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domingo, 20 de diciembre de 2015

114 - El vínculo entre yerno y suegra, fragmentos de Tótem y Tabú.



El tema del que voy a hablar en esta transcripción no es azaroso, al contrario, tiene una intención bien clara que es, reflexionar, discutir y analizar aspectos de la realidad que son muy importantes para la comprensión de lo contemporáneo.

Hace mucho tiempo, por allá en la formación universitaria de pregrado me encontré con el gran texto social Tótem y Tabú, donde Sigmund Freud trata la organización del ser humano en sociedad, habla de la prohibición del incesto como base para aquella organización y de una infinidad de temas muy profundos, entre ellos uno, que se transcribirá en este espacio y trata del vínculo entre yerno y suegra.

     "Como es notorio, también en los pueblos civilizados el vínculo entre yerno y suegra es uno de los aspectos más espinosos de la organización familiar. Es cierto que la sociedad de los pueblos blancos de Europa y Norteamerica ya no les prescribe mandamientos de evitación, pero a menudo se evitarían muchas querellas y disgustos si se subsistieran como una costumbre y los individuos no se vieran precisados a erigirlos de nuevo. A muchos europeos acaso les parezca un acto de alta sabiduría el de los pueblos salvajes que, con sus mandamientos de evitación, han excluido de antemano toda inteligencia posible entre esas dos personas que adquirieron tan cercano parentesco. No hay duda de que en la situación psicológica de suegra y yerno está contenido algo que promueve la hostilidad entre ellos y obstaculiza su convivencia.
El hecho de que el gracejo {Witz} de los pueblos civilizados haya tomado como objeto predilecto el tema de la suegra indica, a mi parecer, que las relaciones de sentimiento entre ambos conllevan además unos componentes en aguda oposición. Opino que ese vínculo es en verdad -ambivalente-, compuesto de mociones encontradas, tiernas y hostiles.
     Cierto sector de estas mociones es bien evidente: De parte de la suegra, la aversión a renunciar a su posesión sobre la hija, la desconfianza hacia el extraño a quien la entrega, la tendencia a afirmar una posición dominante a que se había acostumbrado en su propia casa. Y de parte del hombre, la decisión de no subordinarse más a ninguna voluntad ajena, y los celos hacia todas las personas  que poseyeron antes que él la ternura de su mujer -last not least- la aversión a que le empeñen la ilusión de la sobrestimación sexual. Es que este efecto le produciría las más de las veces la persona de la suegra, quien por rasgos comunes le recuerda a la hija, pero ha perdido todos los encantos de la juventud, belleza y frescura psíquica que a sus ojos confieren valor a su esposa.
     Ahora bien, podemos agregar todavía otros motivos merced a la noticia que sobre unas mociones anímicas escondidas nos procura la indagación de seres humanos individuales. Toda vez que la mujer deba satisfacer sus necesidades psicosexuales en el matrimonio y la vida familiar, siempre la amenazará el peligro de quedar insatisfecha por el termino prematuro del vínculo conyugal o por la esterilidad de su propia vida afectiva. La madre que envejece se protege de ese peligro por empatía con sus hijos, identificándose con ellos, haciendo suyas sus vivencias afectivas. Se acostumbra decir que los padres permanecen jóvenes junto a sus hijos; y esta es, de hecho, una de las ganancias anímicas más valiosas que obtienen de ellos. Así, en caso de no haber hijos, falta una de las mejores posibilidades de lograr la resignación requerida para el propio matrimonio. Esta empatía de la madre con su hija la lleva fácilmente a co-enamorarse del hombre a quien esta ama, lo cual, en casos agudos y a consecuencia de la fuerte revuelta contra esa disposición de los sentimientos, lleva a contraer formas graves de neurosis. De cualquier modo, es muy común, que en la suegra la tendencia a ese enamoramiento, y este mismo, o la aspiración que trabaja en sentido contrapuesto, se suman al alboroto de las fuerzas que libran combate al interior de su alma. Harto a menudo es dirigido al yerno, en efecto, el componente no tierno, sádico, de la excitación amorosa, a fin de sofocar tanto mejor al componente tierno, prohibido.
     En el hombre, el vínculo con la suegra es complicado por parecidas mociones, que, empero, provienen de otras fuentes. La vía de la elección de objeto lo ha llevado hasta su objeto de amor, por regla general, a través de la imagen de su madre y quizá también de su hermana; a consecuencia de la barrera del incesto, su predilección {Vorliebe; - amor previo-} se ha deslizado desde esas personas queridas de la infancia hasta parar en un objeto ajeno, imagen especular de aquellas. En lugar de su madre propia, y madre de su hermana, ahora va a entrar en escena a su madre política; así desarrolla una tendencia a recacer en la elección de su prehistoria, pero todo en su interior se revuelve contra ello. Su horror al incesto pide que no se le recuerde la geneaología de su elección de objeto; la actualidad de la madre política, a quien no ha conocido desde siempre como a la madre de suerte que su imagen de lo inconciente pudiera guardarse intacta intacta, la facilita la desautorización. una tendencia a la quisquillosidad y al desaire, que viene a sumarse a la mezcla de sentimientos, nos permite conjeturar que la suegra constituye de hecho una tentación incestuosa para el yerno; por lo demás, no es raro que un hombre se enamore manifiestamente de quien luego será su suegra, antes que su inclinación migre a la hija.
