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jueves, 26 de diciembre de 2013

100 - XLVII EL "COMPLEJO DEL ABUELO"1


Este artículo aparece en el apartado del libro TEORÍA Y TÉCNICA DEL PSICOANÁLISIS escrito por Sandor Ferenczi que se titula SOBRE LA CRIANZA DE LOS NIÑOS, es importante verlo como una de las maneras de hacer psicoanálisis guiada y citada por Freud y con un tema siempre actual como lo es la inscripción del abuelo como significante en el inconsciente.

"XLVII EL "COMPLEJO DEL ABUELO"
 
     Los trabajos precedentes de Abraham y Jones ofrecen una casi exhaustiva explicación de la importancia que a menudo asumen en la vida de los nietos sus relaciones con los abuelos. En relación con esto me gustaría referir brevemente alguna de las cosas observadas por mí al respecto.
     He descubierto que el abuelo desempeña un doble papel en la fantasía del niño. Por una parte es realmente el impotente hombre mayor que da órdenes inclusive al todopoderoso papá y cuya autoridad, consecuentemente, quisiera el niño poder apropiarse y utilizar en su resistencia contra su padre (Abraham y Jones). Por otra parte, sin embargo, el abuelo es el anciano impotente y débil, muy próximo a morir, quede ningún modo puede compararse (especialmente en el campo de lo sexual) con el vigoroso papá, y por lo tanto se convierte en objeto de menosprecio por parte del niño. Muy a menudo es precisamente en la persona del abuelo que el nieto se encara por primera vez con el problema de la muerte, del definitivo alejamiento de uno de los suyos, y el niño puede entonces desplazar hacia al abuelo las fantasías hostiles sobre la muerte del padre, reprimidas no obstante, en virtud de su ambivalencia. "Si el padre de mi padre puede morir, entonces mi padre también morirá algún día (y yo asumiré entonces sus privilegios)", así discurre la fantasía que por lo general se oculta tras los recuerdos encubridores y fantasías sobre la muerte el abuelo. Además, por la muerte del abuelo, la abuela queda sola; muchos niños (a fin de conservar la vida del padre pero, no obstante ello, poder tener a la madre por entero, para ellos) recurren al expediente de dejar morir al abuelo en su fantasía, dar la abuela a su papá y quedarse con la madre para sí. "Yo duermo con mi mamá, tú deberías dormir con la tuya"2, piensa el niño y se cree justo y magnánimo.
     El hecho de que la imagen del "abuelo débil" o del "abuelo vigoroso" (en el último caso con tendencias de identificación) quede fijada en la mente del niño, depende esencialmente del papel que el abuelo desempeña realmente en la familia. Si el abuelo es el amo de la casa, de hecho el Patriarca, entonces el niño va más allá de la persona del padre impotente en su fantasía y espera poder heredar directamente toda la autoridad del abuelo; en un caso de esta naturaleza que pude examinar analíticamente, el niño nunca pudo, después de la muerte del poderoso abuelo, someterse el padre que había asumido toda la autoridad en sus manos; lo trataba como un simple usurpador que le había robado lo que de derecho le correspondía.
     La imagen del "abuelo débil" se fija particularmente en los niños de aquellas familias en las cuales (como a menudo sucede) los abuelos son tratados con desconsideración".

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1. Referencia: *Ferenczi, S (1967) TEORÍA Y TÉCNICA DEL PSICOANÁLISIS. Ed: Paidós, Buenos Aires, Argentina. P. 265
2. Observaciones de esta naturaleza hechas por niños pequeños me han llegado a través de fuentes dignas de crédito. Hay un interesante ejemplo de las mismas en "Análisis de una fobia de un niño de 5 años". Obras completas. Buenos Aires, Rueda, tomo XV, 1953. donde el pequeño Hans se no,bra a sí mismo esposo de su mamá y por lo tanto padre de sí mismo, mientras que relega al padre para la madre de este último, es decir, para la abuela del pequeño, acerca de lo cual Freud observa: "Todo se arregla muy bien. El pequeño Edipo ha encontrado una solución más feliz que la permitida por el destino. Concede a su papá, en lugar e apartarlo, la misma felicidad que quiere para sí; lo designa para que sea su abuelo y lo hace casar con su propia madre.

Carlos Enrique Correa Lagos - psicólogo.

99 - LA ATENCIÓN DURANTE LA NARRACIÓN DE LOS SUEÑOS

 
La siguiente es la transcripción de un interesante artículo escrito por Sandor Ferenczi en sus obras, consecuentemente el tema que toca llama la atención por lo enigmático e importante para todo aquel que tenga contacto con los pacientes en la clínica. Como se ha dicho en este lugar y en la teoría psicoanalítica fundamentalmente con Freud, es que el Sueño tiene trascendencia para marcar la vida anímica del humano, no es una simple formación nocturna para descargar la mente, no es algo producido por estímulos externos o cualquier otra cosa que la ciencia haya dicho al respecto. El sueño trasciende lo banal y por medio del absurdo que es un mecanismo presente en manos de la censura, hace el acto de Salvar, Mantener y proteger al soñante de la gran angustia que le esperaría sentir sin velo alguno la naturaleza de sus deseos.
 
XXI LA ATENCIÓN DURANTE LA NARRACIÓN DE LOS SUEÑOS
 
     "El psicoanalista, como es bien sabido, no debe escuchar con tensa atención lo que dice el paciente, sino con una atención "flotante", (véase consejos a jóvenes médicos, Freud), lo cual posibilita la debida perspectiva a su propio inconsciente. Me gustaría hacer una excepción a esta regla a lo que atañea la narración de los sueños del paciente, puesto que aquí cada detalle, cada matiz de la expresión, el encadenamiento de los contenidos deben interpretarse por medio de palabras. Debe tratar uno de observar también cuidadosamente las expresiones usadas en la narración de los sueños. Frecuentemente me he narrado a mí mismo sueños complicados hasta tres veces".
 
     Aquí el producto de la experiencia es muy valioso ya que como se ha dicho en escritos anteriores Ferenczi tuvo su sello y estilo al practicar la técnica aprendida por Freud al que llama profesor y maestro, él a partir de su clínica hizo con la técnica algo para sentirse cómodo si se permite expresarlo así o una herramienta que se acomodara a su mano para el trabajo.
 
     Frente a la recomendación hecha en este texto hay elementos que desde la práctica misma tal como lo hizo él con Freud, no considero que se tenga que hacer necesariamente como aquí lo aconseja, pues el acto de perseguir significaciones o símbolos le quita valor a lo que él mismo nombra como atención flotante, el acto de dar caza es de la represión, que como mecanismo de defensa debe guardar al yo de la angustia, no, aquí no se está trabajando con el yo, al ver la vida onírica, se está trabajando con el inconsciente que es el que está presente en la formación del sueño.

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Referencia: *Ferenczi, S (1967) TEORÍA Y TÉCNICA DEL PSICOANÁLISIS. Ed: Paidós, Buenos Aires, Argentina. P. 194

Carlos Enrique Correa Lagos - psicólogo

sábado, 14 de diciembre de 2013

98 - LA CABEZA DE MEDUSA

 
En 1922 Sigmund Freud escribe este corto texto de importancia tanto teórica y práctica en el dispositivo clínico, después su alumno Sandor Ferenczi en 1967 hace un comentario que no dista mucho de lo dicho por Freud. A continuación se transcriben los dos.
 
