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jueves, 27 de septiembre de 2018

134 - LA SEXUALIDAD EN LA VIDA COTIDIANA



LA SEXUALIDAD EN LA VIDA COTIDIANA

Autores: 
Karem Gutiérrez Restrepo – kgutierrez28@estudiantes.areandina.edu.co


Fundación Universitaria del Área Andina - Pereira
Materia: Psicología Clínica Psicoanalítica 
                                                                                      Grupo: 405 IV semestre Psicología

En el siguiente ensayo se hablará sobre la sexualidad que vivimos día a día las personas, una sexualidad que empieza desde que nacemos hasta que morimos, tomando como punto importante la visión desde el psicoanálisis con los diferentes placeres en las zonas erógenas.

El impulso sexual es tan importante para nuestra vida que nos genera emociones, pensamientos, actitudes, sentimientos e incluye nuestras relaciones con los demás.
“El placer de mamar en el lactante (...) corresponde, desde un punto de vista psicoanalítico a un placer sexual” (Nasio, 1996, p.61). De aquí podemos partir que la zona erógena en el niño es la boca y que utiliza la succión para satisfacer dicha pulsión empleando el seno de la madre como objeto externo para saciar su deseo.

Posteriormente la zona erógena no solo va hacer la boca, sino que también pasará a ser el ano “De manera que la estimulación de la mucosa intestinal por las heces provoca sensaciones voluptuosas y placenteras en el niño” (Guzman Rivera, 2008, p.17). Esto ocurre cuando el niño tiene alrededor de dos años ya que en esta etapa empieza a aprender a controlar sus heces.

Seguidamente la zona erógena pasará a ser los genitales del niño (El pene en el niño y el clítoris en la niña) aquí Guzmán (2008) afirma: “ya se ha consumado una elección de objeto que originalmente es la madre para ambos sexos” (p.18). Esto quiere decir, que el infante empezará a tener un deseo incestuoso hacia su madre (el complejo de Edipo), deseo que será para toda la vida de una forma inconsciente (Nasio, 1996) . El niño aquí se encuentra entre los cuatro y los seis años, y manifiesta su interés por la zona erógena haciendo diferentes inquietudes que siempre van dirigidas a los genitales y que son tan frecuentes en los niños a esta edad.

Luego con el comienzo de la pubertad (etapa de la vida que empieza alrededor de los once años), la pulsión sexual se incrementará en las zonas erógenas como los genitales y su forma de complacer estos impulsos muchas veces se dará por medio de la masturbación, que es una actividad muy común en los adolescentes de hoy en día.

Vale aclarar que a partir de aquí cuando se habla de zona erógena no solo se hace referencia a los genitales de ambos sexos, sino que también se podrá observar que algunas zonas erógenas que se tuvieron en el pasado habrán evolucionado y se manifestarán en la vida adulta como se explicará a continuación.

Después de los doce y alrededor de los quince años los jóvenes empiezan a tener sus primeras relaciones, estas empiezan sentimentalmente intentando satisfacer de una forma parcial los impulsos que vienen del inconsciente. Aquí es donde se puede dar un buen ejemplo de como las zonas erógenas han evolucionado ya que se siente “placer de mirar, de mostrarse, de acariciar, de sentir el olor del otro” (Nasio, 1996, p. 61). Se puede tomar como referencia de esto y de la continuidad de las zonas erógenas cuando las parejas manifiestan placer y muestra de afecto mediante besos, ya que aquí están saciando un impulso que viene de una zona erógena que está presente desde el momento de nacer como es la boca. De aquí se puede inferir que el goce que se sentía al succionar cuando niños es remplazado por los besos a la pareja deseada.

En esta parte de la vida, la pareja del individuo se interpretará como un “objeto fantasmatizado” (Nasio, 1996, p.63). Objeto que está casi siempre presente en nuestros placeres parciales ya descritos anteriormente (besos, caricias, etc.). En este punto es válido aclarar que los objetos fantasmatizados u objetos de deseo cambian con los años, considerándose el seno materno como el primer objeto de placer.

Siguiendo con el tema de las parejas es importante definir varios términos que pueden ser un poco confusos al momento de hablar de la sexualidad  y que puede dejar más claro este punto. Estos conceptos son: la necesidad, el deseo y el amor. Aunque son conceptos muy distintos, al momento de asociarlos con las parejas se pueden confundir mucho, hasta el punto de explicarlos de la misma forma.

Una buena forma de empezar a explicar estos conceptos es con el de la “necesidad” ya que así se puede aclarar la diferencia entre placer orgánico y placer sexual. Partiendo de esto se puede decir que la “necesidad” es “la exigencia de un órgano cuya satisfacción se cumple realmente con un objeto concreto” (Nasio, 1996, p.62). De esta forma el concepto necesidad se daría para saciar un placer orgánico y un buen ejemplo de esto sería cuando se come pizza, tomando el hambre que se tenía antes de consumir el alimento como la necesidad orgánica y la pizza como el objeto en concreto para saciar este deseo.

