Este es un escrito de JUAN DAVID CÁRDONA JIMENEZ psicólogo en formación de la Fundación Universitaria del Área Andina Pereira Risaralda Colombia, realizado en el marco de una electiva de quinto semestre llamada PSICOLOGÍA, DROGADICCIÓN Y CULTURA dictada por mi. transcribo a continuación y agradezco esta elaboración a él:
Cómo citar este artículo: Cardona, J (2018). Adicto - Refugio de la Sociedad [web blog post]. Recuperado https://psiquik.blogspot.com.co/2018/04/128-adicto-refugio-de-la-sociedad.html
Desde el principio de la civilización, el homo-sapiens ha buscado alterar su
estado natural de consciencia valiéndose de plantas sagradas, empleadas para
preparar elixires y brebajes, que producían la
manifestación de experiencias y estados psíquicos caracterizados por la
alteración en la sensibilidad y la percepción de
la realidad. De la misma manera, y mediante el descubrimiento de la
fermentación, aprendieron a producir y extraer alcohol con fines medicinales, recreativos
y ceremoniales, dejando una herencia cultural importante, que lamentablemente,
ha ido cambiando y tergiversándose hasta nuestros días.
Ahora, después de miles de años, la sociedad ha estigmatizado
el consumo por la cantidad innumerable de narcóticos que se producen casi a
diario y por el impacto cultural que producen las mismas, negando la importancia de reconocer las
diferencias entre las drogas y sus riesgos, validando el decomiso y la
detención de personas como la meta, y rechazando la importancia de las sustancias en su interacción con las
personas que las usan o tienen potencial para hacerlo, que viven en contextos
con mayor o menor riesgo y que son más o menos vulnerables a la experimentación.
En
esa misma línea, la sociedad moderna se ha encargado de señalar al “drogadicto”
como un ser inadaptado, antisocial, y disfuncional (entre muchos otros
criterios en su mayoría difamadores), es decir, como el “chivo expiatorio” de
la comunidad, produciendo en ellos una
carga emocional excesiva que debería recaer
necesariamente sobre un grupo más amplio de personas, pues, se aplica injusta y erróneamente una acusación ya sea
para impedir que los auténticos responsables sean juzgados, o bien, para
satisfacer la necesidad de condena ante la falta de culpables, sirviendo así de
excusa a los fines del inculpador y trasladando
de la misma manera la responsabilidad que la misma población tiene con sus
integrantes.
En
este sentido, y para ampliar esta perspectiva, es pertinente trasladar y referenciar
la teoría anomica de Durkheim a los aspectos socioculturales de la drogadicción
como más tarde lo hizo Merton, teoría que sostiene que:
La
sociedad es la encargada de integrar a los individuos que la forman y de
regular sus conductas… Si la sociedad cumple adecuadamente, tanto la
colectividad como cada uno de sus miembros, lograrán un orden estable que les
permita desarrollarse plenamente, sin embargo, cuando esto no ocurre, y la
sociedad cae en una situación de anomia, pierde su fuerza para regular e
integrar a los individuos, pudiendo producirse consecuencias adversas.
(Fernández, 2009, p.131)
Asimismo,
y complementando lo anterior, Merton (1964) desde la teoría ecológica social
afirma que “las estructuras sociales ejercen una presión definida sobre ciertas
personas en la sociedad induciéndolas a una conducta de rebeldía antes que de conformidad”
(p.199), extendiendo
la potencialidad explicativa de la anomia desde el suicidio que planteaba
Durkheim a otros tipos de conducta desviadas, a partir del cual se logra
interpretar la ciudad como un esquema en el
que la lucha por el espacio acarrea conflictos sociales, así como da a entender
la relevancia del consumo de drogas en aquellas zonas urbanas donde la
desorganización social es predominante, precisando la adicción como una
conducta aprendida.
Para
terminar, y en base a todo lo anterior, la conducta desviada es la respuesta
normal a ciertas presiones sociales, lo que deja claro que no es el adicto el que se
droga, sino la sociedad drogándose por medio del adicto; contraria a la
creencia de que la conducta problema se debía a la irrupción de impulsos
biológicos o de instintos mal reprimidos por socialización deficiente,
añadiendo que son las estructuras culturales y sociales las causas directas del
consumo constante y creciente, concluyendo la
problemática de la adicción no sólo en el individuo, sino de todos en
conjunto, convirtiéndose en el resultado de la disfuncionalidad social que
existe en la actualidad.
Cabe
destacar también, que las representaciones sociales son más permisivas con
sustancias blandas como la marihuana, lo que implica reformar y orientar la
prevención hacia la modificación de actitudes individuales y representaciones
colectivas frente al riesgo del consumo, pues, siendo las instituciones de
fundamental importancia, tienen poco conocimiento acerca de las múltiples
dimensiones que conllevan al consumo de drogas, lo que se refleja en la
desarticulación entre las acciones de prevención, y los procesos de formación y
capacitación de la comunidad.
Notas del autor
Juan David Cardona Jiménez, Psicología, FUAA
La correspondencia realizada con este taller debe ser dirigida a Carlos Enrique Correa Lagos, docente de
FUAA, Calle 24 N° 8 - 55, Risaralda, Colombia.
E-mail de contacto: jcardona37@estudiantes.areandina .edu.co
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