CXXIII
LA CABEZA DE MEDUSA
1922 [1940] (*)
 
               NO intenté a menudo interpretar temas mitológicos individuales; pero el caso de la horripilante cabeza decapitada de la Medusa me inclina a hacerlo.
               Decapitar = castrar. El terror a la Medusa es, pues, un terror a la castración relacionado con la vista de algo. Numerosos análisis nos han familiarizado con las circunstancias en las cuales esto ocurre: cuando el varón, que hasta entonces se resistió a creer en la amenaza de la castración, ve los genitales femeninos, probablemente los de una persona adulta, rodeados de pelos esencialmente, los de la madre.
               En las obras de arte suele representarse el cabello de la cabeza de la Medusa en forma de serpientes, las cuales derivan a su vez del complejo de castración. Es notable que, a pesar de ser horribles en sí mismas, estas serpientes contribuyan realmente a mitigar el horror, pues sustituyen el pene, cuya ausencia es precisamente la causa de ese horror. He aquí, confirmada, la regla técnica según la cual la multiplicación de los símbolos fálicos significa la castración.
               La visión de la cabeza de la Medusa paraliza de terror a quien la contempla lo petrifica. ¡Una vez más el mismo origen del complejo de castración y la misma transformación del afecto! Quedar rígido significa, efectivamente, la erección, es decir, en la situación de origen ofrece un consuelo al espectador: todavía posee un pene, y el ponerse rígido viene a confirmárselo.
               Athenea, la diosa virgen, lleva este símbolo del horror sobre sus vestiduras; con toda razón, pues se convierte así en la mujer inabordable que repele todo deseo sexual, ya que ostenta los genitales terroríficos de la madre. Los griegos, fuertemente homosexuales en general, no podían pasarse sin la representación de la mujer repelente por su castración.
               Si la cabeza de la Medusa sustituye la representación de los genitales femeninos, o si más bien aísla su efecto terrorífico de su acción placentera, cabe recordar que ya conocemos en otros casos la ostentación de los genitales como un acto apotropeico. Lo que despierta horror en uno mismo también ha de producir idéntico efecto sobre el enemigo al que queremos rechazar. Todavía en Rabelais podemos leer cómo el Diablo emprende la fuga cuando la mujer le muestra su vulva.
               También el miembro viril erecto tiene acción apotropeica, pero merced a otro mecanismo. Mostrar el pene -o cualquiera de sus sucedáneos- significa decir: «No te temo, te desafío; tengo un pene.» He aquí, pues, otra manera de intimidar al espíritu maligno.
               Para poder sustentar seriamente esta interpretación sería necesario investigar el origen de este símbolo terrorífico, tan aislado en la mitología de los griegos, así como sus símiles en otras mitologías.
 
«Sigmund Freud: Obras Completas», en «Freud total» 1.0 (versión electrónica)
Sigue entonces su alumno:

"LXVI SOBRE EL SIMBOLISMO DE LA CABEZA DE MEDUSA1

     En el análisis de los sueños y fantasías, me he encontrado repetidamente con la circunstancia de que la cabeza de la Medusa es el símbolo terrible de la región genital femenina, cuyos detalles se desplazan "de abajo arriba". Las muchas serpientes que rodean la cabeza deben significar -en su representación por lo opuesto- la ausencia de pene, y el espectro mismo es la terrorífica impresión causada en el niño por los genitales sin pene (castración). Los espantables ojos de la cabeza de la Medusa tienen también el significado secundario la erección."

Aquí el video de history channel sobre medusa: http://www.youtube.com/watch?v=uvPD-SkD_uQ

Referencia: *Ferenczi, S (1967) TEORÍA Y TÉCNICA DEL PSICOANÁLISIS. Ed: Paidós, Buenos Aires, Argentina. P. 296.
1. Zeitschrift, 1923, tomo IX, P. 69.

Carlos Enrique Correa Lagos - psicólogo.

97 - LXVIII LOS INSECTOS O PARÁSITOS COMO SÍMBOLO DE EMBARAZO


La vida onírica utiliza el absurdo como parte de la censura, aquel que se haya encontrado en sueños con parásitos o insectos dentro de su vientre, sea hombre o mujer, siempre tiene un contenido sexual a interpretar que gira en torno al deseo que encubre todo sueño, a continuación un párrafo de Sandor Ferenczi analizando este tema.
 
" LXVIII LOS INSECTOS O PARÁSITOS COMO SÍMBOLO DE EMBARAZO*
 
     En algunos casos se esconde, tras el exagerado temor a los parásitos o tras los "recuerdos encubridores" -cagados de afecto- que se relacionan con la desdicha o el descubrimiento de esta clase de suciedad, una fantasía inconsciente de embarazo. Lo que el estado de preñez y los parásitos tienen en común -además del aspecto de desdicha- es el hecho de que "pequeñas cosas" vivientes se hallen refugiadas en  dentro del cuerpo. Lo mismo puede decirse con respecto a los parásitos intestinales (niño "gusanito")**. Los parásitos que aparecen en sueños deben interpretarse de igual modo."
 
Referencia: *Ferenczi, S (1967) TEORÍA Y TÉCNICA DEL PSICOANÁLISIS. Ed: Paidós, Buenos Aires, Argentina. P. 297
* Zeitschrift, tomo II, P. 381  
** La palabra alemana "Würmchen" (gusanillo) se aplica a los niños como diminutivo cariñoso. [T.O.]

Carlos Enrique Correa Lagos - psicólogo

96 - LXVII EL ABANICO COMO SIMBOLO GENITAL

 
Se seguirá la lectura, análisis y el señalamiento del importante aporte que hizo con su trabajo el psicoanalista Sandor Ferenczi, existen una serie de publicaciones que por su autenticidad son de mucho interés, al leerlos es evidente un sello propio, y la sensación que dejan es de seguir en la experiencia clínica, como "una provocación al saber", el saber bajo la lógica significante del deseo que no es estático y sí dinámico. Con este corto texto tan actual, pues todavía se utilizan los abanicos, Ferenczi deja su trabajo clínico-teórico plasmado en la maquinaria de la historia.
 
"LXVII EL ABANICO COMO SIMBOLO GENITAL1
 
     Un paciente soñó que veía a una mujer con un abanico en el lugar de los genitales; caminaba sobre este abanico; tenía las piernas cortadas. Al poderoso complejo de castración del paciente le choca la falta de pene en la mujer, tiene que imaginar por ello la vulva como un pene hendido con forma de abanico pero al fin pene 2. Prefirió sacrificar las piernas de la mujer.
     Comparemos con esto la perversión observada ocasionalmente en hombres que sólo pueden ser satisfechos por mujeres lisiadas o amputadas. Una vez leí en la "columna de anuncios personales" de un diario de aviso de alguien que deseaba mantener correspondencia con mujeres a quienes se hubiera amputado una pierna."
 
En estos dos párrafos hay una riqueza en cuanto al trabajo del sueño, la sexualidad infantil, el complejo de castración y la perversión.
 