Ahora se explicará el concepto de “deseo” partiendo de la explicación que “El deseo, en cambio, es una expresión de la pulsión sexual o, para decirlo mejor es la pulsión sexual misma” (Nasio, 1996, p. 62). Como pulsión sexual debe buscar siempre alcanzar el placer absoluto, esto como se explicó anteriormente es el incesto. Pero como el inconsciente nunca alcanza dicho placer, este se conforma en saciarlo con otro cuerpo que como el mismo, también tiene deseo. Un ejemplo de esto es el que se dio anteriormente de las parejas, ya que aquí ambas están saciando una pasión de deseo con la otra persona.

Ya por último se puede explicar el amor como “un apego al otro, pero de carácter global” (Nasio, 1996, p.63). A diferencia de la pulsión sexual (el deseo) que tiene su lugar de satisfacción en una zona erógena, el amor no tiene zona erógena explicita.

Teniendo estas palabras claras se empezará a hacer un análisis de cómo una relación entre dos personas pasa por dichos conceptos hasta lograr un gran apego que podría considerarse amor, saciando de esta forma el impuso sexual de ambos individuos que compone la relación.
 
Cuando dos personas empiezan una relación es porque sienten una atracción que podría traducirse en deseo.  Este deseo como se explicó anteriormente es una pulsión del inconsciente que se puede satisfacer con otra persona que también desea, en este caso la pareja. Otro punto importante que ya se explicó anteriormente y que se puede pasar a este ejemplo tan cotidiano  como es una relación, es la satisfacción parcial del deseo. Y es que el inconsciente al no poder descargar todo el impulso que tiene sexual, se conforma con utilizar la pareja como objeto de deseo y realizar acciones como los besos las caricias, las miradas, entre otras manifestaciones de afecto para saciar parcialmente dicho deseo.

Posteriormente en una relación, cuando ya lleva tiempo y muchos momentos de satisfacción parcial de deseos (como los mencionados anteriormente), empieza una clase de “conexión” o apego hacia esa persona. Esta conexión no necesita de una zona erógena ya que se trata de un apego meramente sentimental que en otras palabras y en los términos anteriormente descritos es el “amor”.  Este proceso que se acaba de describir, que empieza con una simple atracción y llega  a un “alto” nivel como es el amor, es la evolución de una relación de pareja, la cual se realiza de una forma inconsciente.

Con este trabajo se puede concluir que las pulsiones sexuales que vienen del inconsciente intervienen en muchos aspectos de nuestras vidas, ya que se puede decir que el ser humano está en una constante búsqueda de placer continuo, y el mejor ejemplo de esto es una relación de pareja. Porque cuando un individuo está en la búsqueda de conquistar a esa persona deseada, elementos como miradas o cariseas hacen parte de un placer parcial. Y no solo en el momento de conquista se siente estas clases de placer, ya que, al tener una relación establecida, con más razón, existe una gran confianza y se podrá satisfacer estos deseos partiendo de los besos y caricias iniciales hasta llegar a la relación sexual.

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Referencias


- Guzman Rivera, C. (2008). www.tesis.uchile.cl. Obtenido de http://www.tesis.uchile.cl/tesis/uchile/2008/guzman_c2/sources/guzman_c2.pdf
- Nasio, J. D. (1996). El placer de leer a freud. España: Gedisa .




133 - ¿LA NIÑA ENVIDIA LO QUE EL NIÑO TIENE?




¿LA NIÑA ENVIDIA LO QUE EL NIÑO TIENE?

Alexandra Rodas Arango.
alexa-9707@hotmail.com
Manuela Gómez Hurtado.
manugohu.015@gmail.com
Alejandra Caicedo Peña.
alejacaicedo2@gmail.com

Fundación Universitaria del Área Andina - Pereira
Materia: Psicología Clínica Psicoanalítica 


                                                                                      Grupo: 406 IV semestre Psicología


El psicoanálisis es una práctica terapéutica que permite explorar el aparato psíquico de cada individuo, el máximo exponente de este enfoque psicoanalítico fue el médico neurólogo Sigmund Freud. Él expone en su teoría, como el sentido sexual se manifiesta por medio de las pulsiones, actos fallidos, los sueños, entre otros. Dentro de su teoría hace una distinción de la sexualidad entre el hombre y la mujer. Donde plantea cómo el hombre es superior por poseer el falo y la mujer reconoce su inferioridad por no poseerlo y enterarse de su castración. 

En el siguiente ensayo abordaremos la posición que tomó Freud acerca de la feminidad, y cómo esta teoría le ha permitido al psicoanálisis construir un “estereotipo” de mujer. Teniendo en cuenta que es por medio de los síntomas de la histeria como ella llamo su atención, iniciando así sus investigaciones con respecto a la feminidad. Realizaremos una crítica partiendo desde bases teóricas de autores y nuestra subjetividad argumentativa, con énfasis en el planteamiento que creo Freud y las implicaciones que han tenido en el comportamiento y la psique de la mujer.

