Éste es el texto de cierre teórico que se ha basado como los otros del tema el carácter psíquico del dinero en el libro de Jack Weatherford llamado LA HISTORIA DEL DINERO, se recomienda al que quiera ampliar el tema que vaya a ésta fuente para ver el recorrido, y también lo que significa el cambio del dinero en la era virtual no ampliado en este espacio.
"Es algo decididamente nuevo, revolucionario...,
y tendríamos que estar todos muertos de miedo.
SHOLOM ROSEN, banquero"
"El dinero partió siendo una sencilla mercancía de cobre, de plata, de conchitas y oro; hoy en día incluye monedas y billetes, cheques y cuentas bancarias, las cifras de contabilidad e impresas en tarjetas de plástico, los destellos electrónicos en pantallas de computador y los dígitos almacenados en microprocesadores de silicio. Los diarios financieros monitorean con regularidad la oferta del dinero ya existente, valiéndose de múltiples definiciones de lo que puede ser el dinero y de cuándo debería incluir ítems como las emisiones de deuda pública, las cuentas bancarias y otros instrumentos financieros. Los expertos monetarios parecen algo confundidos sobre cómo definir hoy el dinero, mucho más cerca de cómo calcular su monto total.
Desde la invención del dinero hace unos tres mil años, la gente se lo ha disputado y ha librado batallas para conseguir tanto dinero como le sea posible, cualquiera fuera su forma: lingotes de oro, barras de plata, monedas de cobre, billetes o conchitas de caurí. El dinero nunca fue una herramienta inmóvil, pasiva, y nunca permaneció por mucho tiempo en el mismo lugar o en las mismas manos. Durante siglos, la mitología y la literatura occidentales han escrito la crónica de los goces y pesares de la gente en el proceso de obtener o perder grandes sumas de dinero, pero detrás de tales historias subyace otra historia incluso más importante: la de la lucha incesante entre los grandes países, las instituciones y las personalidades más poderosas por controlar la producción y distribución del dinero en sí mismo... y de determinar incluso la definición de lo que lo sustituye. En el curso de la historia, diversas facciones e instituciones han controlado la producción y regulación del dinero -el Estado y sus varias subdivisiones, la Iglesia o ciertas órdenes religiosas, las ligas de comerciantes y los gremios, las grandes familias de banqueros y los industriales privados, los bancos centrales de todo el mundo y los corredores de divisas- y cada cual ha ejercido un papel particular en cada momento histórico. Los seres humanos han batallado por el dinero no sólo porque nos provee de riqueza y lujos sino, lo que es más importante, porque confiere poder a sus amos. Es la llave mágica que mueve ejércitos enteros y montañas, que edifica castillos y cuidades, que controla la tierra, el agua y la atmósfera; que construye canales y despacha flotas de guerra, y es lo que permite detentar y perder un poder de la más variada índole sobre otros seres humanos. (lo subrayado y cursivo es mío)
El moderno sistema mercantil mundial se inició con los viajes de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo y los de Vasco de Gama a India. Por primera vez en la historia, los barcos surcaron los mares y arribaron a puertos situados en otros continentes, en una red mercantil de carácter global. Los viajes de Colón y Da Gama inauguraron la gran era mercantil del comercio internacional. La vía al poder y la riqueza en la era mercantil descansaba pues en la navegación y el comercio.
Transcurridos dos siglos de comercio global, las rutas se consolidaron y muchos competidores entraron a disputar el envío de especias y seda desde Asia a Europa, esclavos de África a América y plata y Azúcar de América a Europa. El control del comercio pasó de Portugal y España a Inglaterra, Holanda y otras naciones europeas. Poco a poco, en la segunda mitad del siglo dieciocho, surgió una nueva ruta hacia la riqueza, el desarrollo de la producción industrializada en Inglaterra. El centro de la actividad humana y la mayor fuente de ganancias se desplazó desde el comercio a la producción, un foco que perduró casi hasta finales del siglo veinte.
La riqueza pasó de los mercaderes a los industriales que fabricaban una serie de bienes, partiendo de los textiles y derivando rápidamente al acero y otros metales. En los términos de Karl Marx, el gran crítico del capitalismo industrial, el poder y la riqueza estaban en manos de quienes detentaban los "medios de producción": los propietarios de la fábrica. Durante el siglo veinte, la producción se centró en los bienes de consumo, desde los coches a principios de la centuria a los computadores al concluir la misma, y el aprovisionamiento continuo de armamento para las frecuentes guerras que dominaron todo el siglo.
Así como portugueses y españoles no pudieron mantener sus respectivos monopolios sobre el comercio global en los siglos que siguieron a Colón y Da Gama, los países industrializados no pudieron mantener su monopolio sobre la producción, que se difundió rápidamente en América del Norte y Japón y muy pronto al resto del mundo. La fabricación de bienes pasó de ser una novedad económica a algo dado. Antes de lo esperado, Brasil e India consiguieron sobrepasar en producción a sus antiguos amos coloniales. Los computadores y textiles podían fabricarse a precios más bajos en Malasia y en México que en Alemania o en Estados Unidos.
En las décadas finales del siglo veinte, quedó claro que la producción ya no lideraba la economía en la forma que lo había hecho en el siglo precedente. Los dueños de los medios de producción sólo rara vez eran individuos o familias, y por cierto que ya no conformaban una clase social específica. Las empresas pertenecían a millones de accionistas: desde los jubilados, que viven de un ingreso fijo y limitado, a los billonarios con acciones en un centenar de corporaciones.