____________________
Referencia: *Ferenczi, S (1967) TEORÍA Y TÉCNICA DEL PSICOANÁLISIS. Ed: Paidós, Buenos Aires, Argentina. P. 297  
1. Zeitschrift, tomo III, P. 294
2. La extensibilidad de un fuelle o abanico aparece empleada en sueños como un símbolo indubitable del pene (erección). [nota del editor de Zeitschrift]. 

Carlos Enrique Correa Lagos - psicólogo 

viernes, 6 de diciembre de 2013

95 - XXVIII EL SILENCIO ES ORO*

 
Aquí Otra transcripción de un texto de Sandor Ferenczi donde por medio de su experiencia clínica da cuenta de un fenómeno y de una estructura, mirando el oro traído por su paciente e interpretado, devuelto y trabajado transferencialmente como la autenticidad que lo caracterizaba.
 
 "XXVIII EL SILENCIO ES ORO*
 
 
     Un paciente que sufría de neurosis obsesiva, que por lo común se mostraba taciturno y vacilante en sus asociaciones se mostró conversador en una de las entrevistas. Al llamársele la atención acerca de esto, reconoció lo insólito de su garrulería y se justificó con su acostumbrado humor, diciendo "el silencio es oro". Teniendo en cuenta esto le señalé la identidad simbólica existente entre el oro y la inmundicia, y le dije que era evidente que tenía el hábito de acumular y guardar sus palabras, lo mismo que el oro y la inmundicia y que ese día sólo accidentalmente se mostraba pródigo. Además le expliqué que el uso que él hacía de la expresión "el silencio es oro" hacía posible la interpretación psicoanalítica del proverbio. El silencio es "oro", solamente porque la taciturnidad en sí misma y por sí misma significa una economía. Al recalcarle esto al paciente empezó a reír en forma incontrolada y me dijo que ese mismo día -por excepción- había tenido una copiosa deposición, siendo que por lo general sus deyecciones, aunque regulares, eran escasas. (La causa real de tal prodigalidad y expansividad era la súbita eliminación de una compulsión externa: pudo permitirse no realizar un viaje que sólo de mala gana hubiese emprendido.)
 
     Otro paciente (un histérico) padece, entre otras cosas, de dos síntomas que siempre aparecían al mismo tiempo y con la misma intensidad: espasmo de las cuerdas vocales y del esfínter anal. Si está de buen talante su voz es fuerte y clara, su evacuación copiosa y "satisfactoria". Cuando se halla deprimido (particularmente cuando padece alguna ineptitud) o cuando se trata de personas mayores o superiores, experimenta al mismo tiempo tenesmo y pérdida de intensidad de la voz.
 
     El análisis de este paciente puso en evidencia, entre otras cosas, que era una de esas personas que contienen la deposición porque piensan que de este modo se fortalecerán ("física y psíquicamente"), temiendo en cambio debilitarse si lo realizan. En la experiencia que hasta ahora he tenido, el origen de esta íntima relación entre "fuerza" y "retención", debe buscarse en ciertos accidentes de la niñez en los cuales el paciente se sentía demasiado débil para retener la deposición. Esta tendencia a la retención se expande a la esfera psíquica y conduce a la retención, en lo posible, de todas las emociones, de toda "ebullición" de sentimientos; un estallido sentimental que no puede ser reprimido puede ser seguido por un sentimiento de desdicha tan fuerte como lo era anteriormente la incontinencia anal.
 
     Que existen ciertas conexiones entre el habla y el erotismo anal ya lo sabía yo por el profesor Freud, quien me había hablado de un tartamudo, el origen de cuya manera singular de hablar debía atribuirse a fantasías anales. También Jones ha indicado repetidamente en sus obras el desplazamiento de la libido de las actividades anales a la fonación. Finalmente yo mismo, en un artículo anterior (Über obscöne Wörte), pude indicar la conexión que existe entre la educación musical de la voz y el erotismo anal.
 
     Me pareció que valía la pena comunicar estos casos, puesto que justifican la hipótesis de que la voz y educación del habla están relacionadas con el erotismo anal no sólo de una manera accidental y excepcional sino de acuerdo con las leyes definidas. El proverbio "el silencio es oro", podría servir de confirmación a esta hipótesis en la psicología de los pueblos."

Otra referencia a esto se encuentra directamente en el texto El carácter y el erotismo anal publicado por Freud en 1908 y otro que lo complementa se titula Sobre las transmutaciones de los instintos y especialmente del erotismo anal publicado en 1915. En estos textos, entre muchas cosas de la estructura de la neurosis obsesiva, hace Freud el comentario de que el oro es el estiércol del diablo y hace referencia a los pueblos antiguos. En este espacio hay unos artículos publicados sobre el carácter psíquico del dinero con el objetivo de hacer elaboraciones en torno a este tema. Y finalmente la relación de la voz y el erotismo anal es algo que hay que mirar detenidamente.

*Ferenczi, S (1967) TEORÍA Y TÉCNICA DEL PSICOANÁLISIS. Ed: Paidós, Buenos Aires, Argentina. P. 203 a 205.

Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo.

domingo, 1 de diciembre de 2013

94 - NEUROSIS DEL DOMINGO*

 
El autor de este texto Sandor Ferenczi fue un revolucionario, un inconforme en el buen sentido de la palabra, un inquieto, Freud en algún momento lo llama el niño necio del psicoanálisis, por esa posición de movilidad, de actividad, el nombre que le dio a su técnica, la técnica activa. Y todo ello porque comprobó en su clínica que lo que le presentaba a él era fruto de modificación, de actualización y de creación, lo mismo creían Freud y Lacan por eso el psicoanálisis no es una secta o una iglesia, donde todo esta dicho. Por el contrario, todos estos grandes hombres estuvieron dispuestos a renovar sus tesis. A continuación un interesante texto de Ferenczi tan auténtico como lo fue él.
 
"XIII
 
NEUROSIS DE DOMINGO
 
     Conocemos por la psiquiatría enfermedades que presentan una marcada periodicidad;
 será suficiente recordar la manía y la melancolía periódicas. También sabemos, pues Freud lo estableció psicoanalíticamente, que los psiconeuróticos - muchos de los cuales, como es bien sabido, sufren de recuerdos reprimidos - celebran alegremente el aniversario de ciertas experiencias que para ellos son importantes, por medio de la exacerbación de sus síntomas. Pero, según mi conocimiento, nadie ha descrito hasta ahora neurosis en las cuales los síntomas oscilan en relación con un día determinado de la semana.
    
     Y aún con todo, puedo afirmar que existe esta peculiar periodicidad. He tratado a varios neuróticos cuyos síntomas, relatados por ellos o según aparecieron en su enfermedad, contenían la información de que ciertos estados nerviosos se habían desarrollado - especialmente en la juventud - en cierto día de la semana, y que luego se habían reproducido periódicamente el mismo día.
 
     La mayoría de ellos experimentaban esta periodicidad de las perturbaciones durante los domingos. Eran en su mayor parte perturbaciones estomacales o dolores de cabeza, que aparecían en ese día sin ninguna causa particular, y que frecuentemente estropeaban a la gente joven este día libre de la semana. Probablemente no necesite decir que no dejo de lado la posibilidad de que existan otras causas racionales. Los pacientes mismos, trataron - exitosamente en apariencia - de encontrar una explicación razonable de la periódica regularidad de su estado, y deseaban relacionarla con las peculiaridades dietéticas del día domingo. Por lo general se duerme más durante el día domingo, y esto produce dolor de cabeza, decían algunos; se come tanto y tan bien los domingos, decían otros, que fácilmente el estómago sufre un desarreglo. No desearía yo negar la acción de este factor puramente somático en la provocación de la periodicidad de la enfermedad.
 
     Muchas cosas, sin embargo, indican que estos factores fisiológicos no agotan los hechos del caso. El dolor de cabeza, por ejemplo, también se produce cuando la duración del sueño correspondiente al día domingo no difiere de los otros días de la semana, y los desarreglos estomacales aparecían aun cuando los pacientes mismos, así como los que los rodeaban, fueron prevenidos, y la dieta del día profilácticamente restringida.
 
     En uno de los casos que yo conocí, el pequeño paciente tenía escalofríos y vomitaba todos los viernes de la tarde. (se trataba de un niño judío, para quien el descanso del sábado comenzaba los viernes en la noche.) Él y toda la familia atribuían dicho estado al hecho de comer pescado, pues difícilmente pasaba un viernes sin un plato de pescado. De nada le servía, sin embargo, el privarse de dicho plato, los desarreglos aparecían luego en la misma forma en que habían aparecido anteriormente; esta vez la causa parecía estar en la sola vista del peligroso alimento.
 
     El factor psicológico que me gustaría considerar como factor auxiliar o a veces como la única causa, para explicar la seguridad del retorno cronológico de los síntomas está en las circunstancias que caracterizan el día domingo, además del hecho de que en dicho día se duerme más y se come más abundantemente.
 
     El domingo es el día de fiesta de la humanidad civilizada del presente. Pero nos equivocamos si pensamos que un día de fiesta tiene sólo la importancia como día de descanso físico y psíquico; para la recuperación que generalmente nos permite, la disposición de ánimo es de gran importancia. No solamente somos en este día nuestros propios amos y nos sentimos libres de todas las cadenas que el deber y las compulsiones nos imponen; también se produce en nosotros - paralelamente a esto - una especie de liberación interna. (la negrita es mía psiquik) Sabemos por Freud que las fuerzas interiores que dirigen nuestros actos y pensamientos en forma lógica, ética y estéticamente correcta y libre de objeciones sólo reproducen instintivamente (pulsionalmente - psiquik) lo que alguna vez fue impuesto por la fuerza a la humanidad por una necesidad externa. Nada de extraño, pues, si al disminuir la efectiva presión externa se libera una parte de los instintos (pulsiones - psiquik) habitualmente reprimidos. La remisión de la censura externa, involucra también, simpáticamente, la interna.
 
     Para los no afectados directamente, siempre es interesante observar cómo se altera el nivel de un grupo de personas en ocasiones festivas. (la negrita es mía - psiquik) "En los prados no existe el pecado", dicen los estirios, dando a entender con ello que en las excursiones que se llevan a cabo los domingos a los prados de las montañas todo es permitido; los adultos se comportan como los niños, y los niños se liberan de todas las ataduras y no pocas veces hacen jugarretas que luego provocan el castigo de los que tienen autoridad para hacerlo y ponen punto final y una nota de tristeza a la alegría que reinaba anteriormente. No siempre sucede así, pues los adultos, en tales ocasiones, muestran una paciencia sorprendente, como si se sintiesen unidos por una secreta convención que garantizara a los culpables una seguridad temporaria contra el castigo.
 
     Pero no es dado a todos el privilegio de desahogarse en forma retozona de manera tan natural y libre. Los que tienen una inclinación a la neurosis, estarán en tales ocasiones propensos a una revisión del afecto, ya sea debido a que tiene que controlar impulsos (pulsiones - psiquik) demasiado peligrosos, particularmente al sentirse tentados por el mal ejemplo de los demás, o debido a que su hipersensitiva conciencia no tolerará ni siquiera pequeñas faltas. Más allá de la inoportuna depresión de estos aguafiestas, sin embargo, sus impulsos reprimidos, así como las fantasías de autocastigo movilizados contra los mismos , activado todo ello por el día de fiesta, pueden manifestarse por medio de pequeños síntomas histéricos. Y como tales debo clasificar también los dolores de cabeza y los trastornos estomacales que ocurren los domingos; el "mucho dormir", el "comer demasiado", etc., son solamente circunstancias de las cuales se vale esta pequeña neurosis, y con las cuales oculta su verdadera motivación."
 
El anterior texto hace analizar muchas circunstancias de la vida y del mundo humano, cuando se disminuye la presión que exige el mundo exterior,  las normas y las leyes que él impone, las pulsiones encuentran salida, en las festividades. No hace falta observar detenidamente lo que pasa en algunas regiones colombianas cuando llega diciembre, sale la "humanidad" pulsional matando marranos en las calles de las ciudades, tomando licor, muertes, y todo un caos se desata por esa liberación interna de la que habla Ferenczi. Además en la misma medida suena música sin ninguna clase de cesura agrediendo a la mujer con la jocosidad del caso, no hay nada que tapar porque la libertad pulsional se justifica con la alegría de fin de año. Finalmente se puede decir que esas son las circunstancias pero hace falta analizarlas para no ignorar su sentido.
 
Carlos Enrique Correa Lagos - Psicólogo 
 
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Bibliografía

*Ferenczi, S (1967) TEORÍA Y TÉCNICA DEL PSICOANÁLISIS. Ed: Paidós, Buenos Aires, Argentina. P.141 et 143

sábado, 30 de noviembre de 2013

93 - EL ROSTRO DE LA HISTERIA EN ANÁLISIS*



     La siguiente es una transcripción del libro citado, donde Juan David Nasio hace un análisis de la manera como se presenta la histeria en la clínica psicoanalítica contemporánea, de parte del analizando y el analista, una relación de insatisfacción, de histerización y de tristeza del yo. La práctica y la teoría han cambiado con los tiempos y con la "evolución" del sujeto del inconsciente que está dividido, agujereado, partido en pezados o entre las más diversas formas que se presenta, al final ya su verdad no es segura y además se ha perdido. este texto pone frente al lector una figura, figura clínica que se comprueba y de la que se es parte porque como dice Nasio todos somos histéricos en algún momento.

     "[...] Desde nuestro puesto transferencial, verificamos tres estados o incluso tres posiciones permanentes y duraderas del yo histérico. Más allá de la multiplicidad de acontecimientos que se suceden a lo largo de una cura, y sin prejuicio de las palabras, afectos y silencios, reconocemos efectivamente tres estados propios del yo que resumen por sí solos el rostro específico de la histeria en análisis. Un primer estado, por así decir, pasivo, donde el yo se encuentra en constante espera de recibir del Otro, no la satisfacción que colma, sino, curiosamente, la no respuesta que frustra. Esta espera defraudada, siempre difícil de manejar para el psicoanalista, conduce a la perpetua insatisfacción y al descontento de que tanto suele quejarse el neurótico. Primer estado, pues: el de un yo insatisfecho. Otra posición típicamente histérica observable en el análisis es también un estado del yo, pero un estado más bien activo de un yo que histeriza, es decir, que transforma la realidad concreta del espacio analítico en una realidad fantasmática de contenido sexual. Pronto vamos a determinar de qué consiste esa transformación y qué sentido habrá que otorgar a este calificativo de "sexual", pero ya podemos afirmar que el yo histérico erotiza al lugar de la cura. Segundo estado, pues: el de un yo histerizador. Existe además una tercera posición subjetiva del histérico, caracterizada por la tristeza de su yo cuando debe afrontar por fin la única verdad de su ser: no saber si es un hombre o una mujer. Tercer estado, pues: el de un yo tristeza. Detengámonos un momento sobre cada uno de estos estados yoicos.

 
UN YO INSATISFECHO

     Para el psicoanálisis, la histeria no es una enfermedad que afecte a un individuo, como se piensa, sino el estado enfermo de una relación humana en la que una persona es, en su fantasma, sometida a otra. La histeria es ante todo el nombre que damos al lazo y a los nudos que el neurótico teje en su relación con el otro, sobre la base de sus fantasmas. Formulémoslo con claridad: el histérico, como cualquier sujeto neurótico, es aquel que , sin saberlo, impone al lazo afectivo con el otro la lógica enferma de su fantasma inconsciente. Un fantasma en el que él encarna el papel de víctima desdichada y constantemente insatisfecha. Precisamente este estado fantasmático de insatisfacción marca y domina toda la vida del neurótico.
     Pero ¿por qué concebir fantasmas y vivir en la insatisfacción, cuando en principio lo que buscamos alcanzar es la felicidad y el placer? La razón es clara: el histérico es, fundamentalmente, un ser de miedo que, para atenuar su angustia, no ha encontrado mas recurso que sostener sin descanso, en sus fantasmas y en su vida, el penoso estado de la insatisfacción. Mientras esté insatisfecho, diría el histérico, me hallaré a resguardo del peligro que me acecha. Pero, ¿de qué peligro se trata? ¿de qué tiene miedo el histérico? ¿Qué teme? Un peligro esencial amenaza al histérico, un riesgo absoluto, puro, carente de imagen y de forma, más presentido que definido: el peligro de vivir la insatisfacción de un goce máximo. Un goce de tal índole que, si lo viviera, lo volvería loco, lo disolvería o lo haría desaparecer. Poco importa que imagine este goce máximo como goce del incesto, sufrimiento de la muerte o dolor de agonía; y poco importa que imagine los riesgos de este peligro bajo la forma de la locura, de la disolución o del anonadamiento de su ser; el problema es evitar a toda costa cualquier experiencia capaz de evocar, de cerca o de lejos, un estado de plena y absoluta satisfacción. Por más que se trate de un estado imposible, el histérico lo presiente como una amenaza realizable, como el peligro supremo de ser arrebatado un día por el éxtasis y de gozar hasta la muerte última. En suma, el problema  del histérico es ante todo su miedo, un miedo profundo y decisivo que en verdad él no siente jamás, pero que se ejerce en todos los niveles de su ser; un miedo concentrado en un único peligro: gozar. El miedo y la tenaz negativa a gozar ocupan el centro de la vida psíquica del neurótico histérico.
     Ahora bien, para alejar esta amenaza de un goce maldito y temido, el histérico inventa inconscientemente un libreto fantasmático destinado a probarse a sí mismo y a probar al mundo que no hay más goce que el goce insatisfecho. Así pues, ¿Cómo alimentar el descontento si no creando el fantasma de un monstruo, monstruo que nosotros llamamos el Otro, unas veces fuerte y supremo, otras débil y enfermo, siempre desmesurado para nuestras expectativas y siempre decepcionante? Cualquier intercambio con el otro conduce inexorablemente a la insatisfacción. La realidad cotidiana del neurótico se modela, en consecuencia, según el molde del fantasma, y los seres cercanos a los que ama u odia desempeñan para él el papel de un Otro insatisfecho. 
     El histérico trata a su semejante amado u odiado, y en particular a su partenaire psicoanalista, de la misma forma en que trata al Otro de su fantasma. ¿Qué cómo se las arregla? Busca -¡y siempre encuentra!- aquellos puntos en que su semejante es fuerte y abusa de esta fuerza para humillarlo; y los puntos en que se semejante es débil y, por esta debilidad, despierta compasión. Con agudísima percepción, el histérico descubre en el otro la señal de una potencia humillante que lo hará desdichado, o de una impotencia conmovedora que le suscita piedad, pero a la que no podrá poner remedio. En síntesis, se trate del poder del otro o de la falla en el otro, con el Otro de su fantasma o con el otro de su realidad, lo que el yo histérico se empeñará en reencontrar como su mejor guardián, será siempre la insatisfacción. El mundo de la neurosis, poblado de pesadillas, obstáculos y conflictos, se convierte en la 'única muralla protectora contra el peligro absoluto del goce.

 
UN YO HISTERIZADOR

     El histérico nunca percibe sus propios objetos internos o los objetos externos del mundo tal como se los percibe comúnmente, sino que él transforma la realidad material de esos objetos en realidad fantasmatizada; en una palabra: histeriza el mundo. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué significa histerizar?.
      Acabamos de ver que, para asegurarse una estado de insatisfacción, el histérico busca en el otro la potencia que lo somete o la impotencia que lo atrae y lo decepciona. Dotado de una aguda sensibilidad perceptiva, detecta en el otro la mínima falla, el mínimo signo de debilidad, el más pequeño indicio revelador de su deseo. Pero, a semejanza de un ojo penetrante que no se conforma con horadar y traspasar la apariencia del otro para encontrar en él un punto de fuerza o de fisura, el histérico inventa y crea lo que percibe. El instala en el cuerpo del otro un cuerpo nuevo, tan libidinalmente intenso y fantasmático como lo es su propio cuerpo histérico. Pues el cuerpo del histérico no es un cuerpo real, sino un cuerpo sensación pura, abierto hacia afuera como un animal vivo, como una suerte de ameba extremadamente voraz que se estira hacia el otro, lo toca, despierta en él una sensación intensa y de ella se alimenta. Histerizar es hacer que nazca en el cuerpo del otro un foco ardiente de libido.
     Modifiquemos ahora nuestro lenguaje y definamos de un modo más preciso el concepto de histerización. ¿Qué es Histerizar? Histerizar es erotizar una expresión humana, la que fuere, aún cuando por sí misma, en lo íntimo, no sea de naturaleza sexual. Esto es exactamente lo que hace el histérico: con la máxima inocencia, sin saber, él sexualiza lo que no es sexual; por el filtro de sus fantasmas de contenido sexual -y de los que no tiene necesariamente conciencia-, el histérico se apropia de todos los gestos, todas las palabras o todos los silencios que percibe en el otro o que él mismo dirige al otro.
     A esta altura debemos hacer una precisión que se tendrá en cuenta cada vez que utilicemos en este libro la palabra "sexual" ¿De que sexualidad se trata cuando pensamos en la histeria? ¿Cuál es el contenido de esos fantasmas? ¿Qué queremos decir cuando afirmamos que el histérico sexualiza? Empecemos por aclarar que el contenido sexual de los fantasmas histéricos no es nunca vulgar ni pornográfico, sino una evocación, muy lejana y transfigurada, de movimientos sexuales. Se trata, estrictamente hablando, de fantasmas sensuales y no sexuales, en los que un mínimo elemento anodino puede obrar como disparador de un orgasmo autoerótico.
     Debemos comprender, en efecto, que la sexualidad histérica no es en absoluto una sexualidad genital sino un simulacro de sexualidad, una seudogenitalidad más cercana a los tocamientos masturbatorios y a los juegos sexuales infantiles que a un intento real de concretar una verdadera relación sexual. Para el histérico, sexualizar lo que no es sexual significa transformar el objeto más anodino en signo evocador y prometedor de una eventual relación sexual. El histérico es un creador notable de signos sexuales que rara vez van seguidos del acto sexual que anuncian. Su único goce, goce masturbatorios, consiste en producir estos signos que le hacen creer y hacen creer al otro que su verdadero deseo es internarse en el camino de un acto sexual consumado. Y sin embargo, si existe un deseo en el que el histérico se empeñe, es el de que tal acto fracase; para ser más exactos, el histérico se empeña en el deseo inconsciente de la no realización del acto y, por consiguiente, en el deseo de permanecer como un ser insatisfecho.
     El marco habitual del análisis, el diván, el ritual de las sesiones o el tono particular de la voz del psicoanalista, así como el vínculo transferencial, constituyen condiciones de las más favorables para que se instale este estado activo de histerización. La palabra del analizando, hombre o mujer -se lo diagnostique o no como "histérico"-, en determinado momento de la sesión puede cargarse de un sentido sexual, suscitar una imagen fantasmática y provocar efectos erógenos en el cuerpo, sea el cuerpo del psicoanalista o del propio analizando.
     El relato de una analizanda nos permitirá ilustrar la forma en que un elemento anodino de la realidad puede ser transformado en signo erótico.

     Ejemplo de histerización: "Cuando al llegar oigo el toque de la perta principal del edificio, cuando usted me abre pulsando el botón del portero automático, siento que su dedo pulsa mi piel a la altura de los brazos. Y en ese momento me río de mi misma. A decir verdad, sólo me reí la primera vez que me pasó; ahora no me río más, mis sensaciones me absorben. Cada vez que estoy atenta al más ligero movimiento del otro, lo recibo en la piel, lo siento, siento un calor en el cuello o en el corazón. Siento incluso una excitación cuando oigo el simple ruido de la respiración de un hombre junto a mí. En ese momento algo llega directamente al cuerpo, sin ninguna barrera. Ante los menores ruidos que usted hace, siento inmediatamente una sensación de placer en mi piel. Soy muy sensible a sus movimientos que resuenan en mi piel. Imagino lo que sucede en usted como si yo fuera su propia piel envolviéndolo. Siento sus movimientos en mi piel porque yo soy su piel." Después de un silencio, añade: "Pensar esto decírselo me tranquiliza, y me da un límite. El razonamiento mismo es el límite."
Vayamos ahora al tercer estado del yo histérico, el yo tristeza.

 
UN YO TRISTEZA

     Es de imaginar hasta qué punto el yo histérico, para histerizar la realidad, debe ser maleable y capaz de estirarse sin discontinuidad desde el punto más íntimo de su ser hasta el borde más exterior del mundo, y cuán incierta se torna entonces la frontera que separa los objetos internos de los objetos externos. Pero esta singular plasticidad del yo instala al histérico en una realidad confusa, medio real, medio fantaseada, donde se emprende el juego cruel y doloroso de las identificaciones múltiples y contradictorias con diversos personajes, y ello al precio de permanecer ajeno a su propia identidad de ser y, en particular, a su identidad de ser sexuado. Así pues, el histérico puede identificarse con el hombre, con la mujer, o incluso con el punto de fractura de una pareja, es decir que puede encarnar hasta la insatisfacción que aflige a ésta. Es muy frecuente comprobar la asombrosa soltura con que el sujeto adopta tanto el papel del hombre como el de la mujer, pero sobre el todo el papel del tercer personaje que da lugar al conflicto o, por el contrario, gracias al cual el conflicto se resuelve. El histérico, desatando el conflicto o despejándolo, sea hombre o mujer, ocupará invariablemente el papel de excluido. Precisamente, lo que explica la tristeza que suele agobiar a los histéricos es el hecho de verse relegados a ese lugar de excluidos. Los histéricos crean una situación conflictiva, escenifican dramas, se entrometen en conflictos y luego, una vez que ha caído el telón, se dan cuenta, en el dolor de su soledad, de que todo no era más que un juego en el que ellos fueron la parte excluida. En estos momentos de tristeza y depresión tan característicos descubrimos la identificación del histérico con el sufrimiento de la insatisfacción: el sujeto histérico ya no es un hombre, ya no es una mujer, ahora es el dolor de la insatisfacción (la negrita es mía psiquik). Y, en medio de ese dolor, queda en la imposibilidad de decirse hombre o de decirse mujer, de decir, simplemente, la identidad de su sexo. La tristeza del yo histérico responde al vacío y a la incertidumbre de su identidad sexuada.

     En suma, el rostro de la histeria es una cura de análisis y, fuera de ésta, en cualquier relación con el otro, se presenta como un lazo insatisfactorio, erotizador y triste, enteramente polarizado alrededor de la tenaz negativa a gozar.
     Es oportuno precisar ahora que esta tenaz negativa a gozar aparece igualmente en los fundamentos de esas otras neurosis que son la obsesión y la fobia, pero adoptando entonces modalidades bien específicas. ¿Cuáles son las modalidades obsesiva y fóbica de la negativa que el neurótico impone al goce? Y, comparativamente, ¿cuál es la modalidad específica de la negativa histérica? De esto vamos a tratar a continuación.

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* Fragmento del libro: Nasio, J (1993) EL DOLOR DE LA HISTERIA. Ed: Paidós. Buenos Aires, Argentina. P. 15 jus 23.

martes, 22 de octubre de 2013

92 - ¿Fue Freud un Cocainómano? "Falla en las garras de Hades"



¿FUE FREUD UN COCAINÓMANO?

“Falla en las garras de Hades” - Comentarios frente al desarrollo del psicoanálisis.

Por: Carlos Enrique Correa Lagos[1].

20 de octubre del 2013.


Para dar inicio a este tema se tiene que reconocer que frente a él se han especulado muchas cosas, que van desde el desarrollo científico, hasta detractores que encuentran un escampadero lanzando juicios para poder sostener su malestar frente al discurso psicoanalítico diciendo que Freud fue un cocainómano, pero lo cierto es que detrás de esto hay una verdad y como toda verdad siempre es propia y particular, en este caso no hubo excepción.
El camino para llegar al psicoanálisis estuvo lleno de espinas y de desencuentros, además de una gran angustia por parte de su creador Sigmund Freud (1856-1939), en primer momento hay que saber que Freud no estaba buscando el psicoanálisis, pues éste fue este un encuentro, un descubrimiento, un choque con algo que él llamó el inconsciente. Pero previamente a este encuentro que estuvo oficializado en el año 1900 con la publicación de su Die Traum Deutung que significa darle un sentido a un sueño[2] o su conocida interpretación de los sueños, precedieron cuarenta y cuatro años de la vida de este científico, donde no hubo sino un trabajo intelectual arduo por su parte, trabajando como médico neurólogo y:
 
En el año 1885 fue, pues, un año de éxitos – después de tanto esfuerzo y falta de dinero-. Había dado fin a sus importantes investigaciones sobre el bulbo raquídeo, que pronto serían publicadas, logró su propósito de visitar a Charcot, en París, y pudo presentarse como Privat-Dozent en neuropatología.  Jones, E. (1985) P. 82.
Hay que saber en este punto que siguiendo la biografía de Freud escrita por el Doctor Ernest Jones antes citado, hay un Freud humano con su carácter, sus exigencias intelectuales y cotidianas, un hombre supremamente estudioso y enamorado de Martha Bernays que fue su amada y con la que cruzó toda una serie de adversidades.
Hasta aquí no se ha dicho nada del camino por su estudio con la cocaína, sin embargo ya se ubicaba como médico neurólogo y profesor, labores que no llenaban su insaciable sed de verdad y de conocimiento por el soma y la psique humana. Esto llegaría más adelante, es otro paso, el de la fisiología a la psicología.
Lo cierto es que Freud estaba empeñado en darle un descubrimiento al mundo que lo hiciera famoso y le diera el dinero suficiente para casarse con su amada Martha, trabajó en laboratorios de ciencia como ayudante de grandes eminencias en ese campo, hizo todo lo que estuvo en ese momento a su alcance para lograr su objetivo, pero da la impresión que en ese tiempo no sabía muy bien por qué camino iba a alcanzarlo, lo que sí sabía es que lo conseguiría.
Al hablar de su Über Coca, comienza una discusión, ya que el mismo Ernest Jones en la biografía llama al estudio de Freud sobre la cocaína un “episodio”, “El Episodio De La Cocaína” en el capitulo seis y cita:
Aquí puedo retroceder un poco y explicar cómo fue por culpa de mi prometida por lo que yo no llegué a ser famoso siendo joven. Un interés colateral, aunque profundo, me condujo en 1884 a obtener de Merck una pequeña porción de cocaína, alcaloide poco conocido a la sazón, y a estudiar su acción fisiológica. Jones, E. (1985) P. 83
Con este comienzo se pueden visualizar varias cosas, en primer lugar su ubicación en la vida de Freud y el interés que existía en lo manifiesto, estaba enamorado, y no había razón alguna para no buscar verse al menos una vez después de tanto tiempo con su novia, y fue así que pasó y por eso el logro por el descubrimiento de la cocaína y su acción en el sistema nervioso central como anestésico local, fue atribuido a otro hombre, ya que eso no era lo que iba a hacer de Freud uno de los grandes descubridores de alguna cosa importante para el siglo XX. Pero se ha adelantado al sentido de este escrito. Volviendo, lo que solicitó Freud a la farmacéutica fue una pequeña dosis para fines científicos y eso fue lo que emprendió.
¿Cuál fue el lugar del tóxico en la teoría psicoanalítica, y más precisamente, antes de la Traum-deutung, en ese tiempo de constitución del campo psicoanalítico por Freud? – y sigue la respuesta-. Con la cocaína Freud siente que por primera vez se hace médico. Pero sólo con el sueño se hará analista. Le Poulichet, S. (2012) P: 79.
En este libro Sylvie le Poulichet va por otro camino al aquí planteado, empero traza con la pregunta de su inicio lo que aquí se quiere, el lugar del tóxico, cómo se asocia al psicoanálisis conociendo ya que no es un simple “episodio” y que fue quizás lo que ayudó a que se estructurara el deseo de Freud por un camino diferente. La respuesta dada cubre lo que sigue.
Eduardo Vera Ocampo en su libro Droga, psicoanálisis y toxicomanía – Las huellas de un encuentro, arroja un argumento muy valioso entorno a este momento de la evolución de Freud en el campo de la medicina, dice:
Esta droga acompañará a Freud durante un largo trayecto de su vida, en el cual no sólo se convertirá en un ferviente utilizador y defensor de la cocaína, sino que, como veremos, la relación singular que Freud establece con esta droga hará que este encuentro ocupe un lugar determinante en los orígenes del psicoanálisis. Vera, O (1988) P. 78.
Ya cambia de sitio la historia, de un episodio pasa a un encuentro, que no es lo mismo, un encuentro denota más profundidad e importancia. Hay que hacer el comentario antes de todo, que evidentemente Freud fue un utilizador, defensor y consumidor de cocaína, y se recomienda ver las cartas a Martha su amada describiéndole las facultades y las ganancias en el rendimiento, además de la resistencia y la falta de apetito que tenía él para seguir con sus labores intelectuales e inclusive le envió una pequeña dosis a ella para que se le sonrojaran las mejillas. Todo esto bajo una labor científica y médica que consistía en descubrir sus propiedades anestésicas locales como ya se nombró y en dosis controladas médica y científicamente.
Para Anzieu, el fracaso por el cual se saldará la experiencia de Freud con la cocaína es un fracaso fértil para el descubrimiento del psicoanálisis. “Es –nos dice Anzieu- el símbolo anticipador del fracaso de todas las drogas y el signo del largo, del difícil, del inevitable desvío que Freud deberá realizar para él mismo y para sus enfermos, a través del desmontaje de los encadenamientos psíquicos inconscientes […][3]”.
De un episodio pasa a un encuentro y termina en un fracaso fértil, que fue lo que significó para Freud la cocaína en su labor del momento, una labor científica, pero fue un fracaso que sirvió para que Freud fuera por otro camino y fue del soma a la psique, como se dijo al principio.
Así, el encuentro de Freud con la cocaína es también el encuentro con su vocación médica, en el sentido de que, tal como lo muestra Freud mismo en una carta a Martha (25 de mayo de 1884), la experiencia con la cocaína despierta en él el deseo de curar (en primer lugar de curarse a sí mismo de la depresión y sus afecciones psicosomáticas, y luego de curar a los otros, pero sobre todo a su amigo Fleischl, que se ha convertido en un morfinómano). Vera, O (1988) P. 82.
En este momento va tomando otro matiz este hecho histórico del psicoanálisis, y no es otra cosa sino importancia. Freud se encuentra con su vocación médica que desde un inicio no le agradó lo suficiente, y el deseo de curar, a sí mismo y a su amigo Fleischl que se convirtió en morfinómano por un grave dolor que lo aquejaba. Pero al fallar, ya que su amigo Fleischl de morfinómano pasó a cocainómano y murió a consecuencia de ello, creó en Freud quizás una desilusión importante y se derrumbaron las esperanzas de “curar” a los otros, pues se dio cuenta que no era esa su intención. Y en ese mismo sentido su inconsciente le mostró que su deseo no era curar aunque así se hubiera presentado.
La muerte de Fleischl y su arma para enfrentar al paciente, la cocaína, no tuvieron resultado alguno, es así como lo escribe él mismo años después refiriéndose al sueño, "El amor a la comodidad propia es inconciliable con el respecto a las otras personas" Freud (1900) P. 169., pero pudo ser este el caso en la operación inconsciente de Freud. Eliminar a su rival ya que Fleischl ocupaba el puesto que le hubiera facilitado a él las cosas en su momento y no ser médico sino psicoanalista. Fue por la vía de los sueños donde alcanzó su meta que apenas comenzaba en ese camino arduo del que tuvo que ser víctima.

Así se despeja este tema de la relación Freud y Cocaína diciendo con lo antes escrito y aclarando para los que desconocen los hechos la realidad de las experiencias.

Por último cabe decir que Freud era un genio y como genio no fue esclavo de nada, ni de la toxicomanía, pues:

Es un caso aparte del genial creador del psicoanálisis […] quien descubrió las propiedades estimulantes de la cocaína. O su sistema nervioso se hallaba prodigiosamente armado contra la servidumbre de la droga, o bien dejó de tomarla muy pronto. Nadie lo sabe, lo cierto es que la tomaba para estimular su trabajo. Labine, S. (1975) P. 84.

Ni Freud cayó en las garras de la toxicomanía ni su deseo le mintió, pues el inconsciente nunca se equivoca y siempre saca a relucir la verdad que se encuentra en lo latente, al otro lado de los velos de lo que el humano vive y se manifiesta detrás, delante o a los costados de la vida, pero nunca se queda en el interior ni se desvanece.




[1] Psicólogo titulado de la Universidad Autónoma de Bucaramanga Extensión Armenia, Quindío, actualmente trabaja en la Fundación Hernán Mejía Mejía, con los programas: Centro de Atención en Drogadicción (CT) Terapéutica Familiar Escuela de Amor,  El paraíso de los niños, y el Hogar de Paso. También trabaja en Clínica Particular.
[2] Reflexión hecha en el texto El Capricho De Morfeo http://psiquik.blogspot.com/2013/08/89-el-capricho-de-morfeo-algunos.html
[3] Libro de Anzieu L’Auto-analyse de Freud et la découverte de la psychanalyse citado en Vera, O (1988) (bibliografía.
 
____________________________________________
 
BIBLIOGRAFÍA
 
- Jones, E (1985) FREUD. Ed: Salvat Editores S.A. Barcelona, España.
- Le Poulichet, S (2012) TOXICOMANÍAS Y PSICOANÁLISIS – LAS NARCOSIS DEL DESEO. Ed: Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina. P. 79.
- Vera, O (1988) DROGA, PSICOANÁLISIS Y TOXICOMANÍA – LAS HUELLAS DE UN ENCUENTRO. Ed: Paidós, Buenos Aires, Argentina. P. 78.
- Freud, S (1900) TRAUM DEUTUNG – LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS. Ed: Biblioteca Nueva. Luis López Ballesteros, Barcelona, España. P. 169.
- Labine, S (1975) EL MUNDO DE LOS DROGADOS. Cap LA DROGA DEL GENIO. Ed: Círculo de lectores, Bogotá, Colombia. P. 84.

sábado, 19 de octubre de 2013

91 - La Responsabilidad Psíquica



LA RESPONSABILIDAD PSÍQUICA
Por: Carlos Enrique Correa Lagos[1]
19 de octubre del 2013


El siguiente texto girará frente al tema de lo que se llama en este lugar responsabilidad psíquica. En el panorama aparece con esto toda labor humana que tenga implicación con el sufrimiento, el padecer o el tratamiento de lo que “no funciona” a nivel social o individual. Aquí entonces son llamados los psicólogos, los médicos en todos sus niveles, los trabajadores sociales, y todo el que tenga trato con el tema antes citado.
La responsabilidad psíquica tiene que ver con toda relación humana, es algo que funciona aunque no se dé cuenta el sujeto que funciona, es decir, en este campo lo que importa es hablar de los psicólogos y al hablar de los psicólogos se entenderá que lo debe escuchar el médico, el trabajador social, entre muchos.
Resulta que en todas las facultades de la academia donde se forman los profesionales en las ciencias humanas son dictadas una cantidad de materias que hablan de lo que se ha hecho, aparecen teóricos, maneras de pensar que moldean al estudiante en todo su camino, y todo un aparato que gira a lo que se evalúa y lo que se califica, pero en el caso de los psicólogos no se da ese modelo a seguir que es alrededor de lo que gira la responsabilidad psíquica, su tratamiento personal, bien se sabe por todos que en el psicólogo por el hecho de vivir la vida, no todo funciona en ella y hay cosas que no funcionan más de lo que se esperaría, el que haya pasado o esté pasando por la academia esto lo siente y es testigo. El psicólogo es convocado a conocerse a sí mismo, o aunque sea a no desconocerse tanto, ya que los residuos de la anterior operación mal hecha se reflejarán en su trabajo. En la labor psicológica y más en la clínica, el profesional se está trabajando con cosas delicadas, como lo diría Juan David Nacio citando a Freud en su libro cómo trabaja un psicoanalista[2] “[…] cuando un analista –psicólogo- trabaja con un paciente, […] trabaja con materiales explosivos”. Con esto se describe el cuidado con el que hay que llevar la labor, pues en el caso del psicólogo si un explosivo se estalla quedan viviendo todos(as) y las consecuencias para la vida del paciente no serían las mejores. Aparecen frente a estos desarrollos las fallas a nivel de la ética, psicólogos(as) que desconocen los límites de su labor y entran en campos que ya no son terapéuticos.
Aquí entonces con lo que se debe tener cuidado es con el tratamiento propio, la responsabilidad psíquica es eso, hacerse cargo de proceso individual para tener con qué enfrentar al paciente que se sienta en frente y expone un problema por el que sufre. El psicoanálisis, y no tanto la psicología ha insistido en esto, se dice que el paciente o analizado llega hasta donde llegó su psicólogo o su analista, y si no se ha ni siquiera iniciado ese camino podrá darse cuenta el profesional y el paciente del resultado.
En algunas universidades se les exige a algunos psicólogos, médicos y los otros profesionales en menor proporción, tener un tratamiento psicoterapéutico, pero se conoce que lo anterior si apenas se llega a cumplir en algunos, no existe en muchos casos esa responsabilidad psíquica.
Finalmente la recomendación a todos los lectores de este corto texto es que se responsabilicen de su quehacer, que no tomen todo a la ligera para que los afectados no sean ustedes y hagan un proceso terapéutico serio aunque los sacrificios sean muchos.

PARA RESERVAR UNA CONSULTA: CONTACTO: 3122921369 


[1] Psicólogo titulado de la Universidad Autónoma de Bucaramanga Extensión Armenia, Quindío, actualmente trabaja en la Fundación Hernán Mejía Mejía, con los programas: Centro de Atención en Drogadicción (CT) Terapéutica Familiar Escuela de Amor,  El paraíso de los niños, y el Hogar de Paso. También trabaja en Clínica Particular.
[2] Nasio, J ( 1997) Cómo trabaja un psicoanalista. Ed: Paidós, Buenos Aires, Argentina. P: 52