El escritor Arturo de la pava menciona en su artículo ¿Qué es una mujer… para el psicoanálisis? lo siguiente:

La teoría psicoanalítica sobre lo femenino ha tenido grandes tropiezos desde sus inicios. Freud propuso un enfoque que fue y es considerado de machista por las corrientes feministas de todos los tiempos, y con razón, al promover la envidia del pene como condicionante de lo femenino. La niña envidia lo que el niño tiene: el pene. (De la pava, 2006, p. 170).

Partiendo de esta posición, podemos identificar que Freud generó una desigualdad entre el hombre y la mujer, clasificándolos como seres diferentes y poniendo al hombre como partidario del poder. Podríamos deducir que la posición que presentaba Freud ante la feminidad pudo surgir por sus creencias religiosas y culturales en el judaísmo, ya que para esta religión la mujer es menos y esto llego a influir en sus fundamentos teóricos psicoanalíticos.

Ella, la mujer judía, está siempre al margen del saber simbólico de su religión: ellas no leen La Torá, no rezan, están en la parte posterior en las sinagogas, no tienen ningún derecho en la liturgia judía, no son circuncidadas, por lo tanto, no tienen un rito de iniciación, no se lo merecen, se quedan al margen. Además no pueden ser rabinos. Son matronas del hogar y es una obligación para las mujeres judías permanecer fieles y esclavas al hogar. ¿Entonces, cómo una mujer judía no va envidiar ser hombre? Ellos, que lo tienen todo. (De la pava, 2006, p. 185).

Este autor nos permite evidenciar que las bases que Freud tenía para la estructuración de su teoría pudieron partir desde sus creencias personales, ya que su ideología en el judaísmo recrea en el psicoanálisis una posición de inferioridad en la mujer. Sin embargo, fueron ellas el primer sujeto de estudio que él tuvo y le permitieron el desarrollo del psicoanálisis, y así pudiendo iniciar con la investigación de la histeria.

La histeria es una enfermedad nerviosa, que se daba con más frecuencia en mujeres que en hombres, con la aparición de varios síntomas corporales como lo son el dolor, parálisis, ataques convulsivos, alteraciones en la sensibilidad, contractura, etc. Freud al observar que la medicina no generaba soluciones para la erradicación de la histeria en los pacientes, con la ayuda de su colega Josef Breuer practicaban la hipnosis como tratamiento que podía desaparecer los síntomas histéricos, permitiendo la manifestación de los pensamientos reprimidos (represión sexual) los cuales eran los causantes directos de la patología.

Fue a través de sus síntomas histéricos como la mujer llamó la atención sobre su cuerpo. Los síntomas histéricos pusieron en tela de juicio a la neurología de la época y aún hoy la cuestionan. Los síntomas disociados, conversivos y psicosomáticos son “reales”, pero no corresponden a las redes del sistema nervioso central. La histeria destituye el saber médico, altera las leyes de la ciencia neurológica al señalarles su error, y a los mapas de la sensibilidad y de la motricidad del sistema nervioso, los “altera”. Inclusive fue ese cuerpo femenino el que, subvirtiendo el saber médico, fundó el psicoanálisis. (De la pava, 2006, p. 170)

Es por medio de esta referencia teórica en la cual podemos analizar, que las causas que Freud identificó para la histeria surgían desde sus premisas, y que el tratamiento que ejercía ante ellas era poco eficaz, ya que en algunos de sus pacientes no lograban la erradicación total de la patología. Freud, no se refiere sólo a las mujeres como histéricas, sino que también identifica en ellas el complejo de castración.

Cuando la niña percibe la diferencia entre los genitales de ambos sexos, surge la envidia del pene, ya que se siente perjudicada porque hay en ella una gran estimación por el pene del varón; tanto que sus comportamientos y manifestaciones apuntan inicialmente al deseo de ser un muchacho (Colorado, Arango, Fernández, 1998).

Freud, planteó que en la vida sexual de los niños y las niñas se crea una suposición de que las mujeres también son poseedoras de un pene, y cuando se observa esa diferencia genital surge el complejo de castración. Este complejo consta de dos variables, la primera depende del azar y de forma inconstante, y surge cuando ellas perciben que no tienen pene. La segunda variable depende de la diferencia anatómica y no sucede por la comparación, la madre es la causante de esta.  En la construcción del complejo de castración para Freud existieron muchos vacíos que no le permitieron tener una posición clara frente al tema, puesto que en una variable la niña percibe que no posee un pene, pero, ¿esto cómo podría suceder?, sí se necesita de una comparación con el otro para darse cuenta de que no lo posee, y posteriormente se refiere a la comparación inconsciente de la madre al crear la castración en ella (De la pava, 2006). “Freud se disculpa por ser confuso y contradictorio al no lograr una exposición universalmente válida. De esta variabilidad surge la imposibilidad de dar una definición universal de la mujer.” (De la pava, 2006, p. 172)

¿Cómo es posible que Freud haya establecido en la sociedad, la posición de inferioridad en las mujeres?, partimos de la postura de que algunas mujeres desconocen la definición de feminidad, y carecen de empoderamiento, lo cual ha permitido la aceptabilidad de teorías que generan una variabilidad de supuestos de la “verdadera” definición de feminidad. Freud, es poco contundente a la hora de realizar su plantación acerca de la feminidad, puesto que siempre que se manifiesta ante ella, la observa desde una posición de inferioridad, sumisión y comparación con el hombre, haciendo visible el falocentrismo. Además, el enfoque que tenía acerca de su interpretación de mujer parte desde sus creencias religiosas y subjetivas, es decir, desde el judaísmo; lo cual hace que esta concepción no tenga gran aceptación en muchos de los autores de la actualidad, puesto que en la sociedad moderna se está construyendo otra posición de lo que puede ser la feminidad, donde se plantea una equidad de género y no igualdad, que ve a las mujeres diferentes a los hombres, pero con las mismas capacidades y derechos.

Frente a los planteamientos expuestos y las incógnitas generadas que surgieron en la redacción del ensayo, vale la pena resaltar, que como estudiantes de psicología aun poseemos falencias que no nos permitieron generar una crítica más objetiva ante Sigmund Freud, sin embargo nos apropiamos de una posición de acuerdo a nuestros aprendizajes actuales y también resaltamos la importancia de tomar a otros referente teóricos como sustento de nuestra posición. La posición que empleamos no va en contra de toda la teoría creada por Freud, solo refuta la visión que desarrolla él en la mujer, ya que nos sentimos incomodas y agredidas de ser calificadas así por una teoría y comparadas con los hombres. Vale la pena aclarar que no creamos una postura de agresión hacia los hombres, sencillamente ya es justo que las mujeres seamos vistas desde otras percepciones, no como creaciones a imagen y semejanza de ellos. “Cualquiera que conozca algo de historia sabe que los grandes cambios sociales son imposibles sin el ímpetu femenino. El progreso social puede ser medido con precisión por la posición de las mujeres en la sociedad.” – Karl Marx.

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Referencias bibliográficas.

- De la pava, A. (2006). ¿Qué es una mujer…para el psicoanálisis? Desde el jardín de Freud, 6, 170 – 189. Recuperado de: https://Dialnet-Que Es Una Mujer Para Psicoanalisis-2923307%20(2).pdf
- Colorado, M., Arango, L. & Fernandéz, S. (1998). Mujer y feminidad. Recuperado de: http://bibliotecadigital.udea.edu.co/bitstream/10495/181/1/MujerFeminidad.pdf




lunes, 24 de septiembre de 2018

132 - La Búsqueda del Placer Vinculaciones más allá del interior



La Búsqueda del Placer
Vinculaciones más allá del interior
Autores:
Andrés Echavarría Herrera ( aechavarria5@estudiantes.areandina.edu.co )
Daniela Granados Santacoloma ( dgranados5@estudiantes.areanina.edu.co )
                                                                                   El objeto del deseo es lo agradable” - Aristóteles
Introducción 

Hablar acerca del sentido sexual de nuestros actos es un ejercicio que requiere ahondar en el sentido de nuestros actos en sí, que además están determinados por el tiempo: pasado, presente o futuro, y tienen como objeto final a un fantasma objetizado que procura un placer parcial; es inmiscuirnos, a través de varios conceptos del psicoanálisis, en los diferentes motivos por los que un acto puede tener sentido. Si tenemos en cuenta el esquema básico en donde la pulsión generada en el inconsciente, atraviesa parcialmente la barrera de la represión y se exterioriza a través de una palabra, acto o símbolo, pero siempre como un acto sustitutivo del cual generaría placer total, empezamos a ver las primera nociones sobre el sentido de nuestra conducta.

Se hace importante entonces, una revisión de conceptos y características de nuestro funcionamiento psíquico. En primer lugar,  toda la energía excitatoria proviene del interior de cada uno de nosotros, estas pulsiones que representan cosas, una vez se han activado siguen produciendo energía ad infinitum, por lo tanto busca continuamente la descarga completa de dicha energía, algo meramente teórico que no puede ocurrir. En segundo lugar, la descarga total de energía es impedida por la barrera de la represión, que actúa como un filtro que transforma la pulsión original en una acción, palabra o símbolo compatible con la realidad (Placer total vs Realidad mediada). Sin embargo, el inconsciente logra manifestarse a través de actos o pensamientos que nos toman por sorpresa o que incluso sirven como medida “de compromiso”, como representante, para mediar la tensión entre la pulsión-represión. Justamente en este punto es donde se desenvuelven muchos actos con sentido sexual. Hay que recordar, por último, que en el psicoanálisis la sexualidad no se resume en la genitalidad, lo sexual es toda conducta que se origina en una región u órgano del cuerpo sensible y sexualmente excitable, llamada “zona erógena”, que pretende un placer ideal que es reprimido y sustituido. Este placer limitado se diferencia entre fisiológico, o de necesidad como el hambre; y un placer sexual, el deseo, polarizado en torno a una zona erógena y obtenido mediante un objeto fantasmizado.

Hay que considerar que todo movimiento de ocultación y revelación implica, aunque esto sea en un sentido metafórico, la distinción entre una dimensión interior y una dimensión exterior. Lo que se esconde se queda dentro, lo que se revela sale fuera. Para que el deseo pueda ocultarse o manifestarse, el sujeto debe ser pensado coma una entidad estructuralmente doble, articulada en una parte interior (el significado) y una parte exterior (el significante), o sea, hay dialéctica expresiva entre la interioridad y la exterioridad de la persona. (Pinto, 1999, p.63).
         
   Tres conceptos claves a la hora de analizar el sentido sexual de los actos son la sublimación, el fantasma, y el narcisismo, los cuales operan como una defensa del yo. El primero, cambia la meta sexual por una socialmente aceptada; el segundo, cambia el objeto por uno fantasmizado, mediante un proceso en donde el objeto real es asimilado y transformado en parte del yo; y por último, se da el estado del narcisismo “el yo es un objeto fantasmizado por su propia naturaleza ilusoria, y es un objeto sexual por el placer que suscita” (Naiso, 1996 p.72).

El sentido sexual de nuestros actos

Es lo tácito que “las interacciones de una familia como sistema pueden determinar una serie de factores personales, profesionales, sociales, de salud y demás en sus integrantes”(Gómez y Loving, 2011, p.318), pero además, las interacciones de cualquier índole están transversalizadas por el contexto sociocultural y un momento histórico, que define y delimita actitudes y roles para todos los aspectos de la vida de las personas en sociedad. La familia también se encarga de la enseñanza y educación, sienta la base para la socialización, de ahí reside su importancia en un adecuado crecimiento afectivo y de bienestar que permita la sana y responsable expresión de las diferentes conductas, incluida la sexual,  “sin embargo al no estar debidamente informados los adultos, las nuevas generaciones siguen creciendo con los viejos modelos religiosos culpígenos, mágicos e irreales en lo que respecta a la sexualidad” (Gómez y Loving, 2011, p.321). Teniendo en cuenta esto, si bien la sexualidad es un rasgo invariable, es decir, se presenta en todos nosotros desde un estado embrionario hasta la muerte, también es algo que se aprende, “El sexo realmente no se reprimía, se construía. Y el sexo se construía a través del discurso [...] por ejemplo, de la pastoral cristiana, cuyo propósito consistía en la prohibición, en el silencio absoluto para hablar de sexo” (Lombana, 2014, p.30).

Esta tradición cristiana contrasta en muchos aspectos con las diferentes expresiones sexuales y de género que se realizan en la actualidad, factor propiciado por la combinación del capitalismo, el postmodernismo y el auge de la tecnología. En primer lugar, en nuestra sociedad de consumo “nadie puede convertirse en sujeto sin antes convertirse en producto” (Bauman, 2007, p.25). Vemos una clara afinidad entre esta actitud y el objeto fantasmizado, que adopta un sin fin de formas para expresar las pulsiones sexuales, como se evidencia en nuestro tiempo actual, “la postmodernidad es la transcripción cultural, política y filosófica de un capitalismo sin fronteras” (Castro, 2011, p.11). Esta actitud se da en varios ámbitos como el afectivo, laboral o social en donde las personas deben presentarse como un producto deseable. De la misma forma, la colonización global por parte de las pantallas y la tecnología ha generado un gran influjo de información e imágenes reales o modificadas, formas de interactuar, conectividad y anonimato, que definen a través de la mass media, cánones físicos, resaltando así la relación entre producción y deseo y el hecho de que siempre hay alguien listo para consumir dicho ideal.

Desde el punto de vista de la espiritualización (o sublimación) de los impulsos, no hay ninguna diferencia entre el ascetismo medieval, que mortifica el cuerpo en todas sus funciones biológicas, y la estética contemporánea, que celebra el cuerpo exclusivamente como imagen (como cuerpo bello, si es una imagen fija, y como cuerpo musculoso y atlético, si es una imagen en movimiento). El aparente hedonismo de los mensajes dominantes encubre un ascetismo ferozmente represivo. (Pinto, 1999, p.70-71)
           
      Junto con la afloración de imágenes y personas que las ven, se produce una ampliación de la mirada, o de la pulsión escópica en términos de Wajcman, “ hoy no sólo todo puede ser visto, también es casi un imperativo que todo sea mostrado y quien prefiere no mostrar es considerado sospechoso” (Arias, 2016, p.11). El hecho de que todo sea igualmente mostrado y visto, ayuda a catalogar a nuestra sociedad actual, según el psicoanálisis, “como voyeurista y exhibicionista en tanto impulsa ilimitadamente las dos vertientes de la pulsión escópica: satisfacer la pulsión de mirar y la pulsión de hacerse mirar.” (Arias, 2016, p.12).

     Dos de los factores principales que propician  nuestra conducta sexual a través de la red, se encuentra en el anonimato, que protege al cuerpo posicionándolo fuera de la interacción, y la capacidad de modificar la imagen virtual para que esté de acuerdo con los cánones de belleza de nuestra cultura occidental. Esto, junto con la conectividad y el mostrarse como objeto de deseo, juegan un importante papel en conductas tan modernas como es el sexting o la pornografía.
            
     Una encuesta realizada en Colombia muestra como “el 9.8% de los niños, niñas y adolescentes que han navegado en internet en los últimos doce meses han tenido conversaciones con contenido sexual con personas virtuales” (DANE - ECAS, 2017). 

En el sexting, el otro queda afuera del vínculo: frente a una pantalla de celular, sólo se trata del sujeto que se fotografía a sí mismo. El destinatario, quien recibe la foto, aparece como mera excusa en esta práctica: está en el lugar del objeto necesario -pero siempre contingente- para que el sujeto sea visto. Esto es así porque la satisfacción del sujeto que sextea reside exclusivamente en la acción de sacarse fotos y verse y ser visto en ellas. Es la pulsión escópica la que está en juego en estas nuevas prácticas: como Narcisos posmodernos, los sujetos se fascinan en la contemplación de su propio cuerpo y, a través del sexting, también dan cuenta de su deseo de ser mirados. (Arias, 2016, p.11)

En la pornografía, también se trata de una muestra, un espectáculo de la sexualidad, en donde se expone a personas no por su valor sino como objeto a ser consumido, dando una imagen irreal de las relaciones sexuales y las expectativas físicas de las personas, una imagen nociva que confunde y presiona a las nuevas generaciones.

El sujeto es conminado a mostrarse y tratarse a sí mismo como un producto a consumir, las relaciones afectivas se establecen con un modelo más cercano a la conexión que a la relación, la pornografía se expande como un discurso acerca de cómo debe ser el sexo y la mirada, ayudada por la multiplicación de pantallas y gadgets, se amplifica hasta producir la sensación de que sólo lo que es posible de ser visto es real.  (Arias, 2016, p.11)

En este contexto actual hedonista donde la búsqueda de la felicidad y la obtención del placer representa una máxima casi utópica, se evidencia la tensión entre la pulsión y la represión, algo que vemos reflejado en los movimientos actuales de la cultura tradicional y la contracultura.
La combinación de lo virtual y lo real de nuestra generación ha tenido un gran impacto por la ampliación de diferentes expresiones de la conducta.

Internet representa, para esta nueva generación digital, un territorio infinito, etéreo, virtual en donde se circunscriben varias prácticas alentadas por características como el anonimato y la rápida difusión. Los memes como lenguaje simbólico, por ejemplo, muestran un claro ejemplo de sublimación en nuestra cultura actual. Funciona como instrumento para conectar personas y ayudar en el proceso de autoreconocimiento, y difusión de representaciones colectivas asociadas con la sexualidad en diferentes situaciones sociales y culturales, moldeando nuestro “yo” a través de procesos de identificación y conexión con el otro virtual y real. 

Analizar las prácticas por las que los individuos se vieron llevados a prestarse atención a ellos mismos, a descubrirse, a reconocerse y a declararse como sujetos de deseo, haciendo jugar entre unos y otros una determinada relación que les permita descubrir en el deseo la verdad de su ser. (Foucault, 2005, p.9)

Estas condiciones producen “un sujeto histórico, a imagen y semejanza de la sociedad que lo instaura” (Arias, 2016, p.3), en  nuestro caso, nuestra tendencia idealizadora y generalizadora nos lleva por el camino del ideal “perfecto”, que genera inevitablemente una gran insatisfacción.

Conclusión

Si bien la vida se compone de incalculables pasos que a veces no sabemos a dónde dirigir, la sexualidad hace parte y es algo inherente al ser humano desde que nacemos hasta que morimos, la genitalidad aparece en el transcurso por el desarrollo del aparato sexual, pero la sexualidad desde que se nace hay una búsqueda de placer en todos los seres humanos, en dialéctica con la realidad, es decir una relaciòn que va más allá, no solo con el objeto amoroso con el cual se obtiene la satisfacción sexual, sino una relación de vinculación con el entorno, con cualquier cosa que nos rodea y a la cual amamos y nos amamos a la misma vez.