     Por lo que veo, nada nos impide suponer que es justamente este factor del vínculo, el factor incestuoso, el que ha motivado la evitación entre yerno y suegra entre los salvajes. Por eso, para esclarecer estas -evitaciones-, que son de tan severa observancia en estos pueblos primitivos, preferiríamos la opinión, manifestada originariamente por Fison [cf. supra, pag, 23], según la cual en estos preceptos no ha de verse más que una protección frente al incesto posible. Y lo mismo valdría para todas las otras evitaciones entre parientes por consanguinidad o por alianza. Sólo subsiste la diferencia de que en el primer caso el incesto es directo y el propósito de prevenirlo pudo ser conciente; en el otro caso, incluido el vínculo con la suegra, el incesto sería una tentación fantaseada, mediada por uno eslabones intermedios inconcientes.
     En las precententes consideraciones hemos tenido poca oportunidad de mostrar que los hechos de la psicología  de los pueblos pueden verse con una nueva inteligencia merced a la aplicación del abordaje psicoanalítico; en efecto, hace tiempo que el horror de los salvajes al incesto se ha discernido como tal, y no requiere más interpretación. Lo que nosotros podemos añadir para apreciarlo es este enunciado: se trata de un rasgo infantil por excelencia, y de una concordancia llamativa con la vida anímica del neurótico. El psicoanálisis nos ha enseñado que la primera elección de objeto sexual en el varoncito es incestuosa, recae sobre los objetos prohibidos, madre y hermana {tema examinado por Freud en tres ensayos de teoría sexual} y también nos ha permitido tomar conocimiento de los caminos por los cuales él se libera, cuando crece, de la atracción delo incesto. Ahora bien, el neurótico representa {reprasentieren} para nosotros, por lo común, una pieza del infantilismo psíquico; no ha conseguido liberarse de las constelaciones pueriles de la psicosexualidad, o bien ha regresado a ellas (inhibición del desarrollo y regresión). En su vida anímica inconsciente, pues, las fijaciones incestuosas de la libido siguen desempeñando -o han vuelto a desempeñar- un papel principal. Por eso hemos llegado a proclamar como el complejo nuclear de la neurosis el vínculo con los padres, gobernado por apetencias incestuosas. El descubrimiento de esta significación del incesto para la neurosis choca, desde luego, con la más universal incredulidad en las personas adultas y normales; idéntica desautorización oponen también, por ejemplo, a los trabajos de Otto Rank [1907 y 1912], que prueban, en escala cada vez más vasta, en cuán grande medida el tema del incesto se sitúa en el centro del interés poético y brinda a la poesía su material en incontables variaciones y desfiguraciones. Nos vemos constreñidos a creer que aquella desautorización es un producto de la profunda aversión del ser humano a sus propios deseos incestuosos de antaño, caídos luego bajo la represión. Por eso no carece de importancia que los pueblos salvajes puedan mostrarnos que también sienten como amenazadores, y dignos de las más severas medidas de defensa, esos deseos incestuosos del ser humano, más tarde destinados a la condición de inconcientes {Unberwusstheit}." (Freud, S. (1913)  P.23-26)

De lo anterior entonces, se extrae uno de los argumentos principales de este fragmento de Tótem y Tabú en cuanto al tema de la suegra y el yerno, que como todo, es manifestación y repetición de una dinámica inconsciente con su entramado particular, los lugares de la suegra y el yerno despiertan sentimientos arcaicos de estos intercambios actuales. No es algo nuevo, sin embargo se siente que viene tatuado por unas marcas inconscientes sociales muy fuertes. 

Finalmente se dirá que el psicoanálisis leyó al sujeto humano desde su origen, allí como dice Freud en la interpretación de los sueños (1900) se percata que "el inconsciente es egoísta" y nada de lo hablado en este espacio queda por fuera de la anterior frase.

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Fuente: Freud (1913-1912) TÓTEM Y TABÚ - Algunas concordancias en la vida anímica de los pueblos salvajes y de los neuróticos. Ed: Amorrortu editores. Buenos Aires, Argentina. 

Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo candidato a magister en Culturas y Droga

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