En otro momento he tocado este tema cuando hablé de Sísifo acá, ahora pretendo ampliar el panorama mostrando por medio del temible Cerbero toda su importancia, mirar el INFIERNO desde una imágen en la mente, ese en el que se encontraron Jesús y Hades, pues una oración lo dice cuando nombra... [descendió a los infiernos y al tercer día resucitó entre los muertos para estar sentado a la diestra de Dios padre todo poderoso...] con todo esto se da cuenta que la mitología no está nada separada del nacimiento de la religión católica y cristiana, es una trasición de A salió B, además, que quieran caricaturizarla es otro empeño mal logrado, pues aún vive. Así es pues que en esta oportunidad se hablará de Cerbero:
*"El Cancerbero:
Hace muchos siglos en las regiones subterráneas de la antigua Grecia, en las cavernas que vomitan fuego que servían de morada a los muertos, se veían almas muertas bebiendo el olvido de la vida terrena en el río Leteo -el río del infierno-.
También se observaban en el averno horribles esqueletos vigilantes heraldos de las Moiras -las diosas griegas del destino, testigos inmutables del nacimiento y del fallecimiento; las hiladeras que tejen los acontecimientos de los mortales, las mismas deidades que "cortan el hilo de la vida" sin clemencia, sin compasión, con frialdad inflexible e inexorable.
Igualmente se distinguían en el Tártaro -morada de los condenados en el en el abismo de los infiernos- Erinias -las diosas griegas de la venganza que tenían como misión castigar los crimenes y las maldades causadas por los difuntos, a quienes amenazaban con antorchas incandecentes y puñales vengativos para garantizar el orden moral y las leyes de la naturaleza.
Igualmente se diferenciaban Arpías -las divinidades fúnebres mensajeras de Hades -el invisible dios griego de los infiernos-; Arpías encargadas de llevar las almas muertas a aquel mar de llamas , vapor, asfixia y sufrimiento.
En aquel Tártaro -o infierno- se vislumbraba la laguna Estigia en la cual desembocaba el río Hades. En "el agua de Leteo" se bañaba la diosa Envidia -hija del gigante Palas y de la laguna Estigia-.
A la diosa Envidia la acompañaba Odio -un hombre armado con una espada, portador de un escudo de hiel, resentimiento, frustración y amargura-; Odio que repentinamente se transformaba en una mujer furiosa vestida con serpientes, arañas, murciélagos y alacranes.
A la dios Envidia o a Odio les acompañaba Adulación -la lisonja con figura andrógino- la conjunción del hombre y la mujer reflejando el conflicto interior; Adulación portaba una flauta y se vestía con abejas armadas de aguijones que excretaban miel de trampas, traiciones, intereses escondidos y artimañas.
Junto a Envidia, Odio y Adulación se encontraba Adulterio -una víbora y una lamprea entrelazada-, todos disfrutaban de los vapores calientes de Adormidera -la planta somnifera fuente de sueños de dolor y noches mortales-.
En la laguna Estigia también estaba Hambre -la hija de la infernal tenebrosidad-.
A Hambre la acompañaba pobreza -la divinidad romana hija de lujo y de la osciosidad y madre de la industria y de las artes-.
Igualmente se descubría en el averno Ares -el dios griego de la guerra- y Cronos -el dios que personifica el tiempo-, el cual llevaba la guadaña, la clepsidra o reloj de arena.
A todos los arropaba un eclipse de desastre que les recordaba que ellos eran causantes de la devastación y el fin del mundo.
Mientras Envidia, Odio, Adulación, Adulterio, Hambre, Pobreza, Ares y Cronos se humedecían en el río Hades y en la laguna Estigia del averno; Momo -el dios de la burla y el sarcasmo, hijo del sueño y de la noche mortal-, se reía de aquel carnaval de locura baquica o dionisíanica en honor a los dioses de los placeres, los licores y la inspiración poética orgiástica.
