LA
PRIMERA TÓPICA FREUDIANA
“El
momento crucial, en las ubicaciones psíquicas”
Por:
Carlos Enrique Correa Lagos[1]
Viernes
25 de mayo del 2018
En la labor científica de Freud se puede
ver el amor por la verdad particular, esa que implica el ser de cada uno. De
allí que planteara una visión tópica del psiquismo humano para dar cuenta de lo
que desde finales del siglo XIX venía descubriendo, que no era algo más que la
vida inconsciente por la vía del sueño que fue el gran anfitrión del nuevo
mundo.
Para este recorrido, se diría que fundante, Freud esquematiza tres
tiempos del aparato psíquico al que él llama sistema Ψ y dice que:
Toda nuestra actividad psíquica parte de
estímulos (internos o externos) y
termina en inervaciones [Acción del sistema nervioso sobre los órganos del
cuerpo mediante la transmisión de impulsos nerviosos[2]] de este
modo adscribimos al aparato un extremo sensible y un extremo motor. En el
extremo sensible se encuentra un sistema que recibe las percepciones, y el
motor, otro que abre las esclusas a la motilidad (Freud, 1900, Pág. 533)
Es entendido como un pulpo que en el lado extremo de sus tentáculos tiene comunicación con el mundo y con los fenómenos físicos, este sería el extremo motor, y el otro tendría que ser la cabeza del pulpo, o mejor, la mente del pulpo, en la que guarda sus percepciones y las registra, Freud en un primer momento lo llama el extremo sensible; así es esquematizado:
De un extremo está la P que es la
percepción y se entiende que esa percepción sería un proceso intrapsíquico y la
H como una huella, es decir una marca que se sitúa dentro del aparato “Las
percepciones que llegan hasta nosotros dejan en nuestro aparato psíquico una
huella a la que podemos dar el nombre de huella
mnémica (Erinnerungsspur). La función que a esta huella mnémica se refiere
es a la que denominamos memoria”. (Freud, 1900,
Pág. 534)
Cuando Freud Nombra aquí la memoria crea
una confusión ya que está hablando de los procesos del aparato anímico y la
memoria de la que se habla podría ser el acto voluntario y consciente de
recordar, sin embargo, queda una sensación de que Freud va más allá, pues está
descubriendo y mostrando el inconsciente y toda su dinámica.
En esta esquematización se avanza, sin
embargo antes de ello es importante mostrar lo que hace Juan David Nasio en un
texto llamado El Placer de Leer a Freud noventa y nueve años después, donde
esquematiza este primer tiempo en lo que él llama el arco reflejo de la
siguiente forma:

Se puede ver entonces que por un lado está el polo sensitivo donde se
halla la excitación dentro del aparato psíquico, da el recorrido en el por el
arco y llega al polo motor, lo que Freud llama innervaciones y se descarga con
un movimiento del cuerpo, o bien sea, en un acto
.
Lo anterior es muy importante ya que Nasio refiere que así es la manera
como se estudia y se comprende a Freud, ya que él no dejó de volver a sus
planteamientos iniciales, bien fuera para corregirlos o para hacerlos avanzar
en sus descubrimientos clínico teóricos.
Sigue el recorrido Freud planteando un
segundo momento donde introduce las huellas mnémicas que cada vez se van
diluyendo en el entramado del aparato, se vuelven confusas y se separan (se
reprimen) se diría ahora, entendiendo la represión como ese proceso donde lo
que se hace no es que se entierra la representación, sino que se desprende de
su afecto, o mejor de su recuerdo, se visualiza de la siguiente forma:

Y dice que:
Siguiendo el principio que seguía nuestra
tentativa, distribuiremos, pues, estas dos funciones en sistemas distintos,
suponiendo que los estímulos de percepción son acogidos por un sistema anterior
del aparato que no conserva nada de ellos; […] esto es que carece de toda
memoria, y que detrás de este sistema hay otro que transforma la momentánea
excitación del primero en huellas duraderas. (Freud,
1900, Pág. 534)
Aquí se nota todo un proceso de excitación
del aparato motor, del cuerpo que no sabe nada de la memoria, ya que el cuerpo
no tiene la memoria como para fijar un recuerdo, es así que después de esta
excitación pasa por un atravesamiento hasta llegar a la percepción de la
memoria, es así como Freud deja ver que de la memoria, se vuelve a nombrar, de
la que habla aquí no es solamente la que compete a la consciencia, es una
memoria que guarda la huella mnémica cada vez más separada de la tópica
consciente, lo aclara así: “[…] nuestros
recuerdos, sin excluir los más profundos y precisos, son inconscientes en sí” . (Freud,
1900, Pág. 535)
El proceso sigue, ya que no solamente el
sistema P que sí tiene una capacidad para retener, no suficiente, pasa en el
acto siguiente a otro proceso y es la construcción de las Hm (huella mnémica)
para allí si existir un proceso de recuerdo más durable y al que Freud le
atribuye el nombre de “Asociación”.
La asociación es
entendida como el acto analítico en sí, que también se genera desde lo interno
hacia lo externo, y que tiene una serie de tramas que esconden las Hm o las
deja ver.
La siguiente aclaración del proceso que
lleva a cabo el aparato anímico la concreta diciendo lo que sigue: “Aquello que
denominamos nuestro carácter reposa sobre las huellas mnémicas de nuestras
impresiones, y precisamente aquellas impresiones que han actuado más
intensamente sobre nosotros, o sea las de nuestra primera juventud, son las que
no se hacen conscientes casi nunca”. (Freud, 1900, Pág. 535)
Lo anterior da cuenta del origen del
trauma, de lo fundante del psiquismo humano y de todo el proceso que se vive
dentro de un análisis.

En este tercer momento se complica la
teorización ya que Freud marca los lugares del inconsciente, seguido por lo
preconsciente y las percepciones anímicas asociadas a las huellas mnémicas, es
como si el camino que él traza tuviera un orden retrospectivo y las huellas
mnémicas se ubicaran en el extremo interno incluso después del inconsciente.
Al último de los sistemas situados en el
extremo motor le damos el nombre de preconsciente
para indicar que sus procesos de excitación pueden pasar directamente a la
conciencia siempre que aparezcan cumplidas determinadas condiciones; por
ejemplo, la de cierta intensidad y cierta distribución de aquella función a la
que damos el nombre de atención, etc. (Freud, 1900, Pág. 536)
Aquí el
orden nunca se cambió, el preconsciente en el sistema Ψ nunca cambió y allí se
percibe una estabilidad de Freud en su descubrimiento, ese sistema hace la
función de mediar entre las puertas del inconsciente y la ventana del yo, dice
que “este sistema es también el que posee la llave de acceso a la motilidad voluntaria”
(Freud, 1900, Pág. 536), con ello dice mucho, ya que se podría pensar que es el
mediadGor entre el sueño y la vida despierta, pero yendo más allá se podría
pensar que es el preconsciente el que permite el acto, sin embargo, no el
único. “Al sistema que se halla detrás de él le damos el nombre de inconsciente porque no comunica con la
conciencia sino a través del
preconsciente, sistema que impone al proceso de excitación, a manera de
peaje, determinadas trasnformaciones” (Freud, 1900, Pág. 536)
Freud con lo antes dicho plantea una
discusión y una pregunta para el comienzo del siglo pasado y es ¿el hombre es
dueño de si mismo, de sus actos y de su pensamiento?, lanza la existencia de lo
inconsciente y con su estilo serio y preciso contradice a toda la medicina de
su tiempo, que de hecho lo expulsó de sus filas y fue juzgado de hereje.
Con este planteamiento del sistema Ψ como
un aparato reflector introdujo la dinámica siempre en movimiento del psiquismo
humano y del sistema inconsciente, plagado de deseos, de prohibiciones y de
pulsiones contrarias que luchan entre sí para llevar su fuerza a la
satisfacción o a la insatisfacción.
Para finalizar es importante mirar esta
metáfora del aparato reflector que nombra Freud para describir el sistema Ψ y
es que reflector significa en una de sus tantas acepciones, “2. s. m. ÓPTICA Aparato que refleja las radiaciones de un foco luminoso o calorífico y la diri- ge en una determinada dirección”[3]
aquí se daría cuenta de que en principio hacia donde se dirigen las radiaciones
del foco luminoso o calorífico, primero es del mundo externo y sensorial hacia
el anímico e inconsciente que las absorbe, y el camino de vuelta se complica
por la intermediación del preconsciente en el canje anímico.
REFERENCIAS
1. Freud, S.
(1900) La Interpretación de los Sueños. (versión Luis López Ballesteros)
Londres. Editorial: Biblioteca Nueva
2. Nasio, J (1999) El placer de leer a Freud.
España. Editorial: Gedisa
[1] Psicólogo Clínico, Psicoanalista,
magister en Culturas y Drogas, Docente de la Fundación Universitaria del Área
Andina Pereira y de la Universidad San Buenaventura Medellín extensión Armenia.
Correo: psiquik@gmail.com
, ccorrea@areandina.edu.co
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