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domingo, 26 de agosto de 2012

70 - El carácter psíquico del dinero (dinero de chocolate)


 
Este blog está destinado a escribirse, a leerse y a entenderse desde cada cual, aparte de los temas aquí tratados que consisten en reflexiones desde la mitología, la psicología el psicoanálisis y lo humano en general, nada está desligado de lo otro, un tema tiene que ver con el otro y como resultado hablamos de una misma cosa de la psíquis.

Ahora después de lo que se ha dicho se comenzará con una reflexión y análisis de interés para algunos (yo diría para todos) porque se está en contante relación con el objeto a tratar, EL DINERO, ¿a quién no le ha faltado o sobrado en el caso contrario y por eso se incomoda?, hay angustia, preocupación entre muchas otras cosas que esto puede crear en el ser humano.

Claro está el sujeto puede tener múltiples relaciones con ese objeto, pero alguien se ha preguntado, ¿qué es? ¿cómo funcionaba en el pasado?... a continuación en una serie de escritos se mirará desde un poco de historia hasta llegar finalmente al pensamiento parcialmente final el carácter psíquico del dinero.

Se tomará de referencia para este primer artículo y para algunos otros el libro de Jack Weatherford llamado LA HISTORIA DEL DINERO.

"*Dinero de Chocolate:

Los aztecas empleaban el chocolate como dinero; más exactamente, utilizaban las semillas del cacao, habitualmente denominadas habichuelas. Con estas semillas de cacao se podía comprar frutas y vegetales como maíz, tomates, ajíes, calabazas, chayotes y maní; alhajas de oro, plata, jade y turquesa; bienes manufacturados como sandalias, ropas, capas emplumadas, armaduras acolchadas con algodón, armas, cerámicasy cestería; carnes varias como pescado, venado, pato; y bienes exclusivos como alcohol y esclavos.
Los mercados aztecas solían hallarse a un costado de las edificaciones del gobierno central, de modo que el intercambio de bienes se realizara bajo la supervisión estricta de los funcionarios del gobierno. Mercados como el que había en el centro de Tenochtitlán ocupaban en área muy extensa, y el gobierno prohibía cualquier transacción fuera de la zona oficialmente designada para el comercio. Los funcionarios gubernamentales reglamentaban los precios y las ventas y estaban siempre listos para castigar e incluso ejecutar a cualquiera que violara la ley del mercado. El gobierno patrocinaba asimismo a una casta hereditaria de comerciantes viajeros, los pochtecas quienes gozaban de un estatus oficial muy relevante dentro del estado y tenían su propio dios. Yahcateuctli. Además de los pochtecas, los aztecas enviaban colaboradores oficiales de los tributos, o calpixque, a todos los rincones del imperio para que trajeran de vuelta a la administración central, en las alturas del valle de México, un sinfín de bienes.
El imperio funcionaba sobre la base del tributo y los mercados eran elementos subsidiarios dentro de la estructura política; una serie de mercancías estandarizadas servía como modalidad próxima al dinero. Varios listados tributarios de la época han sobrevivido y nos muestran la cantidad debida por las provincias en maíz, amaranto, frijoles, armaduras de algodón, cuchillos de obsidiana, camapas de cobre, jade, oro, sandalias, escudos, capas emplumadas, cacao, conchitas, plumas y otros bienes de uso práctico u ornamental. El elevado volumen de mercancías desplazadas a lo largo y ancho del imperio azteca se debía ante todo a los tributos pagados por las regiones periféricas a su capital. En ese sentido, el azteca fue en la práctica como todos los imperios de la fase previa a la difusión del dinero. El Antiguo Egipto, Perú, Persia y China funcionaron como todos los sistemas tributarios antes que mercantiles.
Dentro de este sistema tributario, los mercados locales aztecas desempeñaban un papel menor en la distribución de los bienes, pero el cacao tenía una función fundamental en esa esfera reducida de la actividad económica. Entre todas las modalidades de dinero de que disponían los aztecas, el cacao resultó la más asequible y de más fácil empleo. El árbol del cacao produce unas grandes vainas de un color amarillo verdoso, parecidas en aspecto a los catalupes. Al pudrirse, el fruto exhibe una pulpa carnosa y blanca, deliciosa, aún cuando su sabor no guarda mayor relación con el del chocolate. Si se las seca y tuesta para preservarlas, las habichuelas pueden durar muchos meses antes de que se las muela para hacer chocolate.
El cacao crecía sobre todo en el sur de México, en lo que ahora son los estados de Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz, y en las naciones de América Central. Desde allí se comerciaba y enviaba como tributo a través del imperio azteca, en particular hasta su capital, Tenochtitlán, donde hoy se yergue la moderna Cuidad de México. El cacao llegó a ser tan importante como medio de intercambio que produjo su propia industria de falsificaciones. Los transgresores vaciaban los hollejos de la semilla de cacao y los rellenaban de barro. Luego sellaban la vaina y mezclaban las habichuelas del falso cacao con las verdaderas, para disimularlas aún más.
El dinero-mercancía, como el cacao, operaba en un sistema basado )en el trueque que en la compra de algo. Un azteca cambiaba una iguana por un cargamento de leña o un cesto de maíz por una trenza de ajíes, y si los bienes no tenían exactamente el mismo valor, se valían del cacao para emparejar las cuentas. La habichuela del cacao servía para estimar el valor y redondear el intercambio, pero no era el medio exclusivo de intercambio. El vendedor que deseaba intercambiar, por ejemplo, un nopal (equivalente a cinco habichuelas de cacao) por una espiga de maíz (equivalente a seis habichuelas) entregaba el nopal y añadía una habichuela para emparejar el valor.
En el caso de grandes adquisiciones, los mercaderes estimaban el valor en términos de bolsas de unas 24 mil habichuelas, pero esas cantidades resultaban muy engorrosas para utilizarlas en las transacciones diarias . Como ocurría en muchos sistemas primitivos en el que el comercio se organizaba en torno de ciertas mercancías relevantes, los aztecas empleaban más de una mercancía para estandarizar los intercambios. Además de las habichuelas del cacao, tenían el quachtli, las capas de algodón, cuyo valor fluctuaba entre sesenta y trecientas habichuelas del cacao. El quachtli servía en transferencias financieras mayores, como la compra de esclavos o de víctimas sacrificiales, en las que los sacos de habichuelas hubieran resultado demasiado voluminosos. Otras mercancías estandarizadas para el intercambio incluían las cuentas de vidrio, las conchitas y las campanillas de cobre, que se intercambiaban incluso en puntos tan al norte como el actual estado de Arizona.
El dinero en la forma de una mercancía tiene la gran ventaja de ser un ítem de consumo y a la vez un medio de intercambio. Los aztecas podían fácilmente moler el cacao empleado como dinero y transformarlo en pasta de chocolate, luego lo batían vigorosamente en un recipiente con agua y obtenían una deliciosa bebida, muy valorada. A diferencia de los billetes y las monedas de bajo costo, que pueden perder fácilmente su valor nominal, el dinero-mercancía posee un valor por sí mismo y puede ser consumido siempre, sin importar cuál sea su estatus en el mercado.
Este valor intrínseco del chocolate, como de todos los demás tipos de dinero, no existe fuera de un determinado contexto cultural. Para que adquiera un valor, la gente ha de querer poseerlo y saber cómo emplearlo (la negrilla es mía). La aficción mesoamericana por el chocolate, entendido como un alimento y un medio de intercambio, contrastaba significativamente con los valores de los primeros piratas europeos que capturaron un barco cargado de habichuelas de cacao: los piratas confundieron las semillas con excremento de conejo y arrojaron todo el cargamento al mar.
El imperio azteca es un ejemplo de lo muy complicadas que pueden llegar a ser las relaciones económicas y políticas aun en ausencia del dinero. Su sistema de distribución alcanzó el nivel más complejo que podía ostentar un sistema imperial y de protomercado dentro de los confines de un imperio tributario y con una modalidad de dinero primitiva o consistente en mercancías. Mediante el empleo de mercancías particulares, llegaron al punto de casi crear un sistema monetario al estilo moderno, pero nunca cruzaron verdaderamente la línea.

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*Weathweford, J. (1997) La historia del dinero. de la piedra arenisca al ciberespacio. Editorial: Andrés Bello, Barcelona, España.

Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo

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