Por: Carlos Enrique Correa
Lagos
Este
texto lo voy a escribir en primera persona ya que hablaré de mi experiencia, Nietzsche
decía en Así hablaba Zaratrustra haciendo referencia al poeta y a la poesía,
que él (el poeta) no se podía alejar de la misma, que la poesía es su sangre y
pienso que ningún humano se puede separar de su producto, en el mar del
lenguaje todos nos nombramos y somos nombrados. En este espacio hablaré del ser
docente.
Docente significa “Del lat. docens, -entis, part. act. de docēre 'enseñar'. 1. adj. Que enseña. U. t. c. s. 2. adj. Perteneciente o relativo a la enseñanza. Y enseñanza a su vez quiere decir:
1. f. Acción y efecto de enseñar.2. f. Sistema y método de dar instrucción
3. f. Ejemplo, acción o suceso que sirve de experiencia, enseñando
o advirtiendo cómo se debe obrar en casos análogos.4. f. pl. Conjunto de conocomientos, principios, ideas, etc., que se enseñan
a alguien.[1]
Con las
definiciones dadas atrás puedo entender que ser docente es enseñar por medio
del ejemplo, las acciones o los sucesos, una experiencia vivida, es estar como
referente y también trasmitir conocimientos, principios, e ideas a otros, que
en este caso los otros son los estudiantes.
Siempre
he sido estudiante de la vida y de la academia, pasé por el colegio un largo
tiempo, allí me di cuenta tenía muy poca motivación para estudiar, el colegio
es tedioso, pesado y monótono, hay más cansancio que sed de conocimiento,
siempre me gustó la filosofía y el español, pero hasta ahí.
Para no
extenderme y refundirme en todo lo que pienso de la educación, voy a decir que
la educación y la enseñanza están a nivel psíquico más que físico, la mente
determina a cada estudiante lo que va a ser.
Ser
docente es enfrentarse a lo desconocido, llevando por bandera un semblante de
saber, confieso que me da miedo enfrentar cada clase, lo enigmática que puede
ser, hay un conocimiento previo muy sólido, el paso por la varias
Universidades, el estudio en postgrado y la investigación, pero me acompaña
siempre un grado de miedo, y digo grado porque no es todo el miedo, de ser así
no podría pararme frente a más de cuarenta estudiantes a hablar de psicología.
Lo que
quiero decirles o comunicarles en este escrito es que en el ser docente
descubrí que existe en proceso parecido al terapéutico, en esa comunicación de
enseñanza a través del ejemplo existe transferencia, el psicoanálisis lo sabe
muy bien. Yo no podría describir qué es lo que sucede con la transmisión del
conocimiento y de la experiencia, lo que sí puedo decir es que los estudiantes lo
forman a uno como docente y uno algo les trasmite.
En eso
que se transmite existen toda clase de sentimientos ambivalentes, odio, ira,
admiración, amor, temor, etc. Y no es sólo de los estudiantes hacia el docente,
también en la otra vía. Los estudiantes y también el docente traen historias y
esas historias se entretejen para mostrarse en el salón de clase.
Existe un
texto muy bello de Freud escrito en 1914, en él recuerda sus años de estudiante
y dice:
Todos
los hombres que haya de conocer posteriormente [el estudiante] serán, para él,
personajes sustitutivos de estos primeros objetos afectivos (quizá, junto a los
padres, también los personajes educadores), y los ordenará en series que
parten, todas, de las denominadas imagines del padre, de la madre, de los
hermanos, etc. Estas relaciones ulteriores asumen, pues, una especie de
herencia afectiva, tropiezan con simpatías y antipatías en cuya producción escasamente
han participado; todas las amistades y vinculaciones amorosas ulteriores son
seleccionadas sobre la base de las huellas mnemónicas que cada uno de aquellos modelos
primitivos haya dejado.[2]
Esa herencia afectiva es la que se expresa en cada
relación del docente hacia el estudiante, allí estamos metidos en una relación
educativo-familiar con un cúmulo de huellas de lado y lado, y pienso que son
pocos los estudiantes que lo sienten así, yo cuando era estudiante del programa
de psicología no lo vi de esa manera, no me alcanzaba a percatar de esa dinámica
subjetiva tan fuerte que hay en la enseñanza, y ahora que recuerdo fueron
varios los docentes en los que deposité mis sentimientos.
Finalmente entonces, en este pequeño texto expreso algo de
mi experiencia en la docencia Universitaria del año 2017, satisfecho por la
implicación que tuve con mis estudiantes y ellos conmigo, les agradezco
profundamente el haberme enseñado con sus experiencias y sus preguntas, ustedes
son parte de uno como docente, y como les dije en el Áreandina de Pereira,
Colombia, nunca vayan a permitir que se les apague la llama y la pasión por aprender,
en este caso, de la psicología.