen a carcajadas,
corren por la habitación y se dan palmadas sobre el cuerpo [...] Ibid.
Aquí se pone
de manifiesto que el sueño de la propia desnudez si va acompañado de vergüenza o
de angustia es la realización de un deseo de la infancia que fue coartado por el
reproche de un adulto, excitante y cargado de erotismo dirigido al otro.
En la parte
seguida a ese planteamiento Freud hace el paralelo o la comparación de los niños
desnudos con el paraíso, donde los ángeles se encuentran desnudos y sin sentir pena
de nadie, e interpreta que esa añoranza de la humanidad por ir al cielo no es más
que el deseo de volver a esta etapa de la infancia donde el sujeto como niño era
libre.
Este recorrido
fugaz por esa obra de Freud y tratando específicamente un tema que confunde y aterroriza
algunas veces, desemboca en lo que insiste él durante toda esta producción y es
que un sueño es particular aunque los típicos se puedan generalizar parcialmente
como es el caso aquí tratado. En el sueño expuesto al principio concuerdan varias
cosas, la primera es que fue acompañado de vergüenza, pena y angustia, la segunda
consiste en la impotencia por mí sentida al ver que me dejaron desnudo por no seguir
mis indicaciones y la tercera fue la propia desnudez en la que consiste en sueño.
Es recomendación
a todos hacerse responsables de su saber, y no ahorrar esfuerzos en la rigurosidad
del mismo, para interpretar un sueño hay implicados una serie de afectos que no
se pueden evitar, sería más fácil atribuirles elementos premonitorios o
interpretarlo por medio del simbolismo, pero se recomienda a todo aquel que
esté interesado en profundizar que se dirija a la obra aquí citada.
_________________________
[1] Psicólogo titulado de la Universidad Autónoma de Bucaramanga Extensión Armenia, Quindío, actualmente trabaja en la Fundación Hernán Mejía Mejía, con los programas: Comunidad Terapéutica Familiar Escuela de Amor, El paraíso de los niños, y el hogar de paso. También trabaja en clínica particular.
[2] Freud,
S. (1900) La Interpretación de los Sueños. Ed: Biblioteca Nueva (versión Luis
López Ballesteros) Londres.
Bibliografía
- Freud, S (1900) La interpretación de los sueños. Ed: Círculo de lectores, S.A. Valencia, Barcelona. España (Luis López Ballesteros).
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