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domingo, 4 de mayo de 2014

105 - La Herencia de los Venenos del Espíritu - (Sobre la comprensión trascendente del fenómeno)

Desde hace mucho tiempo se viene trabajando frente al tema de la toxicomanía o farmacodependencia*, haciendo intentos de elaboración frente a algo que está dicho y caracterizado, supuestamente entendido en todos sus fenómenos, es decir descrito. Y al encuentro con él o ella (sujetos adictos) existen más preguntas que respuestas, es como si se entrara al laberinto del Minutauro con la certeza de que se debe acudir a una confianza acompañado por la zozobra de ser observado y saber que en algún momento él puede aparecer de cualquier lugar y atacar. Entendiendo por minutauro a la misma droga o al adicto.


Al mismo tiempo que el sujeto adicto se pregunta sobre el por qué de su condición, lo hacen todos los que lo rodean y allí se incluye a la familia, a los amigos y consecuentemente los que lo intervienen, el psiquiatra menos (porque él tiene respuestas), lo médico, la comunidad terapéutica y dentro de ella todo el equipo clínico incluyendo a operadores terapéuticos, el trabajo social y el psicólogo(a). Allí lo que ronda es un enigma, algo oscuro que frecuentemente se aclara para volverse a oscurecer. No hay más respuestas que preguntas.
Pero qué es la toxicomanía, tal vez allí hay una señal cuando se ve que viene de tóxico y tóxico es: 
1. 1. tr. Envenenar, emponzoñar, intoxicar.
Con esto quiere decir el significado que el toxico-mano se envenena por su propia cuenta, pero además de saber que se está envenenando, ese mismo saber y el efecto que produce el veneno lo atrapa en una dinámica mortífera, empero no es como quien sabe que ha sido envenenado y que con ese veneno va a sufrir, sí hay sufrimiento, pero también hay goce, satisfacción y deseo consciente o inconsciente (este último se sospecha que tiene más fuerza) que hace más difícil el salir del círculo.
Ahora para complementar el concepto es lícito mirar la palabra veneno:
Un veneno es cualquier sustancia química dañina, ya sea sólida, líquida o gaseosa, que puede producir una enfermedad, lesión, o que altera las funciones del sistema digestivo y reproductor cuando entra en contacto con un ser vivo, incluso provocando la muerte. Los venenos son sustancias que desencadenan o inhiben una reacción química, uniéndose a un catalizador o enzima más fuertemente que el reactivo normal. Esta definición descarta fenómenos físicos como el calor, la radiación, la presión... que también pueden provocar lesiones en los organismos.2

El veneno es una sustancia exterior que es dañina, que produce enfermedad y altera funciones provocando la muerte, sin embargo aquí se habla de enfermedad del cuerpo, un veneno para el cuerpo, y se sabe que somos dualidad, que todas las cosas y elementos tienen su complemento, y entonces necesariamente se incluye la pregunta por el alma, el espíritu y lo trascendente. 
Sylvie Le Poulichet en su libro Toxicomanías y psicoanálisis - Las narcosis del deseo, tiene un apartado, que es el B de su primer capítulo titulado Teorías y tóxicos, que se llama "La Herencia de los "venenos del espíritu"" donde hace una afirmación muy precisa:
[...] porque ha sido la psicofarmacología moderna la que ha inspirado la concepción de farmacodependencia, y entretanto la riqueza de los dichos de un Cullen, de un Moreau de Tours y, en otra forma las intuiciones de Magnan de Clérambault [...] Este enfoque, que al mismo tiempo se priva de una reflexión filosófica sobre la noción del tóxico, no deja de tener consecuencias sobre las modalidades de la atención de pacientes toxicómanos. (2012) P.27-28
Estos autores nombrados por Le Poulichet conceptualizaron una visión dinámica y nada estática del tóxico, del veneno, algo que en su complejidad no existiera plano, pero esto se desechó con la nueva conceptualización, y se cambió el panorama no viendo el veneno como veneno, sino como medicina para controlar.
Se puede observar los pacientes que están medicados con metadona, con el ácido valproico y con muchas más, que están atrapados, porque el veneno dejó de ser veneno para convertirse en medicina que controla y "trata".
 
Varios autores tuvieron voz propia en este camino de trámite del orden de las cosas, allí la consecuencia.

[...] recordemos que desde el siglo XIX se hablaba más de "morfinomanía", de "cocainomanía" o de "heroinomanía" que de toxicomanía. Ibid P.29

La toxicomanía es igualmente clasificatoria, aunque menos organicista, va en el camino de encasillar síntomas, ejercicio que nunca es saludable, aunque sea impuesto por el orden de la salud mental.

