Estas letras salen de mi interior, siento que debo escribirles a ustedes para justificar mi ausencia, ausencia que no es total, saben que desde que fui su docente no lo puedo dejar de ser, así me olviden, de cada uno de ustedes aprendí algo en esta labor alfarera de transmitir.
En este momento recuerdo la primer clase que dí, fue en el segundo semestre del 2017 al salón de Carolina Gallego, Juan, Julián, Jhonatan, Anny, las Luisas, Manuela (me disculpan si se me escapa alguien) e hicimos el primer dibujo de la figura humana, proyectivo, de allí sentí la acogida desinteresada que me dieron, una comprensión admirable y lo más valioso que tuve hasta ayer, fue el calor humano que como personas me brindaron. Desde ese momento tuve contacto con segundos semestres, terceros, cuartos, quintos y septimos, aprendí que cada sesión de clase es un encuentro único, con ustedes lo fue, desde la mayor alegría jugando los amigos secretos que nunca olvidaré, estos recuerdos siempre serán míos y harán parte de mi historia como docente del Área Andina Pereira, hasta las tensiones, conflictos y enseñanzas; por eso y por todo les digo GRACIAS, ustedes son únicos, y están por esta rama que se llama psicología que se debería llamar psicolovida, cada psicólogo trabaja con su vida, eso también estoy seguro que se los logré transmitir.
Recuerden que cada uno de ustedes tiene su ritmo y hacen el proceso de aprendizaje de acuerdo a ese ritmo, caminen y den pasos firmes, el miedo no sirve. GRACIAS por ser ustedes conmigo, me disculpan si en algún momento los incomodé con mi manera de actuar, somos humanos y como tal nos equivocamos.
Este adiós se justifica en el hecho de que no pude acorar horario con la universidad y lo que quedaba no me favorecía, así que decidí renunciar.
Sólo les doy a ustedes GRACIAS por abrirme sus corazones, por ser sinceros, por querer aprender y haberme permitido dejarles algo de mi experiencia.
Les deseo mucha fuerza en esta formación, un tremendo valor para enfrentar los conflictos y mucha humildad para aprender de ellos.
Los quiero y siempre los llevaré conmigo.
Atentamente,
El Profe Carlos Enrique Correa Lagos.
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