Queda claro que no es posible pensar en la constitución de la sexualidad sin antes tener un conocimiento claro de las relaciones que establecemos con el otro a lo largo de la historia de vida.  Igualmente Freud, desde sus primeras teorías, ubicó en un lugar central al inconsciente para entender la sexualidad, e indicó que para formar parte de una sociedad renunciamos en cierta medida a nuestros deseos sexuales mas íntimos;  y al irse estructurando el deseo sexual como uno de los aspectos más importantes de los problemas psíquicos, usualmente presentados en el individuo.
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Referencias

- Arias, V. (2016) Sexualidad y virtualidad: algunas coordenadas para pensar el fenómeno del sexting desde el psicoanálisis. Universidad del Cuyo, Mendoza, Argentina.
- Bauman, Z. (2007) Vida de consumo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
- Castro, E. (2011) Contra la postmodernidad. España: Alpha Decay.
- Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), (2017). Encuesta de Comportamiento y Factores de Riesgo en Niñas, Niños y Adolescentes Escolarizados - ECAS 2016 Recuperado de https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/educacion/poblacion-escolarizada/encuesta-de-actitudes-y-comportamientos-sobre-sexualidad 
- Foucault, M, (1984). Historia de la Sexualidad: El uso de los Placeres. Siglo XXI Editores. 
Lombana, D. (2014) Sexualidad y poder en la obra de Michel Foucault. Universidad de Cartagena, Cartagena, Colombia.
            - Nasio, J. (1996) El placer de leer a Freud. Argentina: Editorial Gedisa.
- Gómez, N., & Loving, R. (2011). Funcionamiento familiar, Locus de control y patrones de conducta sexual riesgosa en jóvenes universitarios. Enseñanza e Investigación en Psicología, 16 (2), 309-322.
- Pinto, R. (1999) Hermenéutica del deseo y generó sexual. Barcelona: Universidad de Barcelona.

131 - El erotismo onírico como un acto sexual



Evelyn Torres Martínez - evelyntorres@hotmail.com 
Maria Camila Blandón Jaramillo - Petalobj03blandon@gmai.com
Valeria Agudelo Porras - v
aleria2499@live.com

Electiva: Psicología Clínica Psicoanalítica - Grupo 405
Fundación Universitaria del Área Andina Pereira - Colombia.


     En este ensayo, se pretende abordar ampliamente el tema de los sueños, desde una perspectiva psicoanalítica, con el objetivo de dar respuesta a los diversos interrogantes que se han planteado, por diferentes autores, y cómo la concepción del sueño se ha ido transformando a través del tiempo; así como también, establecer una claridad en el objetivo y sentido sexual de estos, teniendo en cuenta que son una de las tantas manifestaciones del ello (inconsciente). Además se definieron algunos conceptos que para el psicoanálisis, adquieren otro significado como lo es la sexualidad y los actos sexuales, para finalmente abordar el tema central: El erotismo onírico como acto sexual


     Anteriormente, se creía que la esencia o el origen de los sueños era de naturaleza divina o sobrenatural, por lo tanto, estaban dotados de contenido revelatorio y tenían un significado relevante para la persona que lo soñaba, tal vez, porque podría a través de éste anticiparse a lo que le depararía el futuro. Ésta concepción de los sueños era tan diversa como lo es ahora, había personas que los consideraban como revelaciones, así como también había otras que los asociaban con nociones un poco más realistas, en el intento por encontrarle un sentido. Aristóteles, por ejemplo, en sus investigaciones sobre los sueños plantea que estos se derivan de la actividad anímica que tiene la persona en su estado de vigilia, y que por el solo hecho de ser sujetos dotados de alma, los sueños tienen naturaleza divina y son productos de ésta. (Freud, 2013)

     De los sueños de alguna manera se ha esperado que puedan predecir hechos futuros, pero en la mayoría de los casos estos se muestran incomprensibles a primera vista, de aquí que se haya hecho un esfuerzo por tratar de explicarlos y sustituir su contendido por uno más comprensible.

     Varios autores a lo largo de la historia han retomado estos fundamentos planteados frente a los sueños, con el objetivo de explicar los fenómenos que corresponden a su formación y la relación que tienen con la vida anímica e inconsciente del sujeto. Para ello, tomaremos de referencia a Sigmund Freud, quien retomó esta cuestión en 1900, lanzando el libro “La interpretación de los sueños”, abarcando en gran medida el tema que aquí corresponde dar a conocer: los sueños eróticos.

     S. Freud, llevó a cabo un análisis de los sueños en base a los suyos, con el fin de explicar y dar un sentido generalizado a éstos mismos; construyó un supuesto en el que planteó que los sueños eran una de las diversas formas en que el inconsciente se manifiesta, como el lapsus, los actos fallidos, el olvido y los chistes. De aquí se explica que el contenido de los sueños parezca a simple vista tan irrelevante. Para entender el contenido de un sueño, es necesario tener en cuenta que los objetos, personas, y lugares que aparecen ahí no son lo que aparentan, ya que su contenido manifiesto (lo que el soñante recuerda), ha de ser interpretado para comprender los motivos o las fuerzas que impulsaron a tener ese sueño.