Además acompañaban a los representantes de la maldad hombres y mujeres que Hades -el dios del averno- había transformado en animales: serpientes venenosas, hienas carroñeras, escorpiones traicioneros, murciélagos que no dejaban conciliar el sueño a los fallecidos; buitres del mal aguero devorando las entrañas de los cadáveres putrefactos, nauseabundos y malolientes sin dolientes y ranas diabólicas que croaban incesantemente; mientras ratones hambrientos se escondían del dios Apolo -la personificación del sol y divinidad de la luz, la música, la poesía y la elocuencia.
También se veían Licántropos -hombres lobos- astutos, crueles, muertos de hambre, engullendo cerdos impuros, lujuriosos, esclavos de la gula.
Y en la puerta abierta y cerrada del infierno que separa a los muertos de los vivos, hecha con huesos humanos y adornada con un reloj de arena símbolo de la relaciónes entre entre el mundo superior y el inferior, y un reloj de agua emblema del avance del tiempo y una enorme calavera ingsinia de la caducidad de la vida eterna, se hallaba Cancerbero, -el portero o guardián del Hades-, el responsable que nadie saliera ni entrara sin la autorización del dios del tártaro.
Cancerbero -un perro monstruoso de tres cabezas-, cada una con orejas que parecían seis puñales, con media docena de ojos de fuego, con tres narices que explelían chorros de llamas color arco iris, con tres enormes bocas abiertas, montrando colmillos fluidos, amenazantes y con tres lenguas biforcadas de viboras letales.
Del cuerpo de Cancerbero se desprendían tres largos, gruesos y musculosos cuellos que evidenciaban la fuerza extraordinaria de Hades.
El tronco de Cancerbero se parecía al cuerpo de un león gigante, de cola tenía una fabulosa serpiente que mantenía su cabeza altiva, sus ojos abiertos, lo mismo que su boca mostrando largos colmillos cargados de veneno.
Las extremidades de Cancerbero parecían las patas de una jirafa y se apoyaba en pezuñas que se dividían cada una en cinco garras muy afiladas, agresivas y venenosas.
La piel de Cancerbero parecía una colcha de espinas, aguijones y púas de erizo de colores dorado, plateado, púrpura, negro, blanco y café.
Cancerbero era de configuración contraria a la de la naturaleza, poseso de la fuerza del demonio, vigía de la mansión de los muertos, terror de las almas malvadas y olvidadas.
Cancerbero siempre se mantenía en movimiento, rugiendo fuerte y espantoso a la ves que eructaba olor a carne chamuscada y ecos de dolor, llanto, sufrimiento y arrepentimiento, de almas suplicantes que le imploraban desde sus entrañas que las dejara salir del horno del infierno.
Y una de esas almas que rogaba revivir fuera del Haces, era la de Perséfone -la hija de Zeus dios de los dioses y Demeter la Madre diosa de la agricultura, protectora de los cereales, el trigo y las cosechas-.
A Perséfone, Hades -el dios subterráneo- la raptó y la llevó al Erebo para que reinara con él en el averno.
También le suplicaba a Cancerbero para que la dejara partir del Tártaro Eurídice -una de las ninfas de menor jerarquía quien al momento de contraer matrimonio solemne con Orfeo -el legendario rapsoda y músico griego de estirpe divina-, fue intentada secuestrar por Aristeo -su antiguo amante.
Y al huir la aterrorizada ninfa Eurídice, la mordió la hidra de Lerna (en otras versiones cayó a un nido de serpientes) -una serpiente o dragón enorme de siete cabezas-, poniéndole fin a su existencia terrenal.
Luego la Muerte -hija de la noche y de duro corazón, temida y odiada por los mortales, con sus alas negras y su guadaña-, llevó a Eurídice a la prisión infernal.
Entonces Orfeo muy triste y desconsolado, pero muy enamorado, bajó a buscar a Eurídice en el mundo de los muertos, sin estar invitado.
