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jueves, 7 de diciembre de 2017

123 - SER DOCENTE II - Escrito el 7 de diciembre el 2017


Por: Carlos Enrique Correa Lagos

Este texto lo voy a escribir en primera persona ya que hablaré de mi experiencia, Nietzsche decía en Así hablaba Zaratrustra haciendo referencia al poeta y a la poesía, que él (el poeta) no se podía alejar de la misma, que la poesía es su sangre y pienso que ningún humano se puede separar de su producto, en el mar del lenguaje todos nos nombramos y somos nombrados. En este espacio hablaré del ser docente.

Docente significa “Del lat. docens, -entis, part. act. de docēre 'enseñar'. 1. adj. Que enseñaU. t. c. s. 2. adj. Perteneciente o relativo a la enseñanza. Y enseñanza a su vez quiere decir:

1. f. Acción y efecto de enseñar.2. f. Sistema y método de dar instrucción 3. f. Ejemploacción o suceso que sirve de experienciaenseñando o advirtiendo cómo se debe obrar en casos análogos.4. f. pl. Conjunto de conocomientosprincipiosideasetc., que se enseñan a alguien.[1]

Con las definiciones dadas atrás puedo entender que ser docente es enseñar por medio del ejemplo, las acciones o los sucesos, una experiencia vivida, es estar como referente y también trasmitir conocimientos, principios, e ideas a otros, que en este caso los otros son los estudiantes.

Siempre he sido estudiante de la vida y de la academia, pasé por el colegio un largo tiempo, allí me di cuenta tenía muy poca motivación para estudiar, el colegio es tedioso, pesado y monótono, hay más cansancio que sed de conocimiento, siempre me gustó la filosofía y el español, pero hasta ahí.

Para no extenderme y refundirme en todo lo que pienso de la educación, voy a decir que la educación y la enseñanza están a nivel psíquico más que físico, la mente determina a cada estudiante lo que va a ser.

Ser docente es enfrentarse a lo desconocido, llevando por bandera un semblante de saber, confieso que me da miedo enfrentar cada clase, lo enigmática que puede ser, hay un conocimiento previo muy sólido, el paso por la varias Universidades, el estudio en postgrado y la investigación, pero me acompaña siempre un grado de miedo, y digo grado porque no es todo el miedo, de ser así no podría pararme frente a más de cuarenta estudiantes a hablar de psicología.

Lo que quiero decirles o comunicarles en este escrito es que en el ser docente descubrí que existe en proceso parecido al terapéutico, en esa comunicación de enseñanza a través del ejemplo existe transferencia, el psicoanálisis lo sabe muy bien. Yo no podría describir qué es lo que sucede con la transmisión del conocimiento y de la experiencia, lo que sí puedo decir es que los estudiantes lo forman a uno como docente y uno algo les trasmite.

En eso que se transmite existen toda clase de sentimientos ambivalentes, odio, ira, admiración, amor, temor, etc. Y no es sólo de los estudiantes hacia el docente, también en la otra vía. Los estudiantes y también el docente traen historias y esas historias se entretejen para mostrarse en el salón de clase.

Existe un texto muy bello de Freud escrito en 1914, en él recuerda sus años de estudiante y dice:

Todos los hombres que haya de conocer posteriormente [el estudiante] serán, para él, personajes sustitutivos de estos primeros objetos afectivos (quizá, junto a los padres, también los personajes educadores), y los ordenará en series que parten, todas, de las denominadas imagines del padre, de la madre, de los hermanos, etc. Estas relaciones ulteriores asumen, pues, una especie de herencia afectiva, tropiezan con simpatías y antipatías en cuya producción escasamente han participado; todas las amistades y vinculaciones amorosas ulteriores son seleccionadas sobre la base de las huellas mnemónicas que cada uno de aquellos modelos primitivos haya dejado.[2]

Esa herencia afectiva es la que se expresa en cada relación del docente hacia el estudiante, allí estamos metidos en una relación educativo-familiar con un cúmulo de huellas de lado y lado, y pienso que son pocos los estudiantes que lo sienten así, yo cuando era estudiante del programa de psicología no lo vi de esa manera, no me alcanzaba a percatar de esa dinámica subjetiva tan fuerte que hay en la enseñanza, y ahora que recuerdo fueron varios los docentes en los que deposité mis sentimientos.

Finalmente entonces, en este pequeño texto expreso algo de mi experiencia en la docencia Universitaria del año 2017, satisfecho por la implicación que tuve con mis estudiantes y ellos conmigo, les agradezco profundamente el haberme enseñado con sus experiencias y sus preguntas, ustedes son parte de uno como docente, y como les dije en el Áreandina de Pereira, Colombia, nunca vayan a permitir que se les apague la llama y la pasión por aprender, en este caso, de la psicología.


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