     De esta manera, los sueños aparecen deformados en la conciencia, debido al proceso psíquico por el que deben pasar para ser aceptados de alguna forma por ésta, pasando así por una barrera imaginaria llamada represión, la cual se encarga restringir el paso del contenido inconsciente, dejando pasar solo aquellos que son aceptados por la conciencia, por lo tanto, se transforma el contenido real por uno distinto y apropiado, sin que se perturbe su naturaleza inicial.

     Los sueños son actos involuntarios regidos por el ello, sustitutos de un acto ideal, es decir, acciones que no fueron llevadas a cabo en la realidad; Al estar regidos por el ello, quien a su vez está guiado por el principio de placer-displacer (Trigueros, 2014. Pag. 18), la finalidad y el sentido real de los sueños, es con certeza la realización de deseos, o sea, los procesos primarios que siguen a experiencias de satisfacción. (Freud, 1923)

      La interpretación y el sentido de los sueños, son concedidos por la historia del sujeto, ya que éstos pueden ser sustitutos de traumas, recuerdos del pasado o deseos; Deseos que generalmente no serían aceptados por la consciencia, como en el caso de los deseos sexuales. La conciencia reprime estos deseos incómodos, pero no son eliminados, sólo se destierran a nuestra parte inconsciente y son manifestados en la realidad de manera simbólica.

     Para explicar el sentido sexual de nuestros sueños, es pertinente abordar el significado del sentido de los actos y la sexualidad que recae en éstos, para el psicoanálisis, y de esta manera lograr comprender el sentido base de éste ensayo.

     En términos generales, el psicoanálisis considera “sexual” a toda conducta que, a partir de una zona erógena, es decir, la boca, el ano, los ojos, la voz y la piel, y asentándose sobre un fantasma- una aprehensión errónea o ilusoria de la realidad -, procura en cierto sentido placer; un placer incestuoso (Nasio,1996)

     El incesto, por otro lado, es el deseo y meta última del ser humano sin referirse netamente a un concepto sexual-carnal, por tanto, estos ideales inaccesibles de satisfacción absoluta, tropezarán con la represión y se exteriorizarán finalmente en actos sustitutos de ese imposible acto incestuoso (Nasio,1996)

     Ahora bien, el sueño utiliza el simbolismo para la representación disfrazada de sus ideas latentes. Un símbolo en el contenido manifiesto, debería ser interpretado en su sentido propio y de manera simbólica, aunque, también suele suceder que, se utilice como símbolo sexual algo que no suele recibir tal empleo (Freud,1923); con base al trasfondo del sentido sexual, el sueño adquiere una significación sexual, ya que la fuente y meta de las tendencias pulsionales que lo guían son sexuales, por lo tanto, todos los sueños son de tendencia sexual independientemente de si su contenido lo refleja explícitamente o no, ya que en ellos también se pueden manifestar aspectos como el miedo y la ansiedad.

     El erotismo, como parte de la sexualidad, hace referencia a la fantasía, la cual se entiende como un deseo consciente; pero éste interpretado desde el punto de vista psicoanalítico, se comprende como un deseo inconsciente manifestado a través de los sueños. Según Acebrón y Solá (2008), los sueños eróticos son combinaciones de escenas que pueden significar amor, deseo, afecto y sexo, aunque cualquier imagen puede aparecer erotizada en un sueño, retomando detalles de la vida anímica consciente irrelevantes o secundarios.

     Teniendo en cuenta que el objetivo del sueño es satisfacer un deseo inconsciente, el deseo en el sueño erótico es satisfecho solamente de manera inconsciente, por lo tanto, podemos conjeturar que los sueños eróticos son las manifestaciones más puras y directas de las pulsiones y del sentido sexual de los sueños; sentido, que se refleja explícitamente en el erotismo onírico.
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Referencias bibliográficas

Freud, S. (2013) La interpretación de los sueños: flectere si nequeo superos, Acheronta movebo. Edit. Ediciones Akal. p. 19-20,85,954. Tomado de https://ebookcentral-proquest-com.proxy.bidig.areandina.edu.co/lib/bibliotecafuaasp/reader.action?docID=3215382
Trigueros, A. (2014) La interpretación de los sueños. Sigmund Freud. p. 18 Tomado de http://tauja.ujaen.es/bitstream/10953.1/1101/4/TFG_TriguerosNavas%2CAna.pdf
Nasio, J.D. (1996) El placer de leer a Freud. Edit. Gedisa Editorial, Barcelona, España. cap. 2-3-4. Tomado de https://espaciopsicopatologico.files.wordpress.com/2017/02/el-placer-de-leer-a-freud-juan-david-nasio.pdf
Acebrón, J. Solá, P. (2008) Jardines secretos, estudio en torno al sueño erótico. Edit. Edicions de la universitat de Lleida. Tomado de https://ebookcentral-proquest-com.proxy.bidig.areandina.edu.co/lib/bibliotecafuaasp/reader.action?docID=3210272&query=sue%C3%B1o+erotico