En el sistema emergente, el poder fluye bajo el control de una nueva casta de financistas que posee o solamente controla grandes sumas de dinero a través de las firmas de corredores, los bancos, los planes provisionales, las compañías de seguros o las administradoras de fondos mutuos. Ya no mueven especias, seda o esclavos alrededor del mundo en mayor grado que lo que controlan la producción de misiles videograbadores o cafeteras. Controlan el flujo de dinero o, más exactamente, la forma del dinero. Después de que el dinero ha cambiado del metal y el papel al plástico y los chips, estos financistas controlan su conversión de una divisa a otra, su transformación de acciones en bonos municipales, de certificados de depósito en opciones de compra, de hipotecas en fondos mutuos, o su derivación del mercado de futuros a "bonos basura".
Al crecer la importancia del dinero, comienza una nueva batalla por su control en el siglo que se anuncia. Seguramente veremos una prolongada era de gran competitividad en la que muchos tipos de de dinero aparecerán, proliferarán y deaparecerán en oleadas muy rápidas. En ese afán por controlar el nuevo dinero, muchos contrincantes luchan desde ya por transformarse en la institución monetaria fundamental de la nueva era.
La historia ha demostrado repetidas veces que ni el gobierno ni el mercado por sí solos son capaces de regular el dinero. Del viejo Neron a Nixon, los burócratas y los financistas han explotado su poder de regular el dinero en beneficio propio y a corto plazo. Los emperadores romanos redujeron el contenido de plata en las monedas para pagar el costo de un ejército y una burocracia crecientes; y los banqueros y financistas franceses emitieron papel moneda y acciones carentes de valor para un público desprevenido. (el subrayado es mío). Desde el denario romano del reinado de Nerón al assignat galo de la época del duque de Arkansas, los políticos y financistas han creado originales sistemas monetarios que en un principio lograron mejorar la situación económica, pero con el tiempo, cuando la intoxicación hubo pasado, cuando llegaron las cuentas impagas y hubo que volver a la realidad, el sistema basado en un dinero sin respaldo acabó derrumbándose.
El dinero, como el calendario y el sistema de medidas, es un constructo cultural, con ciertas facetas arbitrarias, pero que para funcionar apropiadamente requiere de estabilidad y de cierto grado de predictibilidad. Una sociedad puede basar su calendario en el sol, en la luna o incluso en una combinación de ambos, pero ha de tener un asidero en el mundo real. Lo importante es que el calendario funcione como parte de un sistema estable y que toda la gente lo comprenda. De modo similar, en la medida que el dinero sea estable, puede basarse en conchitas o cuentas de vidrio, en el oro y la plata, o en el plástico y los electrones, pero debe ser necesariamente práctico y predecible.
En los últimos siglos los gobernantes han proporcionado esa estabilidad por la vía de regular su moneda o controlar a los bancos para que lo regularan. Las monedas nacionales están hoy perdiendo la importancia que tenían y nos hallamos ante un sistema enteramente nuevo. Estamos entrando en un período de transición en el que competirán múltiples sistemas generadores de dinero, sin que ninguno de ellos domine sobre el resto.
En ciertos aspectos, el nuevo sistema lucirá como el sistema primitivo, en el que muchos tipos distintos de dinero y de mercancías operaban a la vez. Ahora tenemos sistemas monetarios paralelos y superpuestos.
Puede que las monedas nacionales, como el dólar y el yen, continúen existiendo, pero la tecnología electrónica está produciendo dinero en tantas formas diversas que, por lo menos por un tiempo, el Estado no será capaz de contrlarlo. Y, una vez libre del control estatal, el dinero desempeñará un papel incluso más importante en nuestras vidas que el que ha cumplido hasta aquí y en el pasado.
Desde que irrumplió en la historia de la humanidad, el dinero creó nuevas instituciones y formas de vida, al tiempo que fue corroyendo y constituyendo los viejos esquemas. Cada salto tecnológico y cada vuelco social en la forma que adoptó ampliaron todavía más su función en nuestras vidas. Con el correr de los siglos, el dinero se ha convertido en la variable definitoria no sólo de las relaciones comerciales sino cada vez más de toda clase de relaciones, desde las religiosas y políticas a las sexuales y familiares. (el subrayado es mío).
En la economía global aún en fase de emerger, el poder del dinero y las instituciones surgidas a su alrededor sustituirá al de cualquier nación o cualquier combinación o de cualquier combinación de naciones u organización internacional de las que hoy existen. impulsada y protegida porel poder de la tecnología electrónica, acaba de surgir en el horizonte una nueva elite global, una elite sin lealtades hacia ningún país. Pero la historia ha demostrado muchas veces que la gente que hace las revoluciones en el ámbito del dinero no es siempre la que se beneficia de ellas. La actual revolución electrónica en lo que hace al dinero promete incrementar incluso más el papel del dinero en nuestras vidas públicas y privadas, sobrepasando al paretesco, la religión, los oficios y la cuidadanía como elementos definitorios de la vida social. Nos hallamos en los albores de la era del dinero.
El homo economicus no está a nuestras espaldas, sino ante nosotros.
MARCEL MAUSS"
*Weathweford, J.
(1997) La historia del dinero. de la piedra arenisca al ciberespacio. Editorial:
Andrés Bello, Barcelona, España.
Carlos Enrique Correa Lagos - psicólogo
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