Al llegar Orfeo a la puerta del Hades, se topó con Cancerbero, quien lo recibió malhumorado porque el poeta no estaba en la lista de invitados al Tártaro.
En aquel momento el recursivo y astuto Orfeo para calmar el mal genio de Cancerbero hizo sonar su flauta erótica y funeraria, su lira de armonía cósmica y su citara mágica recibida del dios Apolo.
Y Orfeo con su música rítmica y espiritual, hizo caer a Cancerbero en "los brazos de Morfeo" -el hijo del sueño y de la noche-.
Y aprovechando las tinieblas del Erebo, Orfeo pasó por el río Hades y por la laguna Estigia y con su melodía y complicidad de Ocno -hijo del sueño y de la noche-, adormeció la diosa Envidia, a Odio, a Adulación, a Adulterio, a Hambre, a Pobreza, al dios Ares, a las Moiras -las diosas del destino-, a Cronos -el dios del tiempo- y enterneció los corazones de los demonios, especialmente al dios Hades y a la reina del averno -Perséfone-, quienes toleraron y permitieron a orfeo llevarse a Eurídice al mundo de los vivos, con dos condiciones: una que mientras salieran los enamorados del averno, Orfeo no hicierasonar los fantásticos instrumentos musicales, dos que no mirarahacia atrás para ver a Eurídice.
Tan pronto Orfeo dejó de producir las excelsas melodías, las almas de los malvados, la diosa Envidia, Odio, Adulterio, Pobreza, Adulación, las Moiras, Ares, Cronos, las tres Gorgonas y las Arpías se despertaron y aprovechando que Cancerbero su cruel carcelero, se encontraba dormido, se fugaron en la balsa del demonio por el río Hades, ayudados por Hefestos -el dios griego del fuego terrestre- quien eructó lenguaradas de llamas hacia las regiones celestes. ¡Almas malas!, ¡muertas vivas!, que luego llegaron a la tierra a causar tragedias, sufrimientos, dolores y aflicciones a toda la humanidad.
Y cuando Orfeo iba llegando al portón del hades, miró hacia atrás pata contemplar a su amada Eurídice. Ipso facto, Hades -el dios invisible del Tártaro-, lo castigó sin clemencia, tragándose el Erebo a Eurídice.
Después Orfeo desconsolado, salió por la puerta del averno sin hacer sonar sus instrumentos musicales, en ese preciso instante Cancerbero se despertó y con sus enormes garras, trató de apresar a Orfeo para matarlo.
Afortunadamente en ese momento Heracles -el más famoso y popular de los héroes mitológicos de la antigua Grecia-, vencedor de malhechores y de monstruos, quién tenía fuerza sobrehumana, personificando el valor, la resistencia y el predominio del bien sobre el mal y quien estaba en misión de trabajo que le impuso el rey Eurísteo -monarca de los tirintos-; se trenzó en una lucha bravía con Cancerbero al cual dominó sin armas, con la ayuda de -Atenea- la diosa de la sabiduría, los aspectos mortales y los combates.
Luego Hércules le presentó al rey Eurísteo a Cancerbero y después lo devolvió al mundo de los muertos.
Al llegar Cancerbero al infierno, Hades -el dios del Tártaro- quien estaba muy furioso con Cancerbero su perro portero, por haberdejadoescapar a la diosa Envidia, a Odio, a Adulación, a Adulterio, a Hambre, a Pobreza, a Ares -el dios de la guerra-, a Cronos -el dios del tiempo-, a las Moiras -las diosas del destino-, a las tres gorgonas, a las Arpías y a Orfeo a quien las cortes infernales deseaban mantener en el averno para que los distrajera y alegrara con su excelsa música; castigó a Cancerbero convirtíendolo en Cerbero -un perro monstruo con cincuenta cabezas-, condenando a ser el guardián eterno del Caos, el Erebo, el averno, la laguna estigia, el Hades y el Tártaro."
Con este escrito se dice mucho de la vida, la muerte, el amor, la incondicionalidad y muchas otras cosas más.
Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo.