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viernes, 5 de agosto de 2011

64 - Los celos, la "infidelidad" y el encuentro con tendencias sexuales inconscientes ambivalentes I

La Casada Infiel

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.

Federico García Lorca, 1928

 
LOS CELOS, LA INFIDELIDAD Y EL ENCUENTRO CON TENDENCIAS SEXUALES INCONSCIENTES AMBIVALENTES


En esta gran tarea que nos hemos emprendido el cartel “la familia contemporánea” de mirar algunos elementos para trabajarlos a todos los niveles, me he encontrado con exigencias o mejor, anuncios simbólicos que me llevan a caminar por varios senderos, en esta oportunidad me reencontré con un tema anunciado en una ocasión pasada, el de los celos en la “infidelidad”. Desarrollaré algunos comentarios sobre este tema agregándole otro elemento, los sentimientos ambivalentes que Freud llama en alguna parte para referirse a que no se está en una posición psíquica fija e inmovible, decir, desorden u orden, bien o mal, etc. Sino que vacilamos entre las dos, una queda reprimida y la otra es la que se presenta de manera manifiesta.

Este tema tiene mucho que explorar, pero esa no es mi intención en esta oportunidad. Lo que aprovecharé para decir es entorno a los celos principalmente, no sin antes mencionar que el texto de La Novela Familiar del Neurótico, escrito por Freud entre 1908-1909, ha sido desde el principio de gran utilidad para todo mi trabajo, en este texto él menciona entre otros temas, los celos que siente el niño o la niña inconscientes, fantasiosos e imaginarios y de allí arman toda una trama novelesca para con sus padres:

tanto la esencia misma de la neurosis como la de todo talento superior tienen por rasgo característico una actividad imaginativa de particular intensidad que, manifestada primero en los juegos infantiles, domina más tarde, hacia la época prepuberal, todo el tema de las relaciones familiares. (1)

es por eso que él insiste en la importancia de la familia en toda la vida psíquica inconsciente de los humanos, pues esta determina su futura relación con el mundo y con el otro, ya Lacan ha desarrollado los discursos que hablan de ello y que nombra como las maneras que tiene cada sujeto para formar lazo social, y lo dice así “el inconsciente es el inconsciente del Otro”, siendo esto una afirmación para estudiar y que yo en el momento entiendo como que el sujeto es nacido en su relación con el otro y consecuentemente con el Otro que en la mayoría de sujetos es la Madre.

Volviendo al tema de los celos, la infidelidad y los sentimientos o tendencias sexuales ambivalentes que se dan en las relaciones familiares humanas veo pertinente resaltar y volver a nombrar lo que deja ver Freud en La Novela Familiar sobre el tema:

Con el conocimiento de los procesos sexuales surge en el niño la tendencia a imaginarse situaciones y relaciones eróticas, tendencia que es impulsada por el deseo de colocar a la madre -objeto de la más intensa curiosidad sexual- en situaciones de secreta infidelidad y de relaciones amorosas ocultas. (2)

Me llama mucho la atención este fragmento del texto ya que Freud dice que el niño “imagina” esas situaciones eróticas, y aquí es muy importante detenernos y pues el registro imaginario es el más débil y sujeto a derrumbamientos, es decir, a cambios, a sustituciones porque es ficticio, endeble. Pensando esto:

Los hermanos menores son los que más particularmente tienden a utilizar estas creaciones imaginativas para privar a los hermanos mayores de sus prerrogativas (igual que sucede en las intrigas históricas) y a menudo no vacilan en adjudicar a la madre tantas relaciones amorosas ficticias como competidores fraternos encuentran. Puede darse entonces una interesante versión de esta novela familiar, en la cual su

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(1) Freud. S. (1908-1909), La Novela Familiar del Neurótico, obras completas versión electrónica.
(2) Ibíd.


Escrito por: Carlos Enrique Correa Lagos en el cartel psicoanalítico de La Familia Contemporánea, Viernes 5 de agosto del 2011


63 - Los celos, la "infidelidad" y el encuentro con tendencias sexuales inconscientes ambivalentes II

protagonista y autor vuelve a reclamar la legitimidad para sí mismo, mientras que elimina a los hermanos y hermanas, proclamándolos ilegítimos. (3)

Aquí vemos entonces que en las relaciones familiares a nivel inconsciente se compite con los hermanos para reclamar el puesto que imaginariamente se construyó en la relación con la madre, y que se cree legítimo el sujeto para ocupar, y es por eso que el intruso se encuentra en su propia casa, a estos sujetos se les agregaría además del padre, el o los hermanos con los que emprenderían una lucha o competencia - y eso se puede corroborar en los dichos tales como “a usted lo (la) quieren más que a mí” - , y pienso en este momento en la “infidelidad” del orden imaginario, con todas sus tramas, sus máscaras, sus mentiras, sus construcciones ficticias, pues allí ésta misma da espacio para que quepa todo, los celos, las traiciones – imaginarias igualmente – y toda esta basura que invade a aquel que sufre la infidelidad en ese registro. Sabemos que ésta no es solamente imaginaria ya que toda imaginación se sustenta en un hecho real, aunque no tenga nada que ver, se engrandezca, se infle, pero de alguna parte debió de haber salido.

Hasta aquí entonces podemos decir que en el niño que tiene una íntima relación con su primero objeto de amor, su primer objeto Todo, hay un sentimiento, un afecto llamaría yo a eso de pertenencia, pues la Madre es del niño y aunque exista el padre, él quiere ocupar su puesto, poseer a la madre.

Pensando esto desde el segundo punto que son los celos, sentimiento que es consecuencia del que cree o al menos sospecha de que hay una “infidelidad” que lo invade, me parece pertinente conocer qué es lo que está estipulado desde la lengua que nos rige en cuanto a este término:

Celo: 1. m. Cuidado, diligencia, esmero que alguien pone al hacer algo.
2. m. Interés extremado y activo que alguien siente por una causa o por una persona.
3. m. Recelo que alguien siente de que cualquier afecto o bien que disfrute o pretenda llegue a ser alcanzado por otro. U. m. en pl.
4. m. En los irracionales, apetito de la generación.
5. m. Época en que los animales sienten este apetito.
6. m. Período del ciclo menstrual de la mujer en que se produce la ovulación.
7. m. pl. Sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra. (4)

Como ha pasado muchas veces en este camino, hay sorpresa al buscarle el significado fijado en la lengua, pues celo es el singular de celos, entre tanto tomaremos el significado número 7 para esta ocasión que dice: sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada quiera a otra, eso es el celo o los celos.

Con este recorrido entre la significación y la aclaración terminamos parcialmente.
LOS celos, como la tristeza, cuentan entre aquellos estados afectivos que hemos de considerar normales. De este modo, cuando parecen faltar en el carácter y en la conducta de un individuo, deducimos justificadamente que han sucumbido a una enérgica represión y desempeñan, por consecuencia, en su vida anímica inconsciente un papel tanto más importante. Los casos de celos anormalmente intensos observados en el análisis muestran tres distintos estratos o grados, que podemos calificar en la siguiente forma: 1º, celos concurrentes o normales; 2º, celos proyectados, y 3º, celos delirantes. (5)

Freud en su descubrimiento del inconsciente sitúa entonces a este estado afectivo – no

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(3) Ibíd.
(4) Diccionario de la real academia española versión electrónica.
(5) Freud, (1921 – 1922), Sobre Algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad, obras completas versión electrónica.

Escrito por: Carlos Enrique Correa Lagos en el cartel psicoanalítico de La Familia Contemporánea, Viernes 5 de agosto del 2011

62 - Los celos, la "infidelidad" y el encuentro con tendencias sexuales inconscientes ambivalentes III

sentimiento – como normal en algunos sujetos neuróticos, y que de algún modo la mayoría de los que los viven los ven como algo normal cuando no molestan tanto como para buscar algún tipo de orientación. También él les pone un lugar de acuerdo a la dinámica inconsciente diciendo que cuando en un sujeto que no se encuentran de manera consciente es porque han sucumbido, han sido reprimidos, se han desalojado de la conciencia y que allí tienen un papel más importante. Tratando de leer a Freud pienso en que cuando dice que estando los celos en la vida anímica inconsciente tienen un papel más importante se me ocurre considerar los sueños como ese destino al que son llevados los celos en el sujeto “no celoso”, también teniendo en cuenta el significado de la palabra.

En esta cita Freud habla de los celos observados en su clínica y que de alguna forma ponen al sujeto en una posición incómoda frente a su sufrimiento, es decir, el sujeto se encuentra de frente con su angustia, con su vacío, con algo que está fuera de su cadena significante, algo que no se liga, ósea, con lo real. Nos nuestra entonces tres tipos de celos que encontró en su clínica y que eran estructuralmente distintos, los celos concurrentes o normales, los celos proyectados y los celos delirantes.

Sobre los celos normales poco puede decir el análisis. No es difícil ver que se componen esencialmente de la tristeza y el dolor por el objeto erótico que se cree perdido, de la ofensa narcisista en cuanto nos es posible diferenciarla de los elementos restantes y, por último, de sentimientos hostiles contra el rival preferido y de una aportación más o menos grande de autocrítica que quiere hacer responsable al propio yo de la pérdida amorosa. (6)

Cuando los celos son “normales” se presentan sentimientos también “normales” más vivibles y soportables ya que el sujeto cree que el objeto erótico se ha perdido y esto tiene consecuencias en el narcisismo suyo que le exige consecuentemente redireccionar su libido y a sus pulsiones cambiar de objeto, se siente culpa, pueden haber autorreproches entre una variedad de respuestas del sujeto frente a su experiencia.

Estos celos no son, aunque los calificamos de normales, completamente racionales, esto es, nacidos de circunstancias actuales, proporcionados a la situación real y dominados sin residuo alguno por el yo consciente, pues demuestra poseer profundas raíces en lo inconsciente, continúan impulsos muy tempranos de la afectividad infantil y proceden del complejo de Edipo o del complejo fraterno del período sexual. Es también singular que muchas personas los experimenten de un modo bisexual, apareciendo como causa eficiente de su intensificación en el hombre, además del dolor por la pérdida de la mujer amada y el odio contra el rival masculino, la tristeza por la pérdida del hombre inconscientemente amado y el odio contra la mujer considerada como rival. (7)

Los celos “normales” parecen poseer profundas raíces en lo inconsciente y especialmente en el complejo de Edipo o del complejo fraterno del periodo sexual lo que me haría pensar en la posible inexistencia de la “infidelidad” en la vida adulta, o que de un momento a otro el sujeto que era “fiel” se convirtió en un “infiel” despiadado y sin consideración. Habría que ver eso en la clínica para comprobar una vez más que el adulto es el resultado de una estructuración temprana, eso, lo descubrió el psicoanálisis. También este último punto de la cita donde dice que es singular que muchas personas experimenten de un modo bisexual este afecto, y al pensar en la bisexualidad me detengo un poco para mirar la contemporaneidad, lo que pertenece a esta época y puede que se presenten los celos en el sujeto con mayor o menor intensidad, empero hay una especie de lo que yo llamaría “una liberación homosexual femenina” con sus tramas y complicaciones, por eso:

“el eslabón con el que Freud vinculó a la histeria con la paranoia pasa por la feminidad, pasa por la mujer, y ese eslabón es lo que podemos llamar la fijación femenina a la madre.”(8)

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(6) Ibíd.
(7) ibíd.
(8) Aparicio, Sol (2006), ¿Histeria o PARANOIA?, Editorial Asociación del Foro del Campo Lacaniano de Medellín, Colombia.

Escrito por: Carlos Enrique Correa Lagos en el cartel psicoanalítico de La Familia Contemporánea, Viernes 5 de agosto del 2011

61 - Los celos, la "infidelidad" y el encuentro con tendencias sexuales inconscientes ambivalentes IV

Esto abre las puertas para un futuro tema y es el de la sexualidad femenina, y mis posibles desarrollos frente a él. Lo que quiero mostrar aquí es la posible hipótesis si se puede llamar así, aunque la palabra es incómoda, de la relación mujer-madre y su posible relación con la identificación sexual, de ser mujer, no un poquito hombre y no mujer toda. Esto anterior tiene relación con el complejo de Edipo en la niña, su no superación y el amor hacia el primer objeto que en el mismo caso del niño es la madre.
Lo que acabo de decir es un poco polémico al pensar el complejo de Edipo en la niña, pero lo trabajaré en otra oportunidad. Solamente quería pensar el sentido posible y apresurado, de la actual “liberación homosexual femenina”.

Los celos del segundo grado, o celos proyectados, nacen, tanto en el hombre como en la mujer, de las propias infidelidades del sujeto o del impulso a cometerlas; relegado, por la represión, a lo inconsciente. Sabido es que la fidelidad, sobre todo la exigida en el matrimonio, lucha siempre con incesantes tentaciones. Precisamente aquellos que niegan experimentar tales tentaciones sienten tan enérgicamente su presión que suelen acudir a un mecanismo inconsciente para aliviarla, y alcanzan tal alivio e incluso una absolución completa por parte de su conciencia moral, proyectando sus propios impulsos a la infidelidad sobre la persona a quien deben guardarla. (9)

En esta clase de celos aparece la proyección como mecanismo de defensa del Yo, Freud lo dice, de las propias infidelidades del sujeto o impulso a cometerlas siendo el destino de ese impulso el desalojo a lo inconsciente. Aquí sería lícito pensar en lo que es de orden imaginario y lo que es de orden simbólico ya que no siempre que un sujeto se ve impulsado o el deseo juega un papel en la infidelidad, este es desalojado, pues en ocasiones puede cometer el acto, a eso se refiere Freud cuando habla de sus propias infidelidades - las del sujeto - , el impulso queda o no en el inconsciente luchando con tentaciones que lo invitan al goce no actuado o actuado (simbólica o imaginariamente), el sujeto proyecta esta “infidelidad” o los celos al otro – pareja, culpándolo (a) de su propio deseo. En este segundo grado los celos se ponen afuera y se manifiestan en reproches y reclamos por su falta de lealtad.

Las costumbres sociales han tenido en cuenta prudentemente estos hechos y han dado cierto margen al deseo de gustar de la mujer casada y al deseo de conquistar del hombre casado, esperando derivar así fácilmente la indudable inclinación a la infidelidad y hacerla inofensiva. Determinan que ambas partes deben tolerarse mutuamente esos pequeños avances hacia la infidelidad y consiguen, por lo general, que el deseo encendido por un objeto ajeno sea satisfecho en el objeto propio, lo que equivale a un cierto retorno a la fidelidad. Pero el celoso se niega a reconocer esta tolerancia convencional. No cree que sea posible una detención o un retorno en el camino de la infidelidad ni que el flirt (coqueteo) constituye un seguro contra la verdadera infidelidad. En el tratamiento de tales sujetos celosos ha de evitarse discutirles el material en el que se apoyan, y sólo puede intentarse modificar su interpretación del mismo. (10)

Los momentos en el tiempo han cambiado en el siglo XXI se podría considerar que existen despojos del mandamiento de la ley de Dios “El noveno, no consentirás pensamientos ni deseos impuros” (11) hacia la mujer de tu prójimo, y digo despojos o residuos porque actualmente nos percatamos que sería una pretensión grande creer que esto es cierto del todo. La dinámica del deseo es la de la pulsión, no satisfacerse. Entonces esta vuelta del deseo a la resignación con el objeto que se tiene, tiembla para asegurar la fidelidad.

Por último Freud habla de los celos del tercer grado, los celos delirantes que se presentan en la paranoia:

Los celos surgidos por tal proyección tienen, desde luego, un carácter casi delirante –lo habla Freud refiriéndose a los proyectivos-; pero no resisten a la labor analítica, que descubre las fantasías inconscientes subyacentes, cuyo contenido es la propia infidelidad. Mucho menos favorable resulta el caso de los celos del tercer grado o propiamente delirantes. También éstos nacen de tendencias infieles reprimidas; pero los objetos de las fantasías son de carácter homosexual. Los celos delirantes corresponden a una homosexualidad y ocupan con pleno derecho un lugar entre las formas clásicas de la paranoia. Como tentativa de defensa contra un poderoso impulso homosexual podrían ser descritos (en el hombre) por medio de la siguiente fórmula: No soy yo quien le ama, es ella. (12)


Freud deja el tema para trabajarlo en su número dos del texto con el mismo nombre, y en esta ocasión también lo dejaremos de lado ya que pertenecen a una estructura diferente de la neurótica y todo el asunto de la “infidelidad” del orden imaginario juega un papel harto diferente.

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(9) Freud, (1921 – 1922), Sobre Algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad, obras completas versión electrónica.
(10) Freud, (1921 – 1922), Sobre Algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad, obras completas versión electrónica.
(11) Sacado de: http://webcatolicodejavier.org/mandamientos.html
(12) Freud, (1921 – 1922), Sobre Algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad, obras completas versión electrónica.
Escrito por: Carlos Enrique Correa Lagos en el cartel psicoanalítico de La Familia Contemporánea, Viernes 5 de agosto del 2011