[...] se trataba de establecer una clasificación de las drogas, en cuyo interior los individuos se distribuirían de suerte de ilustrarlas propiedades de las sustancias o, más bien, de realizar en ellos el espíritu de la droga.** Ibid.
Es cierto que el adicto tiene una concepción de su problema como algo que viene del más allá, y lo que es seguro es que no se puede desmentir aquello ni por el supuesto científico más serio, ya que como se dijo, los científicos cerraron el tema y lo dieron por comprendido. El adicto se pregunta y ¿mi alma, mi espíritu?, ¿qué tengo?, ¿estoy poseído?, o ¿loco?.
Al parecer el discurso médico asevera que es lo último, y más que locos "enfermos mentales" a los que hay que tratar con medicina y ahora está entrando el discurso psicológico pero a hacer lo mismo que el médico y psiquiátrico, a diagnosticar y a encasillar.
Pero advirtamos desde ahora que el ideal médico converge con cierto ideal de las toxicomanías, en tanto ellas procuran una sedación posible del dolor, y, en particular, del dolor de existir. Ibid. P40
Aquí se extiende el enigma, y algunos intentan explicar, pero los teóricos clásicos y serios en sus planteamientos lo tenían entendido y es que el fenómeno trasciende las barreras de la conciencia y del cerebro, es un aprés, un más allá.
Al continuar con la labor de despejar términos a pesar del lenguaje y sus trampas, de supuestas significaciones, es necesario poner en el tablero otro concepto que está muy implicado en lo que se emprende decir y es, la palara Espíritu. Dice Carl Gustav Jung en su texto Simbología del espíritu, estudios sobre la fenomenología psíquica, lo siguiente:
 
La palabra "espíritu" tiene tal cantidad de acepciones, que cuesta cierto trabajo tener presente todo lo que significa. Con el nombre espíritu se denomina el principio opuesto a la materia. Lleva implícito el concepto de una sustancia inmaterial o existencia, que en el plano superior y universal se denomina "dios" (Dios). Esta sustancia inmaterial se concibe también como portadora del fenómeno psíquico y aún de la vida. P. 13.

Con esta anterior definición de la psicología analítica Jung dice que en principio hay una división entre espíritu y materia, que son principios opuestos, que el espíritu está formado de algo diferente y trascendente que lo que se percibe. Aparece presentada en la teoría de Jung esa sustancia inmaterial que fue motivo de discordia con el padre del psicoanálisis y por eso se separaron, el primero con el inconsciente colectivo cargado de arquetipos y el segundo con mucha seguridad en su descubrimiento del inconsciente como sexualidad***. Los dos hablando de concepciones del ser humano regidas por su propia experiencia, y en ningún momento descartables.

Allí, el plano superior como se dijo anteriormente, es algo trascendente y difícil de no reconocer hasta por la ciencia más estricta, y es que está el enigma de no describir todo, como se dijo antes, y de no tenerlo todo en las manos por eso mismo. Dios, esa energía , o fenómeno, está presente hasta en lo que no lo reconoce, sin embargo esa discusión no es el objeto de este texto. Ya habiendo adelantado el concepto de espíritu falta algo de la definición antes citada y es que dice que Eso es portador del fenómeno psíquico y de la vida y en este momento se desborda la significación y se amplía.

Finalmente con los conceptos de Toxico-veneno y Espíritu sustancia inmaterial trascendente, se llega al núcleo de todo lo se quería con este texto, y es que es algo que escapa a la comprensión en el campo de las adicciones, ya que ésta se presenta en la clínica como fragmentada, diluida, despedazada, algunas veces confusamente entendida, gozada, disfrutada pero al final nunca cerrada, ni explicada por completo. La adicción, se reitera, es un enigma que se percibe para que se descifre.
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*Dirigirse a la discusión en este mismo sitio: http://psiquik.blogspot.com/2012/12/81-diferencias-entre-toxicomania-y.html / http://psiquik.blogspot.com/2013/04/83-el-inconsciente-en-la-comunidad.html / http://psiquik.blogspot.com/2013/09/90-toxicomania-o-farmacodependencia.HTML

** Así los usuarios están sometidos al -poder demoniaco- de esas drogas "que reducen a la esclavitud el cerebro de los hombres, que enervan el alma, que obligan al organismo a seguir las vías fatales de su existencia. (citado en Le Poulichet).
*** http://psiquik.blogspot.com/2013/08/89-el-capricho-de-morfeo-algunos.HTML
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Bibliografía

1. http://lema.rae.es/drae/?val=toxico
2. http://es.wikipedia.org/wiki/Veneno
3. Le Poulichet, S (2012) Toxicomanías y psicoanálisis - Las narcosis del deseo. Ed: Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina.
4. Jung, C (1951) Simbología del espíritu, estudios sobre la fenomenología psíquica. Ed: Fondo de Cultura Económica, México